cuenta en el banco y deposite el cheque, pero pasaron los dias y no me decidia a tocar ese dinero. Pense durante un tiempo en donarlo a una institucion benefica, pero tenia un temor supersticioso de tocarlo, aun para algo asi, como si pudiera mantener las cosas quietas, detenidas, de ese modo. Creia que apenas retirara la minima parte se desencadenarian las represalias. Empece a obsesionarme con la idea de que Kloster estaba tramando algo terrible contra mi. Por eso habia condescendido a darnos el dinero sin ninguna discusion. Llegue a hablar con mi novio sobre algo de esto, aunque nunca le conte que Kloster habia querido besarme. Solo le dije que habiamos tenido un juicio laboral, que el habia perdido mucho dinero y que temia que se tomara una venganza contra mi de algun modo. En esos dias Kloster publico una novela. No era la que me estaba dictando, sino otra que habia terminado antes de que yo empezara a trabajar con el. La que habia corregido en su viaje a Italia.

– El dia del muerto. Me acuerdo perfectamente. Salio a la par de la que te dictaba yo. Fue el primer gran exito de Kloster.

– Yo recuerdo que se convirtio muy pronto en uno de los libros mas vendidos, encabezaba las listas en los diarios, estaba en todas las vidrieras, lo veia incluso en las gondolas del supermercado. Cada vez que pasaba por una libreria me hacia acordar con un estremecimiento de su nombre. Para tranquilizarme, mi novio me dijo que Kloster debia haber recuperado mucho mas de esa suma y ya se habria olvidado de mi. Pero yo empece a notar otra cosa.

– ?Que?

– Lo que hablabamos antes. Hasta entonces, y vos me lo habias hecho notar a mi, Kloster era un escritor que odiaba aparecer en publico. Y de pronto, empezo a convertirse en alguien famoso. Parecia como si buscara a proposito aparecer en todos lados, todo el tiempo.

– Quiza tuvo que ver con que se quedo solo.

– Si, yo tambien pense al principio algo asi, que estaba buscando consuelo en esa ola de reconocimiento, y ocupar el tiempo de cualquier modo para olvidar la muerte de su hija. Pero aun asi, era algo totalmente contrario a su naturaleza. Esto me hizo sospechar que formaba parte de otro plan. De todas maneras, me deje convencer por mi novio de que Kloster estaba demasiado ocupado con su libro como para volver a pensar en mi. Ese ano Ramiro habia terminado su carrera de Instruccion Fisica y habia conseguido que lo contrataran como guardavidas en una de las playas de Villa Gesell. Antes de que empezara la temporada queria hacer un viaje a Mexico. Era algo que hacia tiempo estaba planeando y me pregunto si queria acompanarlo, para olvidarme de todo aquel asunto.

Me parecio que podia ser una buena idea y use en el viaje una parte del dinero de la indemnizacion. Nos demoramos visitando pueblitos casi un mes mas de lo que habiamos previsto y volvimos a principios de diciembre, para la fecha en que el debia presentarse a trabajar. Yo me quede en Buenos Aires para rendir mis finales pero mis padres, con Valentina y Bruno, ya estaban tambien en Gesell y apenas termine con todo tome uno de los micros nocturnos. Queria darle una sorpresa a Ramiro y fui desde la terminal directamente a su parador para desayunar con el. Nos sentamos en el barcito de la playa. Era temprano; no habia demasiada gente todavia y cuando mire a mi alrededor vi en una de las mesas vecinas a un hombre con short de bano, ojotas y el torso ya bronceado, como si hubiera llegado varios dias antes. Casi di un grito al reconocerlo. Era Kloster. Tomaba un cafe y leia el diario y fingia no verme, aunque estaba apenas a unos metros de distancia.

– ?Y no podia ser una simple casualidad que estuviera ahi? En un tiempo muchos escritores veraneaban en Gesell. Quiza la casa que alquilaba estaba cerca de esa bajada.

