visos de perversidad, Irene era quien, mas que ninguno de ellos, recibia el impacto frontal de Hannah en toda su envergadura. La lista de jovenes sin compromiso y de compania deseable estaba en el orden del dia. La idea de Hannah era que, si pasados quince dias en el pueblo Irene no empezaba a coquetear con alguno de ellos languidamente, los muchachos comenzarian a tomarla por un bicho raro. La propia Hannah era la primera en admitir que, aunque en el capitulo de biceps el cartel de figuras cumplia un aprobado digno, en lo referente al cerebro el reparto divino habia sido escaso y estrictamente funcional. Pretendientes y moscones, en cualquier caso, no le faltaban, lo cual provocaba la sana envidia de su amiga.

– Hija mia, si yo tuviera el mismo exito que tu, a estas alturas ya seria Mata – Hari -solia decir Hannah.

Irene, dirigiendo una mirada a la jauria de encontradizos, sonreia timidamente.

– No estoy segura de que me apetezca… Parecen un poco tontos…

– ?Tontos? -estallaba Hannah ante aquel derroche de oportunidades-o ?Si quieres oir algo interesante, vete al cine o coge un libro!

– Lo pensare -reia Irene.

Hannah sacudia la cabeza.

– Acabaras como mi primo Ismael -sentenciaba entonces.

Ismael era su primo, tenia dieciseis anos y, tal como habia contado Hannah, se habia criado con su familia a la muerte de sus padres. Trabajaba como marinero en el barco de su tio, pero sus verdaderas pasiones parecian ser la soledad y su velero, un esquife que habia construido con sus propias manos y al que habia bautizado con un nombre que Hannah jamas conseguia recordar.

– Algo griego, creo. ? Ufffl

– ? y donde esta ahora? -pregunto Irene.

– En el mar. Los meses de verano son buenos para los pescadores que se enrolan en expediciones en alta mar. Papa y el estan en el Estelle. No vuelven hasta agosto -explico Hannah.

– Debe de ser triste. Tener que pasar tanto tiempo en el mar, separados…

Hannah se encogio de hombros. -Hay que ganarse la vida…

– No te gusta mucho trabajar en Cravenmoore, ?verdad? -insinuo Irene.

Su amiga la observo con cierta sorpresa.

– No es asunto mio…, claro -rectifico Irene.

– No me molesta la pregunta -dijo Hannah sonriendo. La verdad es que no me gusta demasiado, no.

– ?Por Lazarus?

– No. Lazarus es amable y ha sido muy bueno con nosotros. Cuando papa tuvo el accidente de las helices, hace anos, fue el quien pago toda la operacion. Si no fuese por Lazarus…

– ?Entonces?…

– No se. Es ese lugar. Las maquinas… Esta lleno de maquinas que te miran en todo momento. -Son solo juguetes.

– Prueba a dormir una noche alli. A la que cierras los ojos, tic-tac, tic- tac…

Ambas se miraron.

– ?Tic-tac, tic-tac…? -repitio Irene. Hannah le dedico una sonrisa sarcastica.

– Yo sere una cobardica, pero tu vas camino de ser una solterona.

– Me encantan las solteronas -replico Irene.

De este modo, casi sin advertido, un dia tras otro desfilo por el calendario y, antes de que pudiesen darse cuenta, agosto entro por la puerta. Con el, llegaron tambien las primeras lluvias del verano, tormentas pasajeras que apenas duraban un par de horas. Simone, ocupada en sus nuevos quehaceres. Irene, acostumbrandose a la vida con Hannah. Y Dorian, para que hablar, aprendiendo a bucear mientras trazaba mapas imaginarios de la geografia secreta de Greta Garbo.

Un dia cualquiera, uno de esos dias de agosto en que la lluvia de la noche anterior habia esculpido en las nubes castillos de algodon sobre una lamina de azul resplandeciente, Hannah e Irene decidieron ir a dar un paseo por la Playa del Ingles. Se cumplia un mes y medio de la llegada de los Sauvelle a Bahia Azul. Y cuando parecia que ya no habia lugar para las sorpresas, estas estaban todavia por empezar.

La luz del mediodia desvelaba un rastro de pisadas a lo largo de la linea de la marea, muescas en una lamina blanca; sobre el mar, los mastiles lejanos del puerto parpadeaban como espejismos.

En medio de una blanca inmensidad de arena fina como el polvo, Irene y Hannah descansaban sobre los restos de un antiguo bote varado en la orilla, rodeadas por una bandada de pequenos pajaros azules que parecian anidar ente las dunas niveas de la playa.

– ?Por que la llaman la Playa del Ingles? -pregunto Irene, contemplando la extension desolada que mediaba entre el pueblo y el cabo.

– Aqui vivio, durante anos, un viejo pintor ingles, en una cabana. El pobre tenia mas deudas que pinceles. Regalaba cuadros a la gente del pueblo a cambio de comida y ropa. Murio hace tres anos. Lo enterraron aqui, en la playa donde habia pasado toda su vida -explico Hannah.

– Si a mi me dejasen elegir, tambien me gustaria que me enterrasen en un lugar como este.

– Alegres pensamientos -bromeo Hannah, no sin cierto reproche.

– Pero no tengo prisa -puntualizo Irene, al tiempo que su mirada reparaba en la presencia de un pequeno velero que surcaba la bahia a un centenar de metros de la costa.

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