capitulo) estaba poblado por esencias variadas, y aun en ciertos puntos por carburante nacional. Conejos salvajes andaban a toda hora sobre los cespedes, buscando gusanos de tierra a los que esos animales son particularmente afectos. Sus largas colas arrastraban detras de ellos, produciendo ese rechinamiento caracteristico cuya perfecta inocuidad los exploradores gustan reconocer.

Un mackintosh domesticado con un collar de cuero rojo guarnecido de alabastro, se paseaba por las avenidas con aire melancolico, anorando sus colinas natales donde brotan los bagpiper.

El sol posaba sobre todas estas cosas su clara mirada de ambar hervido y la naturaleza de fiesta reia con todos sus dientes del mediodia, de los cuales tres de cada cuatro eran de oro.

Capitulo IV

Como el Mayor aun no encontro a Zizanie, sus aventuras tampoco han empezado y, en consecuencia, todavia no puede entrar en escena. Vamos a ir ahora a la estacion de Ville d'Avrille en el minuto en que el tren de Paris desemboco del tunel sombrio destinado a proteger de la lluvia una parte de la via ferrea que une Ville d'Avrille con Saint-Cloud.

Mucho antes de que el tren se detuviera completamente, una multitud compacta empezo a chorrear de las puertas con cerradura automatica de las que tanto se enorgullecian los habitues de la estacion Saint Lazare - aunque no sirvieran para mucho- hasta que se pusieron en la linea de Montparnasse esos coches llamados inoxidables que unen a las puertas automaticas los estribos que se levantan (o se bajan, a voluntad) lo que no es un juego.

Esta muchedumbre compacta empezo a escurrirse a tirones por la unica barrera guardada por Pustoc y sus pelos rojizos. Esta multitud compacta estaba constituida por un gran numero de jovenes de los dos sexos que unian a una falta total de personalidad una libertad de actitud tal, que el hombre de la barrera les dijo: 'Para ir a lo del Mayor, atraviesen la pasarela, tomen la calle frente a la estacion, despues la primera a la derecha, la primera a la izquierda y ya estan'. 'Gracias', dijeron los jovenes, que estaban munidos de ambos muy largos y de companeras muy rubias. Habia una treintena. Otros llegaron en el tren siguiente. Otros llegaron en autos. Todos iban a lo del Mayor. Subieron la avenida Gambetta con pasos lentos, gritando como parisienses en el campo. No podian ver lilas sin gritar: '?Oh!, lilas'. Era inutil. Pero les hacia ver a las muchachas que ellos conocian botanica.

Llegaron al treinta y uno de la calle Pradier. Antioche habia tenido el cuidado de dejar la reja abierta. Entraron en el hermoso parque del Mayor. El Mayor no estaba porque Zizanie debia llegar en auto. Hicieron rabiar al mackintosh que hizo: 'Pssh' y se fue. Subieron los escalones y entraron en el salon. Entonces Antioche desencadeno los vertigos armonicos del pick-up y la surprise-party, o la tal pretendida, empezo.

En ese momento, un auto resono en la reja, entro en el parque, subio por la avenida izquierda y viro para detenerse delante de la escalinata, se detuvo efectivamente y volvio a partir hacia atras porque el conductor se olvido de apretar los frenos, volvio a partir hacia adelante, se detuvo delante de la escalinata y quedo detenido.

Una joven bajo. Era Zizanie de La Houspignole. Y atras de ella venia Fromental de Vercoquin.

Se hizo un gran silencio y el Mayor aparecio en lo alto de la escalera.

Dijo: 'Buenos dias'… y se veia que estaba impresionado.

Capitulo II

(Es solamente el capitulo II porque las aventuras del Mayor empezaron en el capitulo precedente con la llegada de Zizanie)

Impresionado, pues, el Mayor bajo algunos escalones, estrecho la mano de los dos recien llegados y los introdujo en el gran salon adornado con parejas que jadeaban al son de Keep my wife until I come back to my old country home in the beautiful pines, down the Mississippi river that runs across the screen with Ida Lupino, el ultimo ritmo a la moda. Era un bluz de once medidas punteadas en el que el compositor habilmente habia introducido algunos pasajes de vals swing. Un disco de comienzos de surprise-party, no muy lento, arrastrado, haciendo suficiente ruido para cubrir los rumores de conversacion y de pies agitados. El Mayor, ignorando bruscamente la presencia de Fromental, tomo a Zizanie por el talle, con las dos manos, y le dijo: '?Baila conmigo?'. Ella contesto: 'Pero si…'. Y el deslizo su mano derecha cerca del cuello, mientras que, con su izquierda, apretaba los dedos de la criatura rubia, apoyados en su hombro musculoso.

El Mayor tenia una manera muy personal de bailar, un poco desconcertante al principio, pero a la cual uno se acostumbraba bastante rapido. Cada tanto, parandose sobre el pie derecho, levantaba la pierna izquierda de manera que el femur hiciera con el cuerpo, vertical, un angulo de 90°. La tibia continuaba paralela al cuerpo, despues se separaba ligeramente en un movimiento espasmodico, el pie se mantenia perfectamente horizontal durante todo ese tiempo. Vuelta la tibia a su posicion vertical, el Mayor bajaba el femur, despues seguia como si tal cosa. Evitaba los grandes pasos, que son fatigosos, y siempre estaba sensiblemente en el primer lugar, con una sonrisa bobalicona en los labios.

Sin embargo su espiritu le sugeria una original entrada en materia.

– ?Le gusta bailar, senorita?

– ?Oh!, si -respondio Zizanie.

– ?Baila a menudo?

– Eh… si -respondio Zizanie.

– ?Que prefiere? ?El swing?

– ?Ah!, si -respondio Zizanie.

– ?Hace mucho que baila el swing?

– Pero… si -respondio Zizanie con asombro.

Esta pregunta le parecia superflua.

– No piense ni por un instante -continuo el Mayor- que le pregunto esto porque me parezca que baila mal. Ciertamente seria falso. Usted baila como quien tiene la costumbre de bailar a menudo. Pero eso podria ser un don, y podria ser que usted bailara desde hace muy poco…

Rio tontamente. Zizanie tambien rio.

– En suma -prosiguio-, ?baila a menudo?

– Si -respondio Zizanie con conviccion.

En ese momento el disco se detuvo y Antioche se dirigio al instrumento para separar a los fastidiosos. El pick- up era automatico y nadie tenia por que acercarse. Pero una tal Janine, bastante peligrosa para los discos, estaba alli, y Antioche queria evitar toda complicacion.

Sin embargo, el Mayor dijo:

– Gracias, senorita -y se quedo.

Entonces Zizanie dijo:

– Gracias, senor -y se separo ligeramente, buscando a alguien con los ojos. Entonces Fromental de Vercoquin surgio y se apodero de Zizanie. En ese preciso momento sonaron los primeros compases de Until my green rabbit eats hot soup like a gentleman, y el Mayor sintio su corazon mordido por el aguijon de una pulga que estaba encajada entre su camisa y su epidermis.

Y Fromental, que, a pesar de las apariencias, y aunque la hubiera traido en su coche, conocia bastante poco a Zizanie, encontrada ocho dias antes en lo de amigos comunes, se sintio en el deber de hablarle durante el baile.

– ?Nunca habia venido a lo del Mayor?

– ?Oh!, no -respondio Zizanie.

– Uno no se aburre aqui -dijo Fromental.

– No… -respondio Zizanie.

– ?Nunca habia visto al Mayor?

– No, no -dijo Zizanie.

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