Sharon Kay Penman
El hombre de la reina
AGRADECIMIENTOS
Al escribir
NOTA DE LA AUTORA
Suelo empezar mis notas de la autora con una especie de declaracion que sea una garantia para mis lectores de que todos los poco probables acontecimientos que figuran en el libro tuvieron lugar en la realidad. Con sucesos como eclipses solares, novias raptadas y asesinos con dagas envenenadas, es facil comprender que un lector esceptico pueda poner en duda si me he convertido en una narradora empedernida de sucesos propios del mundo de Hollywood. Asi que he llegado a considerar una «Nota de la autora» como un ingrediente esencial en mis recetas historicas, sobre todo cuando la cena es con los Plantagenet. Esta «Nota de la autora» es, por consiguiente, algo distinto, pues el argumento de la intriga procede de mi cabeza y no de la historia misma.
El arzobispo de Ruan obtuvo una copia de la carta enviada por el emperador del Sacro Imperio Romano Germanico al rey de Francia y transmitida secretamente a la reina Leonor. Pero aunque las cartas -y la dificil situacion de Ricardo- son reales, el papel desempenado por el orfebre es pura fantasia.
El padre de Justino, Aubrey de Quincy, es una creacion novelesca de la autora, como lo es tambien su obispado. Chester pertenece a la diocesis de Coventry y Lichfield, y aunque el titulo de obispo de Chester estuvo vigente durante la Edad Media, no fue un uso oficial. El obispo de Coventry y Lichfield y Chester en 1193 fue la
Utilizo en la novela el termino
Tal vez sorprenda a algunos lectores la escena del interrogatorio de Gilbert el Flamenco, porque las meras palabras
S. K. P.
Abril de 1996
1 . EL PALACIO DEL OBISPO DE CHESTER, INGLATERRA
– ?Estais seguro de que el rey ha muerto?
La pregunta y su propia negligencia cogieron a Aubrey de Quincy desprevenido y esto le puso furioso consigo mismo: debia haber esperado esta pregunta. El unico tema de conversacion durante la comida habia sido la desaparicion del rey Ricardo. Toda Inglaterra y, por supuesto, toda la cristiandad no hablaban de otra cosa, porque habian pasado mas de dos meses desde que Ricardo Corazon de Leon se habia hecho a la mar en el puerto de Acre. Otros cruzados habian atracado ya en puertos ingleses a principios del mes de diciembre, pero nadie habia tenido noticias del rey.
Si la pregunta la hubiera hecho otro de sus invitados, Aubrey la habria interpretado como curiosidad natural, pero viniendo de Hug de Nonant no era ni inocente ni casual. Al obispo de Coventry, hombre de mundo, no habia quien lo igualara en lo tocante a poner en aprietos verbales: tendia sus redes con tal habilidad que su presa no se daba cuenta del peligro hasta que ya era demasiado tarde.
Pero Aubrey no tenia la menor intencion de que le pillaran desprevenido y asi caer en la trampa que le habia tendido el obispo. Para ganar tiempo, hizo una sena para que trajeran mas vino; se enorgullecia tanto de su hospitalidad que la gente decia que no habia nadie en las Marcas que ofreciera manjares tan exquisitos ni tan bien presentados como Su Excelencia Reverendisima, el obispo de Chester. Los criados estaban a punto de servir el plato siguiente, un pavo real flotando en un lago de salsa, con sus huesos, su piel y sus plumas vueltas a poner con esmero en su sitio, espectaculo lo suficientemente impresionante como para provocar murmullos de admiracion en los invitados. Los cocineros de Aubrey habian trabajado horas y horas para crear esta obra de arte culinario. Pero Aubrey la contemplaba ahora con expresion de indiferencia, porque la sombra de la traicion andaba rondando la estancia.
?Habia muerto el rey Ricardo? Asi lo creian sin lugar a dudas muchos cortesanos, y en tascas y tabernas apuntaban la posibilidad de que su barco hubiera sido hundido por una tempestad o que lo hubieran atacado los