pequeno delito… casi casual… Por eso he decidido huir de todos modos, ya lo tengo todo listo para la fuga. Pero yo no puedo, no quiero matar a Ictiandro. Y salvarles a los dos — a usted y a Ictiandro — resulta dificil en tan poco tiempo, casi imposible. Pero a usted puedo salvarlo. Lo tengo todo rumiado. Lo siento mucho por Ictiandro, pero la vida de usted es mas necesaria. Usted, con su arte, puede crear otro Ictiandro, pero nadie en el mundo podra crear otro Salvador.

Salvador se acerco al carcelero, le estrecho la mano y dijo:

— Se lo agradezco, pero para mi no puedo admitir ese sacrificio. A usted podran capturarlo y, entonces, ya no habra quien lo salve del proceso.

— ?Ningun sacrificio! Todo esta bien calculado.

— Esperese. Para mi, personalmente, no puedo admitir ese sacrificio. Pero si usted salvara a Ictiandro haria mas que si me salvara a mi mismo. Yo estoy sano y fuerte, siempre encontrare amigos que me ayuden a salir de este presidio. Pero a Ictiandro hay que liberarlo inmediatamente.

— Su deseo es para mi una orden — dijo el celador.

Cuando salio, Salvador esbozo una sonrisa y murmuro:

— Eso es mejor. Que a nadie le toque la manzana de la discordia.

Salvador se paseo por la celda y susurro: «?Pobre chico!» Se acerco a la mesa, escribio algo en un papel, luego se fue hacia la puerta y la golpeo.

— Necesito ver al celador de la carcel.

Cuando se presento el requerido, Salvador le dijo:

— Quisiera pedirle otro favor. No podria organizarme una cita con Ictiandro, la ultima.

— No hay nada mas sencillo. Todos los jefes se han ido, tenemos la carcel a nuestra disposicion.

— Magnifico. Si, algo mas quisiera pedirle.

— Mande, doctor.

— Con la liberacion de Ictiandro usted me hace un favor enorme.

— Pero el que usted me ha hecho a mi, profesor…

— Bien, consideremos que estamos en paz — le interrumpio Salvador —. Pero yo puedo y quiero ayudar a la familia de usted. Aqui tiene esta nota. Solo lleva una direccion y una letra: la «S», de Salvador. Dirijase a esa direccion. Es persona de confianza. Podria ocultarse alli temporalmente, y si necesitara dinero…

— Pero…

— Nada de peros. Lleveme pronto a ver a Ictiandro.

Ictiandro se extrano al ver entrar a Salvador en la celda. Nunca habia visto a su padre tan triste y carinoso.

— Ictiandro, hijo mio — pronuncio Salvador —. Tendremos que separamos antes de lo que yo me suponia, y, posiblemente, para largo. Tu suerte me traia preocupado. Sobre ti se ciernen millares de peligros… Si te quedaras aqui podrias perecer, o, en el mejor de los casos, ser cautivo de Zurita o de cualquier otro malvado por el estilo.

— ?Padre, y tu?

— El tribunal me condenara a dos, o mas, anos de prision. Mientras yo permanezca recluido tu debes estar en un lugar seguro, lo mas lejos posible. Ese lugar existe, pero dista mucho de aqui. Esta al occidente de America del Sur, en el oceano Pacifico Austral, y es una isla que forma parte del archipielago Tuamotu. No te va a ser facil llegar, pero todos los peligros que puedas encontrar en el camino no tendran ni punto de comparacion con los que te esperan aqui, en casa, en el golfo de La Plata. Te va a ser mas facil llegar y localizar esas islas que eludir aqui redes y trampas del perfido enemigo.

«?Que derrotero trazarte? Para alcanzar ese lugar deberas rodear el subcontinente por el Norte o por el Sur. Ambas vias tienen sus ventajas y sus inconvenientes. El rumbo norte es algo mas largo. Ademas, esta opcion te haria pasar del Atlantico al Pacifico por el canal de Panama, lo que no deja de entranar cierto riesgo: te podrian capturar, sobre todo en las esclusas; o, al minimo descuido, te podria aplastar un barco. El canal no es muy ancho ni muy profundo: en su parte mas ancha tiene noventa y un metros y su profundidad es de doce metros y medio. Los transatlanticos de gran calado pueden tocar fondo con la quilla.

«Sin embargo, tendras la ventaja de que toda la ruta pasa por aguas tibias. Ademas, del canal de Panama arrancan hacia occidente tres importantes vias maritimas: dos, hacia Nueva Zelanda, y una, hacia las islas Fiji y mas alla. Eligiendo la via del medio y siguiendo a los barcos — incluso, de ser posible, enganchandote a alguno —, llegarias casi al lugar de destino. Por lo menos, las dos vias que van hacia Nueva Zelanda tocan la zona del archipielago Tuamotu. Y solo tendrias que desplazarte un poquito mas al Norte.

«La via que pasa por el extremo Sur es mas corta, pero tendras que nadar en aguas frias, proximas a la frontera de los hielos flotantes; sobre todo si doblas por el cabo de Hornos en la Tierra del Fuego, extremo sur de la America meridional. El estrecho de Magallanes es excepcionalmente impetuoso. Para ti no es, naturalmente, tan peligroso como para los vapores, pero no deja de serlo. Para los veleros era un verdadero cementerio. Por la parte oriental es ancho, y por la occidental, estrecho. Ademas, esta sembrado de arrecifes e islotes. Fuertes vientos occidentales impulsan el agua hacia oriente, es decir, contra la direccion que tu llevaras. Esas voragines son peligrosas hasta para ti sumergido.

«Por eso te recomiendo que dobles el cabo de Hornos, aunque se alargue la ruta, y no vayas por el estrecho de Magallanes. El agua del oceano va enfriando paulatinamente, por eso espero que tu tambien iras habituandote gradualmente y seguiras sano. Las reservas de viveres y de agua no pueden ser para ti objeto de preocupacion. Los alimentos los tendras siempre a mano y, en lo que al agua se refiere, estas acostumbrado desde la infancia a tomar agua de mar sin dano alguno para la salud.

«Desde el cabo de Hornos te va a ser mas dificil que desde el canal de Panama hallar el rumbo hacia Tuamotu, pues por esas latitudes no hay vias maritimas tan animadas. Te indicare exactamente la longitud y la latitud; y tu te orientaras por los instrumentos que he encargado especialmente para ti. Me temo que esos instrumentos entorpezcan tus movimientos…

— Llevare conmigo a Leading. El portara la carga. ?Acaso podre separarme de mi amigo? Me estara extranando tanto…

— No se quien sera el mas anorado — dijo con maliciosa sonrisa Salvador —. Bueno, que sea Leading. Perfecto. Hasta el archipielago Tuamotu llegaras sin problemas. Despues tendras que localizar una solitaria isla de coral. El distintivo principal sera un mastil en el que, a modo de veleta, habra un pez. Es facil de recordar, ?verdad? Tal vez tardes en encontrar la isla un mes, dos, o tres. Eso ya no sera tan importante: el agua alli es tibia y abundan las ostras.

Salvador le habia ensenado a escuchar con paciencia, sin interrumpir, pero cuando el doctor llego a ese lugar en sus explicaciones, el joven no pudo contenerse:

— ?Y con quien me encontrare en la solitaria isla de la veleta?

— Con amigos. Con fieles amigos, con el desvelo y el carino de ellos — respondio Salvador —. Alli vive mi viejo amigo, el cientifico frances Armand Villebois, celebre oceanografo. Lo conoci e hicimos amistad cuando estuve en Europa hace muchos anos. Armand Villebois es un hombre extraordinario, pero ahora no tengo tiempo para hablarte de el. Espero lo conozcas personalmente, asi como la historia que lo llevo a tan solitaria isla del Pacifico. Pero el no esta solo. Lo acompanan su esposa — una mujer muy simpatica y bondadosa —, el hijo y la hija. Esta ultima nacio en la isla y tendra ya unos diecisiete anos, el hijo cuenta veinticinco.

«Ellos te conocen por mis cartas y estoy seguro de que te acogeran como a un integrante mas de la familia… — Salvador se corto —. Claro, ahora vas a tener que pasar la mayor parte del tiempo en el agua. Pero para las entrevistas amistosas y las tertulias podras salir a la orilla varias horas al dia. Probablemente mejore tu salud y entonces, como antes, pasaras tanto tiempo al aire como en el agua.

«Armand Villebois sera tu segundo padre. Y tu podras ayudarle en su labor cientifica. Tus conocimientos sobre el oceano y su poblacion bastarian para una decena de profesores — Salvador volvio a sonreir —. Hasta donde llega la ingenuidad de los expertos, no se les ha ocurrido otra cosa en el proceso que formularte preguntas triviales — que dia es hoy, que mes, que fecha —, que tu no has podido responder simplemente por carecer de interes para ti. Si te hubieran preguntado sobre las corrientes submarinas, las temperaturas del agua y la salinidad de esta en el golfo de La Plata y sus alrededores, con tus respuestas se habria podido escribir una monografia. Y conoceras muchisimo mas — para transmitir esos conocimientos a los hombres — cuando quien oriente tus excursiones submarinas sea el experto y brillante cientifico Armand Villebois. Ambos — y estoy seguro de esto — crearan con mancomunados esfuerzos una obra en oceanografia de tal magnitud que marcara epoca en el desarrollo de esa ciencia y se hara mundialmente famosa. Y tu nombre ira junto al de Armand Villebois, te lo aseguro, el mismo insistira en ello. Tu serviras a la ciencia y, por tanto, a toda la humanidad.

«Si te quedaras aqui te obligarian a servir a los sordidos intereses de gente ignorante y egoista. Te aseguro que en las limpias y transparentes aguas del atolon y en la familia de Armand Villebois hallaras el puerto del sosiego y seras feliz.

«Un consejo mas. Tan pronto te encuentras en el oceano — lo que podria suceder esta misma noche —, te vas sin perdida de tiempo a casa y entras por el tunel submarino (en casa solo esta nuestro fiel Jim), recoges los instrumentos de navegacion, el cuchillo y demas, buscas a Leading y partes antes de que el sol aparezca sobre el oceano.

«?Adios, Ictiandro! ?No, hasta la vista!

Por primera vez en la vida Salvador estrecho en un fuerte abrazo y beso a Ictiandro. Luego con la sonrisa en los labios le dio al joven unas palmadas en el hombro y dijo:

— ?Un muchachote como tu superara cualquier adversidad! — y salio rapidamente de la celda.

LA EVASION

Olsen acababa de regresar de la fabrica y se habia sentado a comer. Pero, en ese preciso momento, llamaron a la puerta.

Molesto por la inoportuna llamada, Olsen grito:

— ?Quien llama?

La puerta se abrio y entro Lucia.

— ?Lucia? ?Sera posible? ?Como asi? — exclamo Olsen asombrado y alegre.

— Hola, Olsen. Sigue, sigue comiendo — y recostada sobre el marco de la puerta, le anuncio-: No puedo vivir mas con mi marido y su madre. Zurita… se atrevio a darme una bofetada y me fui. Definitivamente, Olsen.

El joven se atraganto al oir la noticia.

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