– La segunda vez lo escribi yo, para comparar la letra. Como puede notar, la primera nota no la hice yo, o sea, no es mi letra. Por lo demas, no es la letra ni de un sonambulo, ni de un lunatico, ni de uno que haya perdido la memoria.

– ?Su esposa vive en la calle Griboedov?

– No. Mi esposa vive conmigo en la avenida Kutuzov. Ademas, en la Griboedov no hay ninguna casa con ese numero, y la mujer que ahi se menciona no es mi esposa; sino una amiga, una companera de estudio, que a su vez, no vive tampoco en esa calle.

Leyo de nuevo la nota y quedo pensativo. Luego, pregunto:

– ?Y sobre Nikodimov? ?Tampoco ha oido nada?

– Tanto como sobre usted. Solo he averiguado que es un fisico con aspecto de pajaro de mal aguero y enemigo de las recepciones. Tenga en cuenta que son los informes del Instituto de Informaciones.

Zargarian lanzo una carcajada. En ese momento, note que no era un individuo severo, sino bondadoso, y, posiblemente, alegre.

– En rasgos generales, es una descripcion exacta -afirmo-. ?Vamos! ?Sigamos adelante:

Y empece mi relato.

A pesar de que poseo la capacidad de contar los hechos de modo pintoresco y humoristico, Zargarian, en todo mi relato, permanecio impavido, mostrando apenas un leve interes. Solo cuando dije 'la multiplicidad de los mundos', levantando sus cejas, pregunto:

– ?Ha leido algo acerca de eso?

– No recuerdo, quizas…

– ?Continue, por favor!

Conclui mi relato haciendole rememorar a Stevenson y sus Jekyll y Hide. Y agregue:

– Pero lo mas extrano es que solo esta mistica fantasmagorica puede explicarlo todo, en tanto que carezco de una aclaracion razonable.

– ?Cree usted que, justamente esto es lo mas extrano? -pregunto distraido, leyendo la nota de mi libreta-. Nuestros cientificos se negaron a plantear este problema en el Instituto del Cerebro; pero ellos lo aceptaron.

Lo miraba sin comprender nada.

– ?Esta relatandolo todo tal como sucedio? -pregunto de pronto, atravesandome nuevamente con sus ojos.

– Si.

– ?Y me ha hablado de dos mundos identicos, semejantes, en los que existe Moscu con otras ornamentaciones y donde viven usted y sus conocidos? ?No es asi?

– Exacto.

– ?Y alla usted esta casado con otra mujer, vive en otra calle y tiene amistad con Zargarian y Nikodimov, a los que no conoce aqui?

Asenti con la cabeza.

Se levanto y empezo a caminar por la habitacion, esforzandose en ocultar su visible emocion:

– Cuenteme ahora sobre sus suenos, porque considero que todo tiene cierta relacion.

Le conte mis suenos. Ahora, sus ojos me miraban con evidente interes.

– Quiere decir que una vida ajena, ?eh? Una calle, un camino que se desliza hacia un rio, una galeria comercial… Y todo esto surge con precision, como en una fotografia. -Hablaba lentamente, sopesando cada palabra, como si razonara en voz alta-: ?Y lo recuerda todo? ?Claramente? ?Con todos sus detalles?

– Si, hasta los mosaicos del suelo.

– ?Y lo conoce todo, hasta las cosas mas menudas?

– Si.

– ?Y le parecia que habia estado alli cientos de veces y que hasta posiblemente habia vivido alli; a pesar de que, en realidad, no ha sucedido tal cosa?

– A pesar de que, en realidad, no ha sucedido tal cosa -repeti.

– ?Y que dicen los medicos? Ellos seguramente le habran aconsejado -dijo, con cierta picardia.

– ?Y que es lo que pueden decir? -repuse, eludiendo la respuesta-: Excitacion… inhibicion. Eso lo sabe cualquiera: de dia, la corteza cerebral se encuentra en estado de excitacion; de noche, en estado de inhibicion: y los suenos nacen del montaje de las impresiones del dia…

Fui interrumpido por la carcajada de Zargarian:

– Un montaje de atracciones, igual que en el circo, ?ja, ja, ja!

– ?Pero si yo no creo en eso! -exclame rabioso-. ?Si yo recuerdo todos los detