volumen de sonido o completamente desconectado, a menos que especificamente quisiesen hablar con los seres humanos.

En este momento regresaron los hombres del tiempo. Easy miro a su hijo por el rabillo del ojo y le pregunto sin volverse:

—?Traeis algo util esta vez? McDevitt contesto brevemente.

—Si. ?Puede traducirlo Benj?

—No. Parece que tienen algun problema. Diselo tu mismo. Con algun suceso como este, Dondragmer tiene que estar en el puente, o regresara cuando llegues alli. Aqui usa este asiento y el microfono.

El meteorologo obedecio sin vacilar. Seria la ultima vez durante muchos meses que haria este cumplido a Easy. Mientras se sentaba, comenzaba a hablar.

—Dondragmer, tendras unas diecinueve horas mas de visibilidad reducida. La niebla congelada durara menos de una hora; la temperatura esta bajando y la niebla se convertira en cristales de amoniaco, que no se pegaran a tus ventanas. Si puedes librarte del viento que tienen ya, por lo menos podras ver la nieve a traves de ellas. El viento decrecera gradualmente durante cinco horas mas. Para entonces, la temperatura sera lo bastante baja; asi que no necesitas preocuparte por la fusion eutetica. Las nubes seran mas altas durante cuarenta y cinco horas mas…

Continuaba, pero Easy habia dejado de escucharle.

Hacia el final de la segunda frase de McDevitt, mucho antes de que el inicio de su mensaje pudiese haber alcanzado Dhrawn, un mesklinita se habia acercado al microfono del puente, tan cerca que su grotesco rostro llenaba casi toda la pantalla. Uno de sus brazos, equipados con pinzas, se extendio a un lado, fuera de la vista, y Easy supo que estaba activando el transmisor sonoro. No se sintio sorprendida de ver que el capitan hablaba en un tono mucho mas calmoso de lo que ella habria hecho bajo las mismas circunstancias.

—Easy, o quienquiera que este de guardia, por favor, enviad un informe especial a Barlennan. La temperatura ha subido de seis a ciento tres grados en los ultimos minutos, el hielo de las ventanas se ha derretido y estamos flotando.

III. EL CENTRO NERVIOSO

Quiza no fuera muy amable por parte de Dondragmer haber dado su informe en el lenguaje humano. El tiempo que se necesitaba para una traduccion podria haber amortiguado un poco el choque para McDevitt. Como el meteorologo dijo mas tarde, lo peor era comprender que su propia prediccion estaba en camino hacia Dhrawn y que nada podia detenerle. Durante un momento sintio un impulso salvaje de coger una nave y alcanzar las ondas de radio que se dirigian al planeta para interceptarlas de los receptores del Kwembly. La idea fue solo un centelleo; pues eso puede hacerse solamente en treinta y dos segundos. Ademas, ninguno de los botes que estaban entonces en la estacion era capaz de volar mas rapido que la luz. La mayoria eran utilizados para suplir a los satelites de imagenes reflejadas.

A su lado, Easy no parecia haber advertido la discrepancia entre la prediccion y el informe de Dondragmer; por lo menos, no le habia mirado con la expresion con que lo habrian hecho nueve de cada diez de sus amigos. «Bien, ella no lo hace —penso—. Por eso esta en este puesto.»

La mujer manipulaba de nuevo su conmutador selector, con la atencion enfocada en una pantalla mas pequena sobre las cuatro que correspondian al Kwembly. Al principio, un indicador al lado de esta pantalla se ilumino con una luz roja; mientras hacia funcionar sus conmutadores se volvio verde, y la imagen de una habitacion, parecida a una oficina, con una docena de mesklinitas a la vista, aparecio en la pantalla. Instantaneamente Easy comenzo su informe.

Fue breve. Todo lo que podia dar era una repeticion de las ultimas frases de Dondragmer. Mucho antes de que en la pantalla hubiese alguna evidencia de que sus palabras estaban siendo recibidas, habia terminado.

Sin embargo, cuando llego la respuesta, fue satisfactoria. Todos los cuerpos oruguiformes que podian verse saltaron hacia el microfono. Aunque Easy nunca habia aprendido a leer las expresiones en los «rostros» mesklinitas, solo habia una forma de interpretar los brazos que se movian salvajemente y las pinzas chasqueantes. Una de las criaturas salio corriendo por una puerta semicircular en el otro extremo de la habitacion y desaparecio. A pesar de su coloracion roja y negra, Easy se acordo de cuando habia visto unos cuantos anos antes a una de sus hijas inhalando una cinta de espaguetis. Para los ojos humanos, un mesklinita corriendo bajo cuarenta gravedades terrestres parecia no tener piernas.

