Jack Vance

La Mariposa Lunar

Titulo Original: The Moon Moth © 1961.

La casa flotante fue construida de acuerdo con las normas mas exigentes de la artesania de Sirene; es decir, tan cerca de la perfeccion como el ojo humano podia distinguir. En la cubierta de madera oscura encerada no se veian junturas; las tablas estaban aseguradas con clavos de platino embutidos. La embarcacion era maciza, amplia de manga, estable como la costa misma, y sus lineas no revelaban pesadez ni lentitud. La proa se ensanchaba como el pecho de un cisne; la alta tajamar se curvaba hacia delante para sostener un fanal de hierro. Las puertas estaban cortadas en una sola pieza de madera veteada verdinegra; las ventanas llevaban multiples paneles de mica tenida de rosa, azul violeta y verde claro. La proa estaba destinada a finalidades practicas y a los camarotes de los esclavos; en el centro de la embarcacion habia dos dormitorios, un comedor y un salon que se abria sobre la cubierta de observacion situada a popa.

Se trataba de la casa flotante de Edwer Thissell, pero a su propietario no le daba placer ni orgullo. Se encontraba en un estado deplorable: las alfombras raidas, los mamparos descantillados, el fanal de proa herrumbrado. Setenta anos antes el primer propietario, al recibir la embarcacion, habia sido honrado, y honrado su constructor, pues la transaccion (un proceso que representaba mucho mas que un simple dar y tomar) aumentaba el prestigio de ambos. Eso era historia antigua; ahora no se derivaba el menor prestigio de la casa flotante. Edwer Thissell, que solo llevaba tres meses en Sirene, reconocia esa carencia, pero nada podia hacer al respecto. La embarcacion fue la mejor que pudo conseguir. Se hallaba sentado en la cubierta practicando con el ganga, un instrumento del tipo de la citara, apenas mayor que su mano. A cien metros, las olas delimitaban una franja de playa blanca; mas alla se iniciaba la jungla, y en el horizonte se destacaba la silueta de unas negras sierras escarpadas. Mireille, en el cielo blanco, se veia brumoso, como a traves de una tela de arana; la superficie del oceano se ahuecaba y reagrupaba destellos de nacar. La escena se habia hecho tan familiar — aunque menos aburrida — como el ganga en el que habia practicado, durante dos horas, escalas sirenesas, arpegios, y progresiones simples. Dejo el ganga y tomo el zachinko: una pequena caja de resonancia, con teclas que se tocaban con la mano derecha. La presion hacia pasar el aire por lenguetas situadas en las teclas mismas, produciendo un sonido similar al de la concertina. Thissell ejecuto una docena de rapidas escalas, con muy pocos errores. De los seis instrumentos que se propuso estudiar, el zachinko le resultaba el menos dificil (a excepcion, naturalmente, del hymerkin, artificio de piedra y madera que repica y castanetea y se usa exclusivamente con los esclavos).

Thissell practico diez minutos mas, y luego dejo el zachinko. Estiro los brazos y entrelazo sus dedos doloridos. Desde su llegada, habia dedicado integramente su tiempo, cuando no dormia, al hymerkin, el ganga, el kiv, el strapan y el gomapard. Habia practicado escalas en cuatro modos y diecinueve claves, innumerables acordes, intervalos jamas imaginados en los Planetas Centrales. Trinos, arpegios, ligaduras, nasalizaciones; armonicos aumentados y en sordina; vibratos y disonancia de acordes; concavidades y convexidades. Se ejercitaba con una tenacidad inquebrantable; habia perdido mucho antes su idea original de la musica como una fuente de placer. Thissell miro los instrumentos y refreno la tentacion de arrojar los seis al Titanico.

Se levanto, atraveso el salon y el comedor, rodeo la cocina por un pasillo y alcanzo la cubierta de proa. Se inclino sobre la baranda y escudrino las jaulas subacuaticas; Toby y Rex, los esclavos, enjaezaban los peces de tiro para el viaje semanal a Fan; a catorce kilometros al norte. El pez mas joven, inquieto o jugueton, brincaba y se zambullia. Su hocico negro emergio a la superficie, chorreando, y Thissell lo miro con peculiar repugnancia: ?el pez no llevaba mascara!

