Phury parpadeo cuando le llego la tranquilidad, su corazon se ralentizo al ritmo del pulgar de su Hermano.

– ?Que?

– La nieve… cae muy despacio.

– Si… si, lo hace.

– Y hemos tenido mucha nieve este ano, ?verdad?

– Uh…si.

– Si… mucha nieve y va a haber mas. Esta noche. Manana. El mes que viene. El proximo ano. Las cosas vienen cuando vienen y caen donde caen.

– Asi es -dijo Phury suavemente-. No hay nada que lo pare.

– No, a menos que tu seas la toma de tierra -El pulgar se detuvo-. Hermano mio, no te veo como el cable de tierra. No lo detendras. Nunca.

Una serie de pequenas explosiones y destellos aparecieron cuando Z apunalo al lesser en el pecho y los cuerpos se desintegraron. Entonces solo quedo el silbido del radiador del coche destrozado y la pesada respiracion de Z.

Como una aparicion se levanto del ennegrecido suelo, la sangre de los lessers manchaba su cara y sus antebrazos. Su aura era una brillante neblina de violencia que deformaba el paisaje que tenia detras, el bosque tras el estaba ondulante y borroso enmarcando su cuerpo.

– Voy al pueblo -dijo el, limpiando su hoja sobre su muslo-. A buscar mas.

Antes de que el Sr. O volviera a cazar vampiros, libero el seguro de su nueve milimetros Smith amp; Wesson y miro en el interior del canon. El arma necesitaba una limpieza y su Glock tambien. Tenia otra mierda que queria hacer, pero solo un idiota permitiria que su celo le degradara. Infiernos, los lessers tenian que estar por encima de sus armas. La Hermandad de la Daga Negra no era la clase de objetivo con el que quieres descuidarte.

Camino a traves del cuarto de persuasion, haciendo un pequeno desvio alrededor de la mesa de autopsias que utilizaban para su trabajo. La distribucion de la habitacion no tenia ningun aislamiento y el suelo estaba sucio, pero como no habia ventanas, el viento, en su mayor parte, se mantenia fuera. Habia un catre donde dormia. Una ducha. Ningun retrete o cocina porque los lessers no comian. El lugar todavia olia a tablas frescas, por que lo habian construido hacia tan solo un mes y medio.

El unico accesorio fijo terminado eran las estanterias que se extendian desde las sucias vigas bajando por toda la pared de cuarenta pies de largo. El instrumental estaba colocado, cuidado y limpio, en varios niveles: cuchillos, tornillos de sujecion, tenazas, martillos. Si habia algo que pudiera arrancar un grito de dolor de una garganta, ellos lo tenian.

Pero el lugar no solo era para la tortura; se utilizaba tambien como almacen. Guarecer a vampiros durante un tiempo era un desafio, por que ellos podian hacer ?poof… desapareci!, delante tuyo si eran capaces de estar calmados y concentrarse. El acero les impedia el acto de desaparecer, pero una celda con barras no los abria protegido de la luz del sol y una habitacion de acero en el edificio era poco practica. Funcionaba bastante bien, aunque era un juego de tubos de alcantarilla metalicos colocados verticalmente en el suelo. O tres de ellos, como era el caso.

O tuvo la tentacion de ir a las unidades de almacenaje, pero sabia que si lo hacia, no regresaria a la caza y tenia cuotas que cubrir. Siendo el Fore-lesser, segundo en la jerarquia tenia algunos atractivos extras, como el tener acceso a este lugar. Pero si tenia la intencion de proteger su privacidad, tenia que tener un desempeno adecuado.

Lo que significaba que tenia que cuidar de sus armas, aun cuando preferiria estar haciendo otras cosas. Aparto de un codazo un botiquin de primeros auxilios, agarro la caja de limpieza de la pistola, y acerco un taburete a la mesa de autopsias.

La unica puerta del lugar se abrio de golpe sin ninguna llamada. O miro sobre su hombro, pero cuando vio quien era, se obligo a reducir la expresion de fastidio al minimo.