Todavia no se recibia ningun sonido desde Dhrawn, pero en la sala de Comunicaciones de los humanos habia un creciente zumbido de conversaciones. Encontrarse en dificultades no era extrano para los vehiculos de exploracion. En general, los mesklinitas que las sufrian se las tomaban mucho mas tranquilamente que los seres humanos que las observaban sin poder hacer nada. A pesar de la falta de intercomunicadores en la estacion, la gente comenzo a entrar en la habitacion y a llenar los asientos generales. En las areas delanteras monitorizadoras, pantalla tras pantalla fue dirigida hacia la unidad «del cuartel general» en la colonia. Mientras tanto, Easy y Mersereau dividian su atencion entre los cuatro equipos que informaban desde el Kwembly, dirigiendo unicamente una mirada ocasional a la otra imagen.

En las pantallas no se notaba que el vehiculo estuviese flotando, porque los transmisores compartian todos sus movimientos y habia muy pocas cosas sueltas por cuyos movimientos pudiera detectarse cabeceos o balanceos. El grueso de la tripulacion eran marineros bien entrenados. Los habitos de toda una vida les impedian dejar cosas sin fijar. Easy vigilaba la pantalla del puente mas que las otras, con la esperanza de localizar algo en el exterior que le diese una pista de lo que estaba ocurriendo; pero por las ventanas no se veia nada reconocible.

Despues las hojas de vidrio fueron bloqueadas una vez mas, mientras Dondragmer regresaba al primer plano y ampliaba su informe.

—No parece haber peligro inmediato. El viento nos empuja con bastante rapidez, a juzgar por nuestra estela. Nuestro rumbo magnetico es 66. Flotamos sumergidos hasta la cubierta dos. Nuestros cientificos estan intentando computar la densidad de este liquido, pero nadie se ha molestado nunca en disenar paneles deslizantes en este casco, al menos que yo sepa. Si vosotros, seres humanos, teneis por casualidad esa informacion, nos gustaria recibirla. Estaremos seguros, a menos que tropecemos con algo solido, y no puedo adivinar que probabilidades hay de eso. Toda la maquinaria funciona perfectamente, menos las cadenas, que no encuentran nada sobre que apoyarse. Si les suministramos energia, se aceleran. Eso es todo por ahora. Si vuestros satelites pueden seguir nuestra localizacion, recibiremos encantados esa informacion tan a menudo como podais conseguirla. Decidle a Barlennan que hasta ahora todo va bien.

Easy cambio las conexiones del microfono y repitio el informe del capitan lo mas al pie de la letra que pudo. A su debido tiempo, vio que lo que decia estaba siendo anotado en el otro extremo del transmisor. Esperaba que el que escribia tendria alguna pregunta; aunque era probable que ella no fuese capaz de contestarla, estaba comenzando a sentirse de nuevo inutil e incapaz. Sin embargo, el mesklinita agradecio sencillamente la informacion, y con sus notas se dirigio hacia la puerta. Easy quedo preguntandose lo lejos que tendria que ir para entregarselas al comandante. Ningun ser humano tenia una idea clara sobre el trazado de la base mesklinita.

De hecho, el viaje era breve. La mayor parte parecia transcurrir al aire libre, a causa de la actitud de los colonos hacia los objetos masivos por encima de su cabeza: una actitud dificil de vencer, incluso en un mundo donde la gravedad solo era una fraccion de su valor normal en Mesklin. Los tejados de la colonia eran casi todos de pelicula transparente, traidos de su planeta nativo. La unica diferencia de un solo piso tan grande como una ciudad era dictada por el terreno. A un mesklinita nunca se le habria ocurrido la idea de un sotano o de un segundo piso. El Kwembly y los vehiculos gemelos, de muchas cubiertas, eran de diseno basicamente humano y paneshk.

El mensajero recorrio un laberinto de pasillos durante unos doscientos metros antes de alcanzar la oficina del comandante. Estos se encontraban en el extremo norte del revoltijo de estructuras de treinta centimetros de altura que formaban la mayor parte de la colonia, situada cerca del borde de un acantilado de dos metros, que se extendia durante un kilometro al este y al oeste, interrumpido por mas de una docena de rampas artificiales. Sobre el terreno, debajo del acantilado, estaban dos de los gigantescos vehiculos, y sus puentes sobresalian sobre las cubiertas de la «ciudad». La pared de la habitacion de Barlennan era transparente y daba directamente sobre

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