aparecia algun policia pregunton y solo salio de la furgoneta un par de veces para orinar en un callejon.

A las seis de la manana, todavia de noche, condujo en busca de una cafeteria para desayunar y regreso a su puesto de observacion al cabo de una hora.

?Como demonios se habia metido en esta situacion?, se preguntaba una y otra vez. ?Como se habia dejado enganar por esa zorra? Si, habia jugado con mucha inteligencia, acercandose a el, jugando a la perfeccion a la putita caliente. Dejandole que le hiciera todo lo que quiso y fingiendo disfrutar. Tal vez hubiera disfrutado de verdad, pero todo el tiempo habia estado sonsacandole informacion sutilmente. Las mujeres eran listas, sabian como manipular a los hombres.

Habia cometido el maldito error de contarselo, porque quiso presumir. Creyo que la impresionaria.

Pero en lugar de eso, una noche que llevaba una turca de tres pares de narices, ella lo desplumo y se largo. Necesitaba recuperarlo todo desesperadamente. Sus finanzas estaban en numeros rojos, estaba hasta el cuello de deudas y el negocio no funcionaba. Esta era su unica oportunidad. Le habia caido del cielo y ella se la habia arrebatado y habia huido.

Pero tenia una cosa a su favor: el mundo al que se habia fugado era mas pequeno de lo que ella pensaba. Cualquier persona a la que recurriera, con lo que poseia, haria preguntas. Muchas preguntas. Sospechaba que Abby ya habia comenzado a averiguarlo, razon por la cual aun no se habia marchado de aqui. Y ahora sus problemas se habian acentuado con la llegada de el a Brighton.

A las 9.30 un taxi local de Eastbourne paro delante de la puerta del bloque de pisos. El conductor se bajo y llamo al timbre. Un par de minutos despues, Abby aparecio. Sola.

Bien.

Perfecto.

Se dirigia a la primera de las tres citas que habia concertado para esta manana en las residencias. Y dejaba a mama sola, con las instrucciones estrictas, sin duda, de no abrir la puerta a nadie excepto al cerrajero.

Observo mientras subia y el taxi arrancaba. No se movio. Sabia lo impredecibles que eran las mujeres y que podia volver perfectamente dentro de cinco minutos a buscar algo que habia olvidado. Disponia de mucho tiempo. Abby estaria fuera una hora y media como minimo, y probablemente tres o mas. Solo debia tener un poquito mas de paciencia para asegurarse de que no hubiera moros en la costa.

Luego, no todo iria rapido.

83

Octubre de 2007

Glenn Branson llamo al timbre y retrocedio un par de pasos para que la camara de seguridad pudiera echarle un buen vistazo. La verja de hierro forjado se movio bruscamente un par de veces y luego comenzo a abrirse despacio. El sargento volvio a entrar en el coche, cruzo dos pilares de ladrillo imponentes y siguio hasta el camino de entrada circular, los neumaticos crujiendo sobre la gravilla. Se detuvo detras de un Mercedes deportivo y un Clase S plateados, aparcados uno junto al otro.

– Esta bien este sitio, ?no te parece? -comento-. Mercedes a juego para el y para ella y todo eso.

Bella Moy asintio, empezaba a recuperar el color. La manera de conducir de Glenn la aterrorizaba. Le caia bien y no queria ofenderle, pero si hubiera podido coger el autobus para volver al despacho, o caminar descalza sobre carbon caliente, lo habria hecho.

La casa palaciega era en parte de estilo georgiano de imitacion y en parte templo griego, con un portico de columnas que ocupaba toda la fachada. Ari se moriria por un lugar asi, penso Glenn. Era curioso, porque cuando se casaron no parecia en absoluto que le interesara el dinero. Todo eso cambio mas o menos cuando Sammy, que ahora tenia ocho anos, empezo a ir al colegio. Sin duda la culpa la tenia conversar con otras madres, ver sus coches elegantes, ir a sus casas ostentosas.

Pero residencias como esta tambien le fascinaban a el. A Glenn le parecia que las casas tenian aura. Habia muchas otras en esta zona, y en otras partes de la ciudad, igual de grandes y chic, pero daban la impresion de estar habitadas por gente normal y decente. Solo de vez en cuando se veia un lugar como aquel, que por algun motivo parecia demasiado ostentoso y emitia senales, queriendo o sin querer, de que no habia sido adquirido con dinero honrado.

