Unas lagrimas silenciosas rodaron por las mejillas de Rowan.

– Michael nacio policia. Y era un buen poli. Cuando dejo el cuerpo para montar una empresa conmigo, el Departamento de Policia de Los Angeles perdio a un buen hombre. Honrado y fiable. Michael creia en la justicia y en la clara linea divisoria entre el bien y el mal.

»Pero quizas el Michael que vosotros no conociais es el hombre que yo llamaba Mickey, mi hermano y mejor amigo. Le fascinaba salir a pescar, y podia estarse horas sentado esperando que picara un pez. Cuando yo me inquietaba y rompia el hilo de pescar por darme prisas, Mickey sacudia la cabeza y decia: «Paciencia». Reia porque siempre pescaba los peces mas grandes.

Rowan se quedo solo por John, pero no oyo el resto de las anecdotas sobre Michael. Odiaba los funerales, odiaba tener que despedirse de la buena gente. La valentia de John se notaba. Estar ahi y tener que hablar de su hermano muerto le destrozaba el alma.

En cuanto acabo el funeral, les pidio a Quinn y a Colleen que la acompanaran a Malibu. Alcanzo a cruzar una mirada con John cuando se iba y el fruncio el ceno. Ella se giro con los ojos llenos de lagrimas. Aquello no podia ser buena senal.

A Rowan no le iba bien con las relaciones. ?Que pasaba entre ella y John? No tenia ni idea, pero en el fondo intuia que no duraria mucho. ?Como podia durar? El hermano de John habia muerto por culpa suya. Su hermana corria peligro por culpa suya. Aunque John tomara sus propias decisiones, su vida tambien corria peligro por culpa de ella.

Bobby vendria a por ella. Tenia que asegurarse de que no hiciera dano a nadie mas.

Bobby MacIntosh tenia un aspecto muy distendido aquel miercoles por la noche, modestia aparte.

En el espejo vio reflejado a un vaquero alto de pelo rubio, con el pantalon tejano desgastado, su camisa nueva y recien planchada, y una corbata de bolo con un pasador color turquesa engastado en plata. Si, muy elegante. Esta noche se lo iba a pasar en grande, penso con una sonrisa.

Se encontraria con Sadie dentro de treinta minutos y la invitaria a una cena agradable y, despues, un buen revolcon en la habitacion del hotel donde se alojaba el ejecutivo Rex Barker. Sadie no era solo una prostituta. Era una chica de alterne de alto vuelo, el tipo de chica que los ejecutivos invitaban a cenar y a tomar unas copas y al teatro y a exposiciones de arte.

Y, cuando uno es listo, consigue referencias de otros clientes. Claro esta, a veces uno tiene que improvisar sobre la marcha. Ser un ex presidiario en este caso le favorecia, aunque no uso su nombre verdadero. Llamo a otros ex presidiarios y al final encontro un servicio de compania que satisfacia sus necesidades. El broche de oro fue el nombre que uso como referencia, el de un famoso juez federal.

Listo, muy listo.

Acabo de preparar su maletin. Escalpelo, tijeras medicas, sacos de basura, panuelos y broches para los pezones. Ay, ay, ay, cuando leyo como el malo en el libro de Rowan mataba a sus victimas, le sorprendio que su hermana fuera capaz de inventar cosas tan retorcidas.

Tanta expectacion lo mareaba.

Cerro el maletin y salio de la habitacion del hotel.

Esa noche volaria de vuelta a Los Angeles. El viernes, Rowan… Lily… seria toda suya.

Ansiaba que llegara el momento de estrangular a la muy zorra.

Susana Marlene Pierce, Sadie para sus clientes, aprendio muy pronto a servirse de su belleza para conseguir lo que queria. Cuando su padrastro la violo a los catorce anos, podria haber bajado la cabeza y lamentado lo que le deparaba el destino.

En cambio, decidio tomar su futuro en sus propias manos. Empezando por su propio padrastro querido.

Nadie supo quien monto los cargos de desfalco contra Stuart Price. Nadie, excepto Sadie, desde luego. Calculo que cinco anos en prision y doscientos cincuenta mil dolares de compensacion a sus clientes le darian tiempo suficiente para abandonar los territorios de la iglesia metodista y llegar a Hollywood.

Nunca llego a Hollywood.

