de campo una pantera en lugar del perro, y en Moscu lanza a los periodistas a la basura.

– Ya me lo dijiste.

– ?Cuando?

– Hoy por la manana.

Klionov me tomo por los hombros, mirando mis ojos escrutadoramente.

– ?Que bebiste hoy? ?Tokai o palinka?

– No bebi nada.

– Se nota que bebiste, porque desde el sabado he estado en mi casa de campo, en Zhavoronski, y regrese hoy hacia las cinco de la tarde. Seguramente conversaste conmigo en suenos.

Klionov me dijo adios con la mano y se alejo. Y quede impavido, profundamente conmovido por sus ultimas palabras: 'Seguramente conversaste conmigo en suenos'. No, ahora converso con el en suenos, en un nirvana irreal. De repente, recorde la charla en el laboratorio de Fausto, el sillon con los alambres y las palabras de Zargarian desde las tinieblas: 'No se inquiete; ahora empezara a dormir'. Posiblemente aquel sillon era una maquina para producir artificialmente los suenos.

Todo sucedia como en la realidad, pero como si la vida real estuviese al reves. No habia por que asombrarse: todo era mas simple que lo simple.

Regrese al restaurante; sobre sus mesas, mezclandose con las luces electricas, colgaban turbias volutas de humo. Alrededor de la fuente bailaban ensimismadas las parejas. Comence a buscar a Olga, pero, al no hallarla, me dirigi a una sala colateral y entre en ella. Los restos del entremes, en las largas mesas, evidenciaban que unos minutos antes habia habido un convite. Seguramente se servirian a lo europeo: parados alrededor de la mesa con sus platos o congregados junto a las ventanas encortinadas. Ahora los retrasados, buscando postres y bebidas sin tocar, se hartaban. Un individuo muy dueno de si mismo que estaba sentado en el borde solitario de una de las mesas, giro hacia mi y grito:

– ?Ven aca, Serguei! ?Acercate! ?La palinka es estupenda, como en Budapest!

Era Sichuk, quien, segun las versiones, habia huido al extranjero. Quizas en este sueno tuvo tiempo de regresar a traves del espacio-cero, o con la ayuda de una alfombra magica. Trate de no pensar en esto, pues los milagros ya no me inquietaban; simplemente, me servi de la botella de Sichuk palinka de damasco y bebi. Este sueno, respetuoso de las sensaciones deliciosas de la realidad, comenzo a gustarme.

– Por los amigos y companeros -exclamo, y bebio.

– ?Y tu, por que estas aqui? -le pregunte con diplomacia.

– Por la misma razon que tu. Soy heroe de la liberacion de Hungria.

– ?Tu eres heroe?

– Todos somos heroes -afirmo bebiendo el ultimo trago de la copa, y agrego-: La prueba es que sobrevivimos a la guerra.

– ?Para despues traicionar? -inquiri furibundo.

Sichuk, poniendo la copa en la mesa, se puso en guardia.

– ?De que hablas?

Yo, por supuesto, reconocia no solo mi falta de logica, sino el absurdo de mis acusaciones en esta situacion; pero ya no podia detenerme.

– Te fuiste en el 'Ucrania'… como todas las personas. Y con un pasaje sovietico… ?canalla!

– ?Y como lo sabes? -indago musitando.

– ?Que? ?Que te quedaste?

– No, que yo queria salir y habia gestionado el pasaje…

– Si hubieran sabido, no te lo hubiesen dado.

– ?Pero si no me lo han dado!

Como presidente del Comite Sindical, yo mismo le habia arreglado a Sichuk el pasaje: pero en este sueno todo ocurria al reves. ?Y si fui yo quien viajo en lugar de Sichuk? Yo habia insistido en conseguir un pasaje; pero no habia sitio. ?Y si habia?

El sueno me lanzo hacia la puerta y avance hacia ella como un tronco a la deriva. Cuando caminaba hacia la gran sala, alguien, agarrandome por el brazo, inquirio:

– ?Sientate, Serguei! ?Que te pasa? ?Me estas huyendo? -Al mirar el rostro del interrogador, quede helado, sumido en el terror.

– ?Sientate! ?Sientate! ?Y bebamos tokai! No hay otro como el en Europa.

Mis piernas se doblaron, y no me sente, sino que cai en la silla. Unos ojos tristes y conocidos me miraban: los habia visto -lo habia visto: solamente uno- por ultima vez en el ano 1944, en una carretera cercana al Danubio. Oleg estaba tendido en el suelo, boca arriba, con el rostro cubierto por la sangre eme salia del ojo derecho; en el otro evidenciabase paradojicamente la tristeza y el terror.

Ahora me miraban ambos ojos. Desde el ojo derecho, por la sien, se extendia una cicatriz oblicua y rosada.

– ?Que miras? ?Envejeci?

– Yo recordaba el ano 1944, cuando te… te…

– ?Cuando que?

– Cuando te mataron, Oleg.

Me miro y sonrio:

– La bala fallo por un milimetro. Quedo tan solo una cicatriz. Si hubiera pegado un poco mas a la izquierda, hubiese sido el fin. Me hubiera quedado sin ojo y sin vida -se sonrio y agrego-: Da risa. En aquel entonces no tenia miedo y ahora si.

– ?Miedo a que?

– A la operacion. El casco de la metralla se alojo en un lugar del pecho: es el recuerdo de una herida mas. Habia vivido con este casco de metralla durante todos los anos transcurridos desde aquel dia; sin embargo, los medicos me dicen ahora que no debe permanecer mas tiempo dentro del pecho y que debo operarme.

Los conocidos ojos de Oleg con sus largas pestanas casi femeninas, sonreian. Su frente estaba despejada y parecia mas grande. Por sus mejillas corrian profundas arrugas. Sin embargo, en este rostro inconmensurablemente querido habia una cosa ajena y extrana: la marca del tiempo. Asi hubiera sido Oleg, caso de haber seguido vivo; pero solo vivia en el mundo artificial de este sueno. Si Fausto creo este modelo de mundo, es un Dios.

Comence a dudar: ?y cual de los dos mundos es el verdadero? De pronto, me hice una pregunta: ?y si se dana algo en el laboratorio de Fausto y me quedo aqui para siempre? ?Lo lamentaria? No se.

Pellizque mi mano con fuerza.

– ?Por que haces eso? -pregunto Oleg asombrado.

– Pensaba que todo era un sueno.

Oleg sonrio y, lentamente, empezo a desaparecer en la niebla color lila. Era una niebla conocida. Tragandoselo todo, ennegrecio.

La voz de Zargarian, desde las tinieblas, pregunto:

– ?Esta vivo?

– Si, estoy vivo -respondi.

– Levante los brazos. ?Los movimientos son libres?

Agite los brazos, en la oscuridad.

– Arremanguese y desabrochese el cuello.

Senti objetos frios en el pecho y la muneca.

– No se asuste, es para auscultar su corazon. No hable.

Pero, ?como podia ver en esta oscuridad, en la que no brillaba un solo rayo de luz? Y, sin embargo, veia.

– Todo normal -dijo con voz satisfecha-, a excepcion del pulso que se ha acelerado un poco.

– ?No crees que debemos terminar? -pregunto la voz de Nikodimov en las tinieblas.

– ?Por que? Serguei Nikolaevich tiene unos nervios de acero. Lo haremos sonar de nuevo.

– ?Ah! Entonces era un sueno -dije como liberado de un gran peso.

– Quien sabe -exclamo Zargarian con malicia- ?Y si no lo es?

Antes de que pudiese contestarle, la oscuridad me devoro como un mar.

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