– ?Que entre todos los balnearios de la costa hubiera elegido precisamente Gesell? ?Y que entre todos los paradores justo el de mi novio? No. Ya era bastante extrano que hubiera elegido ir a Gesell. Y el sabia que yo pasaba todos los veranos alli. Se lo senale a Ramiro con disimulo y tambien me dijo que quiza fuera una casualidad. Le pregunte si era la primera vez que lo veia. Me dijo que lo encontraba todas las mananas sentado en la misma mesa desde hacia una semana. Que despues de leer el diario iba al agua y nadaba mar adentro, muy lejos. En realidad creo que estaba sorprendido y quiza un poco celoso de que aquel fuera el escritor que me dictaba; yo le habia hablado muy poco de el y supongo que lo imaginaba mucho mas viejo, quiza como un raton de biblioteca. Sentado ahi con el torso desnudo Kloster realmente parecia un atleta; habia recobrado algo de peso y estaba rejuvenecido con el sol y el aire de mar. Mientras hablabamos de el fue hacia la orilla y nado con unas brazadas largas y serenas hasta sobrepasar la rompiente. Se internaba cada vez mas lejos en el mar; al principio se distinguian los brazos al alzarse, pero despues de pasar la ultima linea de boyas se convirtio en un punto cada vez mas dificil de ubicar entre las olas. En un momento lo perdi por completo de vista. Ramiro me paso el largavista de su equipo. Pude ver que todavia nadaba con el mismo ritmo reposado, como si recien empezara a bracear. Le pregunte a mi novio que ocurriria si tenia de pronto un calambre tan lejos de la costa y necesitaba que lo rescataran. Lo mas probable, reconocio, es que llegara demasiado tarde. ?Entonces?, le pregunte. No podia entender que lo dejara ir tan lejos. Me dijo, incomodo, que era una cuestion de codigo: el tipo era grandecito y evidentemente sabia lo que hacia. Volvi a mirar por el largavista y dije en voz alta que parecia increible que pudiera conservar todavia el mismo ritmo. Enseguida me arrepenti. Ramiro parecio picado y me dijo que al llegar, todas las mananas, el tambien nadaba una distancia asi como parte de su entrenamiento para el puesto. Nos quedamos callados hasta que vimos reaparecer a Kloster, que volvia nadando de espaldas. Se dio vuelta a ultimo momento, antes de que lo arrastrara la rompiente, echo la cabeza hacia atras para quitarse con el agua el pelo de la cara, y salio caminando a grandes pasos. No parecia ni siquiera un poco cansado. Paso casi frente a nosotros todavia chorreante y sin mirarnos, recogio sus cosas de la mesa, dejo un billete y unas monedas y se fue. Le pregunte a mi novio si volvia despues por la tarde y me dijo que no. Tampoco lo habia visto a la noche por el centro. Tuvimos entonces una discusion. Yo le pedi que por favor no desayunara mas ahi y fuera al parador vecino. Me pregunto, molesto, por que deberia hacer algo asi. Yo no podia explicarle lo que verdaderamente pensaba. Ni yo misma sabia muy bien que era lo que temia. Le dije que queria acompanarlo, desayunar todas las mananas con el y que me incomodaba que Kloster estuviera tan cerca. Me respondio entonces que no podia alejarse de su silla, que el no tenia por que moverse y que en todo caso el que deberia buscarse otro parador era Kloster. Pero a mi me parecio que habia algo mas en esa irritacion repentina.

Se habia interrumpido de pronto y despues de un segundo se inclino hacia delante para apagar el cigarrillo en el cenicero y retorcio la punta contra la superficie de vidrio una y otra vez, como si un recuerdo en particular le resultara humillante y no se decidiera a continuar. Encendio otro cigarrillo y cuando expulso la primera bocanada, hizo un gesto con la mano que tanto podia ser solo una manera de apartar el humo como un modo involuntario de reconocer que ya aquello no importaba. En todo caso, despues de aspirar otra vez, parecio encontrar las fuerzas para seguir. -Creo que lo que en realidad le habia molestado es que yo quisiera ir a desayunar con el. Habia una camarera muy linda, bastante provocativa, que atendia las mesas con una pollera muy corta y arriba solamente el corpino de la bikini. Yo me habia dado cuenta, apenas la vi, de que habia demasiadas risitas y miradas entre ellos. Cuando le dije algo de esto se enfurecio mas, y por supuesto lo nego todo. Pero yo pensaba que de verdad estaba en peligro y no estaba dispuesta a apartarme y dejarlo solo por una escena de celos. Asi que fui otra vez, a la manana siguiente. Llegue un poco mas temprano, a la hora en que empezaba su guardia, y nos sentamos en la misma mesa. Kloster aparecio un poco despues, antes de que hubieramos alcanzado a pedir el desayuno. Pero en vez de elegir una de las mesas de afuera, entro al bar y se sento contra la barra. Yo lo vi en principio como una buena senal, el reconocimiento de que me habia visto ahi pero no queria enfrentarme. Me pregunte por un momento si era posible, como habia dicho Ramiro, que coincidir en ese parador con Kloster se debiera a una simple casualidad. No queria tampoco fijarme demasiado en el y cuando la camarera trajo nuestro desayuno me quede concentrada en mi taza y trate de conversar con Ramiro como si Kloster no existiera. Y la camarera tampoco. Creo que Ramiro era el mas feliz de que Kloster se hubiera replegado a la barra y de que las cosas pudieran quedar de ese modo. Estaba de buen humor y apenas termino su desayuno corrio a la orilla, se metio en el mar dando saltos y se zambullo por sobre la rompiente para nadar mar adentro. Supongo que queria impresionarme. Yo me quede mirando su cabeza detras de las boyas, cada vez mas lejana. Habia dejado el largavista sobre la mesa y lo segui por un rato. Daba unas brazadas mas energicas que Kloster y levantaba con la patada una estela de espuma, pero no parecia deslizarse con tanta facilidad. Me parecio ademas que empezaba a cansarse: el cuerpo se le retorcia un poco cuando sacaba la cabeza para respirar, perdia la linea y los movimientos se volvian espasmodicos. Lo vi detenerse y descansar un momento haciendo la plancha. Parecia agitado, exhausto. Y no creo que hubiera llegado ni a la mitad del trecho que habia nadado Kloster la manana anterior. Aun al bajar el largavista yo todavia divisaba su cabeza y sus hombros en el mar. Volvio nadando mas lento y cuando estaba cerca de la orilla, para demostrar no se que, hizo unos metros estilo mariposa, dirigido mas a la camarera, empece a sospechar, que a mi. Cuando lo vi salir, con la respiracion agitada, como si no consiguiera recobrar el aliento, crei entender cual era el plan de Kloster.

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