Pense, demasiado tarde, que aquello debio sonarle como una ironia y que tal vez, sin darme cuenta, la habia lastimado. Pero Luciana me respondio como si acabara de darle una prueba decisiva a su favor.

– Justamente: esa es parte de su estrategia. Que nadie lo crea posible. Cuando nos conocimos me decias de el que era un escritor secreto. En esa epoca despreciaba todo lo que tuviera que ver con la exposicion publica, yo misma lo escuche rechazar cien veces reportajes. Pero en estos anos busco deliberadamente esa fama, porque ahora la necesita. Es su pantalla perfecta. La necesitaria, si alguien quisiera investigar -dijo con amargura-, si alguien estuviera dispuesto a creerme.

– Pero ?que motivo podria tener Kloster…?

– No se. Eso es lo mas desesperante. Aunque con el tiempo… me forme una idea. Lo unico que podria darle sentido a todo. En realidad, hay un motivo: una demanda que le inicie cuando volvi a trabajar con el. Pero visto a la distancia fue algo menor. Ni siquiera llegamos a la instancia del juicio. No puedo creer que todavia se este vengando: es algo terriblemente desproporcionado. Cuanto mas lo pienso menos puedo creer que sea la verdadera causa.

– ?Una demanda contra Kloster? Yo pensaba que era el jefe perfecto, la ultima vez que te vi parecias contenta de volver a trabajar con el. ?Que paso desde entonces?

La cafetera que habia dejado sobre la hornalla empezo a crepitar. Fui hasta la cocina, volvi con dos tazas de cafe y espere a que ella se sirviera el azucar. Revolvio con la cucharita de una manera interminable, como si intentara ordenar sus pensamientos. O quiza, estuviera midiendo hasta donde contarme.

– ?Que paso? Desde hace anos que me pregunto cada dia que paso exactamente. Es como si fuera una pesadilla: puedo contar cada cosa por separado y solo pareceria una cadena de desgracias. Pero todo empezo despues de ese viaje, cuando volvi a trabajar con el. El primer dia estaba de buen humor. Me pregunto en un descanso, mientras preparaba el cafe, que habia hecho yo durante aquel mes que el no habia estado. Le conte, sin ni siquiera detenerme a pensarlo, que habia trabajado con vos. Al principio parecia solamente intrigado: quiso saber quien eras, y de que trataba la novela que me habias dictado. Creo que te conocia un poco, o fingio conocerte. Le conte que te habias fracturado la mano. No era mas que una conversacion casual pero me parecio percibir de pronto por el tono de la voz y algo en la insistencia de las preguntas que parecia absolutamente celoso, como si diera por sentado que habia pasado algo entre nosotros. Creo que varias veces estuvo a punto de preguntarmelo de una manera directa. Y en los dias siguientes cada tanto volvia a rondar de una u otra manera sobre ese mes en blanco. Incluso leyo uno de tus libros y volvio otra vez a sacarme el tema para burlarse de lo que escribias. Yo nunca decia nada y eso solo parecia irritarlo mas. Pero una semana despues cambio de estrategia. Estuvo silencioso como nunca; apenas me hablaba y crei que estaba pensando en echarme.

– Era lo que yo imaginaba -dije-: estaba enamorado de vos.

– Esos dias fueron los mas dificiles. No me dictaba una palabra y solo caminaba alrededor del cuarto, como si estuviera decidiendo otra cosa que no tenia nada que ver con su novela. Algo que tenia que ver conmigo. Y de pronto, una manana, empezo a dictarme otra vez de manera normal, como si nada hubiera ocurrido. En realidad, no del todo normal: parecia como si tuviera un rapto de inspiracion, como si estuviera poseido. Siempre me habia dictado hasta entonces a lo sumo uno o dos parrafos por dia y volvia a corregirlos maniaticamente, linea por linea. Pero ese dia me dicto de corrido una escena larga y bastante horrorosa: una sucesion de crimenes, un degollamiento de esta secta de asesinos religiosos. Parecia transfigurado, nunca me habia dictado tan rapido, yo a duras penas podia seguir el hilo. Pero pense que todo volvia a estar bien. Me importaba mucho en esa epoca trabajar y estaba bastante angustiada por la posibilidad de que el quisiera despedirme. Me dicto a ese ritmo durante casi dos horas y a medida que avanzabamos parecia ponerse cada vez de mejor humor. Incluso, cuando me detuve para ir a preparar mas cafe, hizo por primera vez en ese tiempo un par de chistes. Me puse de pie y senti al enderezarme que el cuello se me habia entumecido. Yo tenia en ese tiempo un problema cervical -me dijo, como si fuera una explicacion demorada y quisiera probarme ahora su inocencia.

– Si: me acuerdo muy bien -dije secamente-. Aunque siempre sospeche un poco de tus dolores de cuello.