En Dallas, conocio a Bridget Carter, una bella morena que vestia ropa de marca que Sadie ansiaba tener, y una casa de un millon de dolares en un barrio chic de la ciudad. Sadie adquirio la elegancia de una estrella de cine.

Ademas de control, poder y seguridad.

Trabajar de escolta le permitio controlar a hombres que siempre habia deseado pero a los que nunca habia sabido llegar. ?Que sabia del poder de las mujeres una chica de diecisiete anos que ni siquiera habia terminado el instituto en Arkansas? Porque de eso se trataba cuando se hablaba de chicas escoltas, o chicas de alterne, o prostitutas. Se trataba de poder.

Bridget se lo enseno todo, desde como vestir adecuadamente hasta las buenas maneras, la seguridad y la cultura (una escolta tenia que estar al tanto de los acontecimientos importantes, pero siempre opinar lo mismo que el cliente). Una escolta debia saberlo todo sobre la musica popular, el arte y el teatro para saber estar en sociedad. Y Sadie se lo trago todo. Por eso habia acabado estudiando historia del arte y economia simultaneamente. La historia del arte porque era divertido, la economia por… pues, por los negocios.

A doscientos cincuenta dolares la hora, con un minimo de cuatro horas, Sadie solo trabajaba dos noches a la semana y ganaba mas en un mes de lo que veia su pobre madre camarera en un ano. Y si su madre la hubiera apoyado cuando le conto lo de la violacion, quiza Sadie le habria enviado algun dinero para que no tuviera que trabajar doce horas al dia y seis dias a la semana.

Pero su madre la llamo puta y no le creyo. De modo que Sadie no tuvo remordimientos de quedarse con todo ese dinero manchado de sexo.

Ahora, cinco anos despues, con asistir a clases en la universidad, trabajar media jornada como escolta de hombres maduros y vivir en una bonita urbanizacion, Sadie lo tenia todo. Calculaba que le quedaban tres anos y que ya no tendria que trabajar si no queria. Bridget, que tenia mas de cuarenta anos, la estaba instruyendo para que cogiera el relevo en los negocios, y Sadie penso que podria ser una buena formula para jubilarse. El quince por ciento del negocio de sus chicas, aceptando clientes solo cuando queria, viviendo en una mansion casada con un ejecutivo rico. ?Que maravilla de vida!

Normalmente, no trabajaba los miercoles, pero Bridget habia llamado para informarle que el juez Vernon Watson la habia recomendado a un amigo que estaba de visita y solo pasaria esa noche en la ciudad. A Sadie le gustaba Vern. Le pagaba unos mil quinientos dolares al mes por una cena y un espectaculo, seguidos de una mamada en su habitacion. Como Vern habia recomendado al senor Barker, acepto la propuesta.

Regla numero uno: nunca dar a los clientes la direccion de su residencia. Asi que Sadie se dio cita con el en el bar de su hotel, el Adam's Mark, un lugar exclusivo cerca del centro.

No dejo de sorprenderle, pensando que Vern tenia mas de sesenta arios, que su amigo solo tuviera unos cuarenta. Y vestia como un habitante del norte se imaginaba que vestiria un vaquero del sur. Pero tenia un aspecto agradable, nada del otro mundo, pero parecia simpatico, y era mas joven que la mayoria de sus clientes.

Le sonrio y le tendio la mano.

– Senor Barker, soy Sadie Pierce.

El le devolvio una sonrisa, le tomo la mano y se la beso.

– El placer es mio -dijo, con un leve acento del sur, aunque no era un acento de Texas.

Ella no se lo penso dos veces cuando el la cogio del brazo y la llevo hasta la entrada del hotel, donde llamo un taxi.

La conversacion durante la cena verso sobre lo tipico, con largos intervalos de silencio. Barker no paraba de mirar a la gente, fijandose en cada una de las personas que entraban. Aun cuando aquello habria irritado a cualquier invitada, a Sadie no le importo. Al fin y al cabo, a ella se le pagaba por satisfacer sus necesidades.

En el taxi, Barker se volvio hacia ella.

– Se que le prometi un espectaculo, senorita Sadie. Pero es usted tan redomadamente guapa que me preguntaba si le importaria que volviesemos ahora al hotel.

En realidad, era muy mono cuando lo preguntaba asi. Como si a ella fuera a importarle. Ese era su trabajo, una tarea que conocia a la perfeccion.

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