El Sr. X no era bienvenido, pero el era el responsable de la Sociedad de los Lessers y no se le podia negar. Solo por razones de auto-conservacion.

De pie bajo la luz de la bombilla, el Fore-lesser no era un buen oponente si querias permanecer de una pieza. De seis pies y cuarto, era como un coche: cuadrado y duro. Y como todos los miembros de la Sociedad que hacia tiempo habian pasado la iniciacion, era totalmente palido. Su blanca piel nunca se ruborizaba y no conseguia broncearse. Su pelo era del color de la telarana. Los ojos de color gris claro como un cielo nublado e igualmente sin brillo y neutros.

Con un paso informal, el Sr. X comenzo a mirar alrededor, no estimando la disposicion de los objetos, pero buscando.

– Me han dicho que ha conseguido otro.

O dejo la barra de limpiar el arma y conto las armas que llevaba encima. Un cuchillo para lanzar sobre su muslo derecho. Una Glock en la zona lumbar. Sentia no tener mas.

– Lo cogi en el centro de la ciudad hace unos cuarenta y cinco minutos fuera del ZeroSum. Esta en uno de los agujeros, cerca de aqui.

– Buen trabajo.

– Pienso salir otra vez. Ahora mismo.

– ?De verdad? -El Sr. X se paro delante de las estanterias y cogio un cuchillo de caza dentado-. Sabe, he oido algo que es bastante malditamente alarmante.

O siguio su apagado parloteo y coloco la mano sobre su muslo, acercandose mas al extremo de la hoja.

– ?No va a preguntarme que es? -Dijo el Fore-lesser mientras caminaba sobre las tres unidades de almacenaje del suelo-. Tal vez por que ya sabe el secreto.

O escamoteo el cuchillo en su mano mientras el Sr. X se demoraba sobre las redes metalicas que cubrian lo alto de los tubos de alcantarillado. No daba una mierda por los dos primeros cautivos. El tercero no era asunto suyo.

– ?Ninguna vacante, Sr. O? -la punta de la bota del Sr. X tamborileaba dando golpecitos contra uno de los juegos de cuerdas que desaparecian debajo de cada uno de los agujeros-. Pensaba que habia matado a dos despues de que no tenian nada que valiese la pena decir.

– Lo hice.

– Entonces con el civil que cogio esta noche, deberia haber un tubo vacio. En cambio, esto esta atestado.

– Cogi otro.

– ?Cuando?

– Anoche.

– Miente -El Sr. X comenzo a levantar la cubierta de la tercera unidad.

El primer impulso de O fue de levantarse, dar dos largos pasos rapidos y perforar la garganta del Sr. X con el cuchillo. Pero no podria hacerlo ni de lejos. El Fore-lesser tenia el elegante truco de poder congelar a los subordinados en el lugar. Y todo lo que tenia que hacer era mirarte.

Entonces O se quedo quieto, temblando por el esfuerzo de mantener su culo sobre el taburete.

El Sr. X saco un boligrafo-linterna de su bolsillo, encendiendolo y la dirigio hacia el agujero. Cuando un amortiguado chillido salio, sus ojos se abrieron de par en par.

– ?Jesucristo, realmente es una hembra! Por que demonios no me lo dijeron.

O despacio se puso de pie, dejando el cuchillo colgar por el muslo, entre los pliegues de su pantalon de carga.

– Es nueva -dijo el.

– Eso no es lo que he oido.

Con pasos rapidos, el Sr. X fue al cuarto de bano y retiro la transparente cortina de plastico. Con una maldicion, pateo las botellas de champu y al aceite de bebe que estaban alineados en la esquina. Entonces fue hacia el armario de las municiones y saco la nevera portatil que estaba oculta tras ellos. La tumbo y la comida cayo de golpe al suelo. Como los lesser no masticaban y tragaban, estaba tan claro como cualquier confesion.

La palida cara del Sr. X estaba furiosa.

– ?Ha estado manteniendo a una mascota, verdad?

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