Cornely Welibus vivia desde hace unos quince anos en Fan, adquiriendo suficiente strakh para llevar con todo derecho su mascara de Viento del Sur. Esta consistia en un disco azul incrustado de lapizlazuli y rodeado por una aureola de brillante piel de vibora. Mas directo y cordial que Rolver, no solo le dio a Thissell su casa flotante, sino tambien un par de esclavos y una veintena de instrumentos musicales diferentes.

Turbado por su generosidad, Thissell balbuceo algo acerca de pagar, pero Welibus le interrumpio con un gesto amplio:

— Querido amigo, aqui estas minucias no valen nada.

— Pero una casa flotante…

Welibus ejecuto en su kiv un refinado floreo.

— Debo ser sincero, Ser Thissell. La embarcacion es antigua y esta algo deteriorada; yo no puedo permitirme usarla. Mi prestigio se resentiria. — Una graciosa melodia acompanaba sus palabras —. Usted aun no necesita preocuparse por su prestigio; lo que le hace falta es una casa, comodidad, y estar a salvo de los Hombres de la Noche.

— ?Los Hombres de la Noche?

— Los canibales que vagan por la costa despues de oscurecer.

— Ah, si. Ser Rolver me hablo de ellos.

— Cosas horribles. No los mencionemos ahora.

Un breve y estremecedor tremolo broto de su kiv.

— En cuanto a los esclavos — golpeo con el dedo indice el disco azul de su mascara —. Rex y Toby le serviran bien. — Alzo la voz y se acompano de un rapido golpeteo en su hymerkin —. ?Avan esx trobu!

Aparecio una esclava vestida con una docena de ajustadas cintas de tela rosada y una elegante mascara negra adornada con placas circulares de nacar.

— Fascu etz Rex ae Toby.

Aparecieron luego los nombrados, con ligeras mascaras de tela negra y chalecos de piel. Welibus se dirigio a ellos con un sonoro repique, informandoles que debian servir a un nuevo amo, so pena de retornar a sus islas nativas. Ambos, postrados, entonaron su promesa de servir a Ser Thissell con suaves voces graves. Thissell, nervioso, intento una frase en sirenes.

— Vayan a la casa flotante, limpienla bien, lleven comida.

Toby y Rex miraron inmoviles a traves de los agujeros de sus mascaras. Welibus repitio las ordenes con acompanamiento de hymerkin. Los esclavos se inclinaron y salieron.

Thissell contemplaba con angustia los instrumentos.

— No se como aprender a usar esas cosas.

Welibus se volvio a Rolver.

— ?Y Kershaul? ?No podriamos pedirle que diera alguna instruccion basica a Ser Thissell?

Rolver asintio con prudencia.

— Quiza lo hiciera.

Thissell pregunto:

— ?Quien es Kershaul?

— El tercer miembro de nuestro pequeno grupo de expatriados — respondio Welibus —. Un antropologo. ?No ha leido usted Zundar la maravillosa? ?Rituales de Sirene? ?El pueblo sin rostro? ?No? Es una pena. Todas son obras excelentes. Kershaul posee un gran prestigio, y segun creo visita Zundar de vez en cuando. Usa un Buho de las Cavernas, y en ocasiones un Vagabundo Estelar y hasta un Arbitro Sabio.

— Ahora lleva la Serpiente Ecuatorial — agrego Rolver —. El modelo de colmillos dorados.

— ?De veras? — respondio Welibus, con asombro —. Pues bien, se lo merece. Es una persona esplendida, y un buen amigo.

Y luego desgrano un pensativo acorde en su zachinko.

