– Mi hermano trabajaba en esa epoca en la guardia hospitalaria de la carcel. Parece que fue ahi donde conocio a la mujer de este preso. Por desgracia tuvo algo con ella; los dos creian que estaban seguros porque este hombre debia cumplir una cadena perpetua. Nunca se imaginaron que tendria un arreglo con los guardias para salir a robar. Hubo un gran escandalo cuando todo salio a la luz. Los de Asuntos Internos tuvieron que hacer una investigacion exhaustiva. Fue entonces cuando descubrieron las cartas. Alguien le habia estado enviando al preso cartas anonimas a la prision, donde le contaba detalles de los encuentros entre mi hermano y su mujer. Las cartas estan en el expediente judicial y yo pude verlas. La escritura esta desfigurada, por supuesto. Con faltas de ortografia y errores gramaticales bien estudiados. Pero Kloster me dicto a mi durante casi un ano y no hubiera podido enganarme. Era el estilo de el. Unas cartas minuciosas, deliberadas, con detalles hirientes. Pensadas linea por linea para enloquecer y humillar a cualquier hombre. Las escenas… fisicas eran seguramente inventadas, pero daba datos muy precisos del bar donde se encontraban, de la ropa que llevaba ella cada vez, de como se burlaban entre los dos de el. Esas cartas fueron en realidad el arma del crimen. Y el que las escribio fue el verdadero asesino.

– ?Le dijiste algo de esto en ese momento a la policia?

– Pedi hablar con el jefe a cargo de la causa: el comisario Ramoneda. Un hombre que parecia al principio muy amable y dispuesto a escuchar. Le conte todo: el juicio, la muerte de Ramiro, el envenenamiento de mis padres, los rastros que habia reconocido del estilo de Kloster en esas cartas anonimas. Me escucho sin decir ni una palabra, pero me di cuenta de que no le gustaba la direccion que podia tomar todo el asunto si decidia tomarme en serio. Para ellos, al fin y al cabo, era un caso claro y cerrado. Creo que temia sobre todo que pudieran acusarlo, en medio de aquel escandalo, de querer desviar la culpa del servicio penitenciario. Me pregunto si entendia la gravedad de la acusacion que estaba haciendo y la ausencia absoluta de pruebas en todo lo que le habia dicho. Pero anoto de todos modos el nombre de Kloster y me dijo que enviaria a uno de sus hombres para hablar con el. Pasaron dos o tres dias y recibi un llamado para que volviera a su despacho. Apenas entre me di cuenta de que algo habia cambiado en el. Me hablaba con un tono entre paternal y amenazador. Me dijo que de acuerdo a lo delicado que era el caso y a todo lo que estaba en juego habia decidido ir el mismo a visitar a Kloster, porque no podia permitirse dejar ninguna pista suelta, por absurda que pudiera parecer. Kloster habia tenido, me dijo, una deferencia especial: estaba por salir a una recepcion en la Embajada Francesa y de todas maneras se habia hecho un tiempo para recibirlo en su estudio. No me conto nada sobre la entrevista pero era evidente que Kloster se las habia arreglado para impresionarlo: seguramente terminaron hablando de sus novelas policiales. Antes de que yo pudiera hacerle ninguna pregunta saco una hoja manuscrita con mi letra que puso sobre el escritorio y que reconoci de inmediato. Era una carta que yo le habia enviado a Kloster despues de la muerte de mis padres. Una carta donde le pedia perdon por haber iniciado esa demanda.

– ?Le enviaste una carta de disculpa a Kloster? De esto no me habias dicho nada.

– Fue cuando sali de esa clinica. Yo estaba confundida, aterrada. No queria vivir el resto de mi vida a la espera de que murieran todos los que estaban a mi alrededor. Crei que si le pedia perdon humildemente, que si le rogaba y me atribuia toda la culpa, se detendria. Fue un error, en un momento de desesperacion. Pero cuando trate de explicarselo al comisario, el saco otro papel: el registro de mi ingreso a la clinica psiquiatrica donde me hicieron la cura de sueno. Dijo que, por supuesto, habia tenido que investigarme tambien un poco a mi. Cambio entonces de tono, como si me hubiera dejado al descubierto y ya no quisiera perder mas tiempo conmigo. Me pregunto si me daba cuenta de que con la misma falta de pruebas alguien suficientemente imaginativo o trastornado podria tambien senalarme a mi. Despues volvio a su tono paternal y me aconsejo que aceptara las cosas tal como habian ocurrido: la muerte de mi novio habia sido un accidente por negligencia, la de mis padres una tragedia, pero no habia nada mas alli. Ellos ahora tenian al asesino de mi hermano y esto si que era otra cosa: ?no me acordaba yo acaso que habian encontrado a esa bestia con sangre de mi hermano todavia en la boca? ?Queria yo ahora que lo dejaran ir para perseguir a un escritor que tenia la cruz de honor de la Legion Francesa y con el que yo habia tenido no se que problemita personal cinco o seis anos atras? Se levanto de su silla y me dijo que no podia ayudarme mas, pero que habia un fiscal de la causa por si yo queria ir con mis historias a el.

– Pero no fuiste -dije.

Me miro con una expresion derrotada.

– No, no fui -dijo.

Hubo un largo silencio desamparado, como si al terminar de contarlo todo solo hubiera logrado encerrarse mas en si misma. Habia quedado encogida en el sillon, un poco encorvada hacia delante, con las manos entrelazadas sobre las rodillas y sus hombros y su cabeza se movian en pequenas sacudidas, con un balanceo involuntario. Parecia a punto de tiritar.

– ?No quedo nadie de tu familia que pudiera ayudarte?

Nego con la cabeza, con una lentitud resignada.

– De mi familia solo quedan mi abuela Margarita, que esta desde hace anos postrada en un geriatrico, y mi hermana Valentina, que todavia no termino el colegio.

– ?Que ocurrio despues? Porque desde la muerte de tu hermano ya pasaron algunos anos, ?no es cierto?

– Cuatro anos. Esta dejando pasar otra vez el tiempo. Estos periodos son para mi el peor martirio. Vivo casi enclaustrada, vigilando constantemente a Valentina. Me volvi obsesiva con los cruces de calle, las cerraduras, las llaves del gas. Pero por supuesto ya no puedo controlar del todo a mi hermana. No puedo evitar que salga cada tanto con sus amigas. Dios mio, a veces incluso la segui sin que lo supiera, para asegurarme de que el no estuviera detras de ella. Solo voy los sabados a la tarde a ver a mi abuela, pero deje un papel firmado para que no se le permita ninguna visita que no sea la de nosotras dos. Temo que el pueda entrar con cualquier excusa, con un disfraz…

– Pero por lo que me contaste hasta ahora parece preferir metodos siempre indirectos. ?O crees que se arriesgaria personalmente?

– No se. No se. Es enloquecedor no saber que vendra a continuacion. Yo trate de tomar todas las precauciones posibles. Pero no pueden tomarse todas las precauciones posibles. Es tan dificil… En todos estos anos no habia vuelto a verlo y aunque no me olvidaba en ningun momento, esta espera habia llegado a parecerme a mi misma lejana, irreal. Como si estuviera sostenida solo por mi. Porque solamente yo sabia. Solamente yo y el. Hasta que ayer lo vi otra vez. Creo que fue un descuido de su parte. Creo que por primera vez tengo una ligera ventaja. O quiza no, tal vez esta tan confiado que se dejo ver, como en el cementerio. Yo habia salido de la visita a mi abuela y entre a una tienda de muebles antiguos que esta debajo del geriatrico. En un momento mire hacia la calle a traves de la vidriera y lo vi de pie en la vereda de enfrente, con la mirada clavada en las ventanas altas del geriatrico. El semaforo le permitia cruzar, pero el estaba inmovil junto al cordon, como si estuviera estudiando la fila de ventanas o un detalle de la arquitectura del edificio. No me vio. Miro todavia unos segundos mas hacia arriba y despues doblo hacia la otra esquina para alejarse, sin llegar a cruzar la calle.

– ?Es un edificio antiguo? ?No podia ser que estuviera admirando un vitraux o las molduras de los balcones?

– Si, quiza: supongo que eso es lo que diria el. Pero mi abuela esta en una de esas habitaciones altas que dan a la calle.

– Ya veo… Y esto ocurrio ayer. ?Fue por eso que decidiste llamarme?

– Fue por eso y por algo mas. Algo que seria casi comico si me quedaran ganas de reirme. Mi hermana esta ahora en el ultimo ano del colegio secundario y hace algo mas de un mes la profesora de literatura decidio darles a leer la novela de un autor contemporaneo. Entre todos los escritores argentinos adivina a quien eligio.

– No sabia que Kloster habia llegado a los colegios secundarios: supongo que debe alborotar bastante a los adolescentes.

– Si, creo que esa es la palabra, si uno quisiera decirlo con suavidad. Valentina quedo totalmente trastornada con la novela, creo que se la termino en dos dias. Nunca la habia visto antes interesarse por un libro pero durante estas ultimas semanas devoro todos los libros de Kloster que encontro en la biblioteca del colegio. Y despues… convencio a su profesora para que lo invitaran al colegio, a charlar con los alumnos. Ayer a la noche me conto que Kloster habia aceptado. Estaba feliz, radiante, porque lo conoceria en persona. Y me dijo algo que me dejo temblando: que iba a intentar hacerle una entrevista para la revista del colegio.

– ?Pero no le contaste nada en estos anos? ?No sabe ella acaso…?

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