Rio, incomodo, mientras tocaba su propia mascara, la Mariposa Lunar. Sin duda alguna, se estaba acostumbrando a Sirene. Habia llegado a una nueva etapa si la cara descubierta de un pez le disgustaba.

Finalmente, el pez quedo sujeto. Toby y Rex treparon a bordo, con los rojos cuerpos mojados y sus rostros cubiertos por mascaras de tela negra. Ignorando a Thissell, estibaron las jaulas y levaron ancla. Los peces de arrastre se esforzaron, los arneses se estiraron y la casa flotante avanzo hacia el norte.

Thissell regreso a la cubierta posterior y tomo el strapan, una caja circular de veinte centimetros de diametro. Cuarenta y seis cuerdas metalicas irradiaban desde un eje central hacia la periferia, donde estaban unidas a una campanilla o bien a una barra metalica. Si se punteaban las cuerdas, repiqueteaban las campanillas y vibraban las barras; si se rasgueaban se obtenia un son profundo y tintineante. Bien tocado, el strapan producia disonancias agradablemente acidas de expresivo efecto; en manos profanas, el resultado era menos feliz y podia aproximarse al ruido aleatorio. Era el instrumento que Thissell menos dominaba, y se concentro en su practica durante todo el viaje al norte.

A su debido tiempo, la embarcacion llego a la ciudad flotante. Se refreno a los peces de arrastre y se amarro la casa al muelle. Una hilera de ociosos pesaba y media cada aspecto de la casa flotante, de los esclavos y del mismo Thissell, conforme a la costumbre sirenesa. Thissell, que aun no se habituaba a esa minuciosa inspeccion, la encontro turbadora, sobre todo a causa de la inmovilidad de las mascaras. Preocupado por su apariencia, ajusto su propia Mariposa Lunar y trepo por la escalerilla.

Un esclavo en cuclillas se irguio, se toco la frente enmascarada por un trapo negro con los nudillos y canturreo una frase interrogante en tres tonos:

— ?Acaso la Mariposa Lunar que contemplo, expresa la identidad de Ser Edwer Thissell?

Thissell golpeteo el hymerkin que llevaba pendiente del cinturon y canto:

— Soy Ser Thissell.

— He sido honrado con una mision — canto el esclavo —. Aguarde en el muelle tres dias del alba al poniente; del poniente al alba me tendi en una balsa bajo el embarcadero oyendo los pasos de los Hombres de la Noche. Por fin he visto la mascara de Ser Thissell.

Thissell arranco al hymerkin un sonsonete impaciente.

— ?Cual es la naturaleza de tu mision?

— Traigo un mensaje, Ser Thissell.

El nombrado extendio su mano izquierda, mientras tocaba el hymerkin con la derecha.

— Dame el mensaje.

— Inmediatamente, Ser Thissell.

En el sobre podia leerse lo siguiente:

?COMUNICADO DE EMERGENCIA! ?URGENTE!

Thissell rasgo el sobre, abriendolo. El mensaje estaba firmado por Castel Cromartin, director ejecutivo de la Junta Intermundial de Policia, y, despues del ceremonioso saludo, decia:

«Las siguientes ordenes deben ejecutarse con la maxima diligencia. El notorio asesino Haxo Angmark viaja a bordo del Carina Cruzeiro rumbo a Fan. Fecha de llegada, 10 de enero T.U. Con las fuerzas adecuadas, arreste y encarcele a ese hombre al desembarcar. Esta orden debe ser realizada con exito; todo fracaso se considerara inaceptable.

«?ATENCION! Haxo Angmark es peligroso en grado sumo. Debe matarle ante la menor muestra de resistencia.»

Thissell estudio el mensaje, consternado. No esperaba nada similar al venir como representante consular a Fan; no tenia competencia ni vocacion para la captura de asesinos peligrosos. Meditativamente, se rasco la velluda mejilla gris de la mascara. La situacion no era totalmente desesperada; sin duda Esteban Rolver, director del

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