Pasaron tres meses, Thissell, instruido por Matthew Kershaul, practicaba el uso del hymerkin, el ganga, el strapan, el kiv, el gomapard y el zachinko. Segun Kershaul, el kamanthil doble, el krodatch, el slobo, el laud de agua y muchos otros podian esperar hasta que Thissell dominara los seis instrumentos basicos. Le presto registros de famosas conversaciones sirenesas en varias modalidades y acompanamientos, para que Thissell pudiera aprender las convenciones melodicas en boga y perfeccionarse en las sutilezas de la entonacion y los diversos ritmos, cruzados, compuestos, implicitos y omitidos. Kershaul sostenia que la musica sirenesa constituia un tema fascinante, y Thissell se vio obligado a reconocer que por lo menos era inagotable. Los instrumentos, afinados en cuartos de tono, admitian el uso de veinticuatro tonos; estos, multiplicados por los cinco modos de empleo general, proporcionaban ciento veinte escalas diferentes. Sin embargo, Kershaul le aconsejo que se concentrase primero en aprender la tonalidad fundamental de cada instrumento en solo dos modos.

Como no tenia nada urgente que hacer en Fan excepto visitar una vez por semana a Mathew Kershaul, Thissell llevo su casa flotante catorce kilometros al sur, a sotavento de un promontorio rocoso. Thissell, aparte de sus incesantes estudios, llevaba una vida idilica. El mar era sereno y cristalino; la playa, enmarcada por el follaje verde, gris y rojizo de la selva, se hallaba cerca cuando deseaba estirar las piernas.

Toby y Rex ocupaban dos cubiculos de proa; el usaba las cabinas de la parte posterior. De vez en cuando jugaba con la idea de un esclavo mas, quizas una muchacha joven, para agregar un elemento alegre y encantador a la familia; pero Kershaul se habia mostrado dubitativo, temiendo que de algun modo eso disminuyera la intensidad de su concentracion. Thissell estuvo de acuerdo y se consagro al estudio de los seis instrumentos.

Los dias se sucedian con rapidez. Thissell no se cansaba nunca del amanecer y del ocaso, de las nubes blancas y el mar azul del mediodia, del cielo nocturno en que fulguraban las veintinueve estrellas del Racimo Globular SI 1–715. El viaje semanal a Fan rompia la rutina. Toby y Rex recolectaban alimentos; Thissell se procuraba instruccion y consejos en la fastuosa casa flotante de Mathew Kershaul.

Pero tres meses despues de su llegada, un mensaje desorganizaba por completo su existencia. Haxo Angmark, agente provocador, habil y despiadado asesino, habia llegado a Sirene. «?Arreste y encarcele a ese hombre», decian las ordenes. «Haxo Angmark es peligroso en grado sumo. Debe matarle sin vacilar ante la menor muestra de resistencia.»

Thissell no estaba por cierto en su mejor forma. Troto cincuenta metros, empezo a jadear y continuo andando a traves de las sierras bajas coronadas de negros helechos y canas color claro, de las praderas donde amarilleaba la falsa nuez, de los huertos y los vinedos. Pasaron veinte minutos, y veinticinco, y Thissell, con una sensacion de peso en el estomago, supo que era demasiado tarde. Haxo Angmark ya debia haber desembarcado, y quiza recorria en sentido inverso ese mismo camino. Pero Thissell solo encontro cuatro personas: un muchacho con una mascara burlescamente agresiva de Isleno de Alk; dos chicas con el Ave Roja y el Ave Verde; un hombre con el Duende del Bosque. Al acercarse a ese hombre, Thissell se detuvo en seco. ?Se trataba acaso de Angmark?

Ensayo una estratagema. Le hizo frente, contemplo su repugnante mascara y dijo en el idioma de los Planetas Centrales:

— ?Angmark! ?Queda arrestado!

El Duende del Bosque le miro sin comprender, y siguio caminando por el sendero.

Thissell se interpuso en su camino. Busco su ganga, recordo la reaccion previa del caballerizo, y arranco un acorde del zachinko.

— Usted viene del espaciopuerto — canto —. ?Que ha visto alli?

El Duende del Bosque tomo su clarin de mano — un instrumento utilizado para escarnecer al adversario en el campo de batalla, para reunir los rebanos y, eventualmente, para demostrar una instantanea ferocidad — y repuso:

— De donde vengo y que he visto, son cosas que solo a mi me conciernen. Apartese o le pisare la cara.

Avanzo, y si Thissell no se hubiese apartado, el Duende del Bosque hubiera sido muy capaz de cumplir su amenaza.

Thissell se quedo mirando la espalda que se alejaba. ?Angmark? No era probable que tocara con tal

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