— Presteme uno de sus esclavos durante una o dos semanas.
Kershaul toco una exclamacion jocosa en su
— No me gusta separarme de mis esclavos. Me conocen demasiado bien.
— Apenas capture a Angmark se lo devolvere.
— Esta bien — repuso Kershaul. Llamo con el
El esclavo se inclino sin alegria.
Thissell fue con Anthony a su casa flotante, le interrogo durante un rato y anoto algunas de sus respuestas en una tabla. Luego le pidio que no hablara de su conversacion, y lo dejo al cuidado de Rex y Toby. Ordeno tambien que alejaran la casa flotante del muelle y que no permitieran a nadie subir a bordo hasta su regreso.
Volvio a recorrer el camino hasta el campo de aterrizaje y encontro a Rolver a punto de comer pescado con hierbas, corteza desmenuzada del arbol de la ensalada y un bol de grosellas locales. Rolver golpeo su
— ?Como marcha su investigacion?
— No podria proclamar sus progresos — respondio Thissell —. Pero supongo que puedo contar con su ayuda.
Rolver emitio una risa rapida.
— Puede contar con mis mejores deseos.
— Mas concretamente — insistio Thissell —, quiero que me preste unos dias a uno de sus esclavos.
Rolver interrumpio su comida.
— ?Para que?
— Preferiria no dar explicaciones. Pero le aseguro que tengo buenos motivos.
Desganadamente, Rolver llamo a un esclavo y le indico que se pusiera al servicio de Thissell.
De regreso a su casa flotante, este se detuvo en el despacho de Welibus. Al entrar, Welibus alzo la vista.
— Buenas tardes, Ser Thissell.
Thissell fue directamente al grano.
— Ser Welibus, ?me prestaria un esclavo unos pocos dias?
El comerciante titubeo y luego se encogio de hombros.
— ?Por que no? — Golpeo su
— Esta bien. Se lo devolvere muy pronto.
— No hay prisa.
Welibus hizo un gesto vago y volvio a su tarea.
Una vez en su casa flotante, Thissell interrogo por separado a cada uno de los dos nuevos esclavos he hizo anotaciones en su tabla.
El ocaso cayo poco a poco sobre el oceano Titanico. Rex y Toby volvieron a remar para alejar la casa flotante del muelle sobre las sedosas aguas, mientras Thissell, en cubierta, escuchaba el canto de las suaves voces y el sonido de los instrumentos. Las luces de las demas casas flotantes eran amarillas, y pasaban al rojo cuando se apagaban. La costa estaba oscura; a esa hora, los Hombres de la Noche se deslizaban a hurgar entre las basuras y miraban envidiosos el mar.
Al cabo de nueve dias llegaria a Sirene, en viaje regular, el Buenaventura. A Thissell se le habia ordenado regresar a Polipolis. ?Tendria tiempo, en nueve dias, de localizar a Haxo Angmark?
Eran pocos dias, penso. Y tambien suficientes.
Pasaron dos dias, tres, cuatro, cinco. Thissell bajaba a tierra y visitaba a Rolver, a Welibus y a Kershaul.
Todos reaccionaban de modo diferente. Rolver se mostraba irritable y sardonico; Welibus, formal y aparentemente amable; Kershaul, indulgente, pero a todas luces impersonal y distante.
Thissell se mostraba ecuanime ante las acidas burlas de Rolver, la jovialidad de Welibus y la lejania de Kershaul. Y al regresar a su casa flotante, agregaba anotaciones a su tabla.
Pasaron el sexto, el septimo y el octavo dia. Rolver, con su brutal franqueza, le pregunto si deseaba un pasaje a bordo del Buenaventura. Thissell medito y dijo:
— Si. Convendria reservar un pasaje.
— De vuelta al mundo de los rostros — dijo Rolver, estremeciendose —. Rostros palidos y de ojos de pescado en todas partes. Bocas pastosas, narices ganchudas y picadas, caras chatas y flaccidas… No se si podria soportarlo despues de vivir aqui. Es una suerte que no se haya convertido en un verdadero sirenes.
— Yo no volvere.
— Crei que me pedia una reserva.
— Asi es. Para Haxo Angmark, que volvera a Polipolis en la prision de la nave.
— Muy bien. Asi que lo ha encontrado.
— Naturalmente. ?Usted no?
Rolver se encogio de hombros.
— Por lo que a mi respecta, o es Welibus, o es Kershaul. Mientras lleve su mascara y se llame Welibus o Kershaul, no me importa.
— A mi me importa, y mucho. ?A que hora sale el transbordador?
— Exactamente a las once y veintidos. Si Haxo Angmark va a viajar, digale que llegue a la hora.
— Aqui estara — respondio Thissell.
Hizo su visita habitual a Welibus y a Kershaul y, al regresar a su casa flotante, agrego tres marcas a su tabla. Alli estaba la prueba, clara y convincente. No era incontrovertible, pero bastaba para dar un paso decisivo. Examino su arma. Al dia siguiente se resolveria todo. No podia permitirse ningun error.
El dia amanecio blanco y brillante. El cielo era como el interior de la concha de una ostra, y Mireille se elevaba a traves de una niebla nacarada. Toby y Rex, remando, llevaron la casa flotante al muelle. Las otras embarcaciones de extranjeros flotaban sonolientas sobre las olas perezosas.
Thissell miraba en particular una de ellas, cuyo propietario fue asesinado y arrojado al agua por Haxo Angmark, y que ahora se acercaba a la costa. El asesino estaba en la cubierta de proa, con una mascara, que Thissell jamas habia visto, de vidrio negro, plumas rojas y erizado pelo verde.
Thissell no podia menos que admirar su frescura. Un plan inteligente, bien concebido y realizado, pero frustrado por una dificultad insuperable.
Angmark volvio al interior. La casa flotante llego al muelle, los esclavos lanzaron las amarras y colocaron la planchada. Thissell, con el arma lista en el bolsillo de la tunica, avanzo por el muelle, subio a bordo y empujo la puerta del salon. El hombre que estaba ante la mesa alzo su mascara negra, roja y verde, sorprendido.
— Por favor, Angmark — dijo Thissell — no intente nad…
Golpeado desde atras con un objeto contundente, cayo al suelo. Diestramente le quitaron el arma. Sono el
— Aten las manos a este necio.
El hombre de la mesa se levanto y se quito la mascara roja, negra y verde. Llevaba debajo el trapo oscuro de los esclavos. Thissell volvio la cabeza. Detras de el se encontraba Haxo Angmark, con la mascara conocida como Domador de Dragones. Era de metal negro, con parpados retractiles, una hoja de cuchillo a modo de nariz y una triple cresta en el craneo. Era imposible leer la expresion de la mascara, pero la voz de Angmark sonaba triunfal.
— Ha sido muy facil atraparle.
— Asi parece — dijo Thissell.
El esclavo termino de atar sus munecas. El repique del
— Pongase de pie — ordeno Angmark —, y sientese en esa silla.
— ?Que estamos esperando?
— Dos de nuestros amigos estan todavia en el mar. No los necesitare para lo que he pensado.
— ?Que es ello?
— Lo sabra a su debido tiempo. Nos quedan una o dos horas.
Thissell puso a prueba las ligaduras. Eran solidas, sin duda alguna.