– Pero los tenia -dijo, como si le importara mas que nunca que le creyera. Hubo un silencio, su mirada se desvio hacia la ventana y quedo algo perdida, como si todavia pudiera ver a traves de los anos la escena detenida en el tiempo-. Yo habia quedado de espaldas a el y cuando hice sonar el cuello senti que uno de sus brazos me rodeaba desde atras. Me di vuelta y el… trato de besarme. Hice un primer movimiento para liberarme pero me tenia aprisionada por el cuello y no parecio registrarlo, como si no alcanzara a entender que me estuviera resistiendo. Entonces grite. No demasiado, solo queria que me soltara. En realidad yo estaba mas sorprendida que escandalizada. Como te dije esa vez que me preguntaste: para mi era como si fuera mi padre. El se quedo paralizado. Creo que recien entonces advirtio lo que habia hecho y las consecuencias… Su mujer, aunque estaba en el piso de arriba, quiza me hubiera oido. Golpearon a la puerta. El fue a abrir; estaba muy palido. Era Pauli, su hijita. Habia escuchado el grito y pregunto mirando hacia mi que me habia pasado. El le dijo que no se preocupara, que yo habia visto una cucaracha, y le pidio que volviera a jugar a su cuarto. Quedamos otra vez solos. Yo habia recogido mis cosas y le dije que no pisaria nunca mas esa casa. Estaba muy nerviosa; no podia evitar que se me cayeran las lagrimas y eso me enfurecia mas. El me pidio que lo olvidaramos todo. Me dijo que habia sido una terrible equivocacion, pero que en todo caso no toda la culpa era suya porque yo le habia dado senales. Y dijo algo todavia mas hiriente… como si diera por sentado que yo me habia acostado con vos. Eso me saco completamente de quicio. Pude ver en ese momento, con claridad perfecta, lo que le habia pasado por la cabeza. Antes de su viaje el me adoraba. Me lo habia dejado saber de esa manera muda que tienen los hombres, pero creo que jamas se le hubiera ocurrido tocarme. Desde que habia regresado, en cambio, me consideraba poco menos que una puta, con la que tambien el podia tirarse un lance. Volvi a gritarle y creo que ya no me importaba que su mujer pudiera escucharme. El se acerco como si quisiera hacerme callar y le dije que si me tocaba otra vez le haria un juicio. Volvio a pedirme disculpas y quiso tranquilizarme por todos los medios. Abrio la puerta y se ofrecio a pagarme los dias que habia trabajado durante ese mes. Yo solo queria irme cuanto antes de ahi. Cuando sali a la calle me eche a llorar: ese habia sido mi primer trabajo y yo habia llegado a confiar absolutamente en el. Llegue a mi casa mas temprano que de costumbre y mi madre se dio cuenta de inmediato de que habia estado llorando. Tuve que contarle.

Alzo la taza de cafe con una mano temblorosa y tomo un sorbo. Parecia haber quedado por un momento perdida en el recuerdo, con los ojos sumidos en la taza.

– ?Y que te dijo ella? -pregunte.

– Solo me pregunto si yo lo habia provocado de alguna manera. A ella la habian despedido de su empresa, ese fue en realidad el motivo por el que yo habia empezado a trabajar, y ahora estabamos las dos sin trabajo. Su abogada laboral habia ganado el juicio por indemnizacion y mi madre me dijo que iriamos a verla juntas porque no podiamos dejar que aquello quedara asi. Acordamos que no le diriamos nada a mi padre hasta que todo terminara. Fuimos al estudio de la abogada ese mismo dia. Una mujer terrible. Me daba miedo a mi. Gorda, enorme, con los ojitos achinados, rebalsaba detras de su escritorio. Parecia el maton de un sindicato. Odiaba a los hombres, nos dijo que tenia una cruzada personal contra ellos y que nada la hacia mas feliz que poder despedazarlos. Me llamaba m'hijita. Me pidio que le contara todo y se lamento de que el no hubiera estado un poco mas insistente y que hubieramos tenido ese unico episodio. Me pregunto si me habian quedado marcas o magullones del forcejeo. Tuve que decirle que no hubo en realidad ninguna clase de violencia. Me dijo que no podriamos demandarlo por acoso sexual pero que de alguna manera se las arreglaria e incluiria la palabrita al principio de la demanda, para ponerlo nervioso. El juicio, me explico, derivaria finalmente en una demanda laboral por los aportes sociales y de jubilacion que el no me pagaba. Lo que habia ocurrido entre nosotros habia sido adentro de un cuarto cerrado, sin testigos: seria la palabra de el contra la mia y por esa linea no podriamos avanzar demasiado. Me pregunto si el estaba casado y cuando le dije que si parecio mas contenta que nunca: me dijo que los casados eran los mas asustadizos y que solo teniamos que pensar en la cifra que le sacariamos. Hizo en una calculadora la suma de lo que debia pagarme de acuerdo con la ley y le agrego lo que correspondia a una indemnizacion. Era una cantidad que me parecio fabulosa, mas de lo que habia ganado en todo ese ano de trabajo. Me dicto para que escribiera con mi letra el texto de una carta documento. Yo le pregunte si no podiamos cambiar en el encabezamiento la formula de acoso sexual por otra mas leve. Me dijo que de ahora en mas tenia que hacerme a la idea de que el era mi enemigo y que de todos modos el rechazaria todo lo que le estabamos imputando. Fui sola hasta el Correo. Mientras esperaba en la cola tuve el presentimiento de que estaba por poner en marcha algo que tendria consecuencias irreparables, que aquella carta

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