– ?Te gustaria vivir aqui, Bella? -pregunto.

– Podria acostumbrarme. -La mujer sonrio, luego parecio un poco nostalgica.

El la miro de reojo. Era una mujer mona, de rostro alegre debajo de la cabellera castana y no llevaba anillo en el dedo anular. Siempre vestia con poca gracia, como si no le interesara sacarse el mejor partido, y el se moria por hacerle un cambio de imagen. Hoy llevaba una blusa blanca debajo de un sencillo jersey de pico azul marino, pantalones de lana negros, zapatos negros y robustos y un abrigo corto verde de lana gruesa.

Nunca hablaba de su vida privada y Glenn se preguntaba a menudo quien la esperaba cuando llegaba a casa. ?Un hombre, una mujer, companeros de piso? Uno de sus colegas habia dicho en una ocasion que Bella cuidaba de su madre anciana, pero ella nunca habia mencionado nada al respecto.

– No recuerdo donde vives -le dijo mientras bajaban del coche. Una rafaga de viento levanto los faldones de su abrigo beige.

– En Hangleton -contesto ella.

– Eso.

Encajaba, en cierto modo. Hangleton era un barrio residencial, placido y agradable, situado al este de la ciudad, dividido por una autopista y un campo de golf. Tenia muchas casitas y bungalows y jardines bien cuidados. Era exactamente la clase de zona tranquila y segura en la que podria vivir una mujer con su madre anciana. De repente, vio en su mente la imagen de una Bella triste en casa, cuidando de una senora enferma y fragil, masticando Maltesers como sustitutivo de cualquier otro tipo de vida. Como una mascota encerrada y compungida.

Volvio a llamar al timbre y los recibio una criada filipina que los condujo por un invernadero de citricos de techo alto, con vistas a terrazas de cespedes, una piscina infinita y una cancha de tenis.

Les senalo unos sillones dispuestos en torno a una mesita de cafe de marmol y les ofrecio bebidas. Entonces entraron Stephen y Sue Klinger.

Stephen era un hombre alto, delgado y de aspecto bastante frio y unos cuarenta y muchos anos. Tenia el pelo ondulado y canoso peinado severamente hacia atras y las mejillas cubiertas de venas violetas. Llevaba un traje de raya diplomatica y mocasines caros y miro su reloj justo despues de estrechar la mano a Branson.

– Me temo que debo irme dentro de diez minutos -dijo con voz dura y anodina, muy distinta a la del Stephen Klinger al que habian interrogado ayer en su despacho despues de un almuerzo muy pesado, evidentemente.

– Ningun problema, senor, solo tenemos algunas preguntas rapidas mas para usted y algunas para la senora Klinger. Les agradecemos que nos hayan hecho un hueco para vernos otra vez.

Volvio a lanzar una mirada de admiracion a Sue Klinger y ella sonrio con picardia, como si se diera cuenta. Era una mujer muy guapa: cuarenta y pocos anos, un forma estupenda, vestida con un chandal de diseno marron de algodon cepillado y deportivas que parecian recien salidas de la caja. Y tenia una mirada muy seductora, con la que coincidio dos veces muy seguidas y luego hizo todo lo posible por evitar, abriendo su libreta, decidiendo centrarse en los ojos de Stephen Klinger, que serian mas faciles de interpretar.

La criada entro con cafe y agua.

– ?Puedo recapitular, senor? ?Cuanto tiempo hacia que eran amigos usted y Ronnie Wilson? -pregunto Branson.

Los ojos de Klinger se movieron hacia la izquierda, un poquito.

– Vamos… Ibamos… Desde los dieciocho o diecinueve anos -contesto-. Unos veintisiete… No, treinta anos, Aproximadamente.

Para verificarlo otra vez, Glenn dijo:

– Ayer nos dijo que su relacion con su primera mujer, Joanna, fue dificil, pero que con Lorraine le fue mejor.

De nuevo, los ojos de Klinger se movieron un poquito a la izquierda antes de hablar.

Se trataba de un experimento neurolinguistico que Glenn conocia gracias a Roy Grace y que a veces le

Вы читаете Las Huellas Del Hombre Muerto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату