que habia establecido Dios para ellos, no era ojo por ojo, diente por diente. Era siete por uno.
Su mirada se habia clavado otra vez en mi con una fijeza ansiosa, como si vigilara en mi cara la menor aparicion de un gesto de incredulidad. Le devolvi la Biblia y me quite los guantes.
– Siete por uno… pero no se cumplio exactamente, ?no es cierto? -dije, sin dejar de estudiarla. Me daba cuenta de que empezaba de verdad a temerle.
– Dios mio, ?no te das cuenta? Se esta cumpliendo paso a paso. Y si nadie se entera, si nadie lo detiene, seguira y seguira.
– Todavia ni siquiera veo -dije- como podria haber sido el en los dos primeros casos que me contaste.
– Si, eso era tambien lo mas enloquecedor para mi. Desde que abri la Biblia y vi esa frase ya no tenia mas dudas de que habia sido el, pero no podia todavia imaginar como lo habria hecho cada vez. Solo pensaba en esto. Deje incluso de comer en esos dias, sentia como si tuviera una fiebre mental que me impedia hacer cualquier otra cosa. En realidad si creia saber como habia hecho en el caso de mis padres. Solo habia tenido que seguirme durante el primer verano hasta mi casa para ubicar el bosquecito de los hongos. Era el unico dato que le faltaba. Yo creo que volvio a viajar a Villa Gesell en secreto uno o dos dias antes de la fecha del aniversario y disperso hongos venenosos entre los comestibles, pero sin las volvas, para que no hubiera modo de distinguirlos.
Trate de imaginar a Kloster, el Kloster que aparecia en los diarios y afiches, ocupado en esos desplazamientos jardineriles.
– Supongo que es posible, aunque suena un poco complicado: parece mas bien el tipo de crimen que hubiera elegido para una de sus novelas -dije. Pero a la vez, y quiza por eso mismo, tuve que admitir para mis adentros, no me parecia tan irrazonable-. ?Y como se las habria arreglado en el caso de tu novio?
Luciana me miro con ojos brillantes, como si fuera a confiarme una formula prodigiosa que ella sola contra el mundo habia encontrado.
–
– ?Queres decir que enveneno el cafe de tu novio?
– No creo que haya sido un veneno: hubiera sido demasiado arriesgado. El tenia que saber que habria despues una autopsia de rutina. Yo creo que eligio una sustancia que los forenses en principio no buscaran, algo que pudiera provocarle una arritmia, o un principio de asfixia, o quiza calambres masivos. El fue nadador y seguramente sabe, por ejemplo, que el drenaje brusco de potasio provoca calambres. Pudo ser simplemente un diuretico poderoso. Al principio, apenas me di cuenta de como habia ocurrido todo, pense que debia convencer a los padres de Ramiro para que exhumaran el cadaver, pero ahora creo que seria peor. Estoy segura de que tambien esto lo calculo bien: no se encontraria nada y el quedaria otra vez fuera de sospechas.
– ?Y le contaste algo de todo esto a alguien?
Su mirada volvio a nublarse.
– A mi hermano. Esa madrugada, cuando todo se aclaro para mi, fui a verlo a su guardia en el hospital. Creo que estaba un poco exaltada: llevaba desde el entierro varios dias sin dormir. Me temblaban las manos y tenia una especie de excitacion febril. Le mostre la Biblia y le conte del juicio, de la muerte de la hijita de Kloster, de los cainitas y las venganzas de siete por uno. Le explique como pensaba yo que habia planeado las muertes en cada caso. Pero creo que me enrede un poco: no podia contarlo con la misma claridad con que habia visto todo. A partir de un momento adverti que habia dejado de escucharme y que me estaba estudiando con ojos medicos. Parecia verdaderamente alarmado. Me pregunto cuanto tiempo llevaba sin dormir y se fijo en el temblor de mis manos. Me dijo que esperara alli y salio por unos segundos de la salita. Habia dejado el libro que estaba leyendo sobre el escritorio. Lo di vuelta, porque me parecio ver algo horriblemente familiar en la tapa.
– Si era la novela que publico ese ano, no me parece demasiado extrano: tuvo todavia mas exito que la anterior, era dificil en todo caso encontrar alguien que
– Justamente. Por eso me abrumo tanto. Me di cuenta de la perfeccion de su plan. No era nada extrano: era lo natural. Que todo se inclinara a su favor. Es lo que te decia al principio: esa fue la parte quiza mas maquiavelica. Estar en todas las bocas. Convertirse en alguien publico. Situarse en una esfera mas alla del mundo de los simples mortales. Para que cuando yo intentara senalarlo todos me miraran con la cara que puso mi hermano, y corrieran a buscar psiquiatras.
– Pero despues de que te dieron el sedante…
– Me dieron otro sedante y despues otro. Para decirlo de manera elegante, fue algo asi como una cura de sueno. Hasta que me di cuenta de lo que debia hacer para salir de esa clinica y que dejaran de pincharme. Solo tenia que evitar que se me escapara la palabra con K.
Una lagrima de impotencia le corrio mejilla abajo. Se quito con dos tirones bruscos los guantes. Sus manos, que reaparecieron algo enrojecidas, parecian mas temblorosas que antes.
– Bien, creo que ya te dije lo peor. Pero queria que lo supieras todo. Estuve internada dos semanas y cuando sali, habia aprendido la leccion. No volvi a hablar con nadie mas de esto. El tiempo empezo a pasar otra vez. Paso un ano entero y despues otro. Pero esta vez yo no me enganaba. Sabia que era parte de su estrategia. Que las muertes se espaciaran. Eso fue quiza lo mas terrible: la espera. Me aleje de mis amigas; me quede sola. No queria a nadie cerca de mi. No sabia por donde vendria el proximo golpe. Tenia terror sobre todo por Valentina, que habia quedado a mi cargo, porque mi hermano ya se habia mudado a su propio departamento. No me animaba a dejarla sola en ningun momento. Esa espera que se prolongaba, vivir en vilo, la
– Me acuerdo. Me acuerdo perfectamente -dije, asombrado de no haber hecho nunca la conexion-: era un preso de una carcel de maxima seguridad, que salia a robar con permiso de la guardia penitenciaria. Pero al menos en este caso esta claro que no fue Kloster.
–
Por un momento tuve una sensacion de irrealidad. La boca de ella tenia un rictus colerico. Lo habia dicho de una manera tajante, con la determinacion sombria de alguien ganado para una causa fanatica, que no admite ninguna contradiccion. Pero apenas un instante despues rompio a llorar, en un murmullo apagado, con espasmos silenciosos, como si el esfuerzo de haber llegado hasta ahi la hubiera extenuado. Saco un panuelo de su cartera y lo estrujo en su puno despues de secarse los ojos. Cuando se repuso su voz sonaba otra vez como antes, controlada, extranamente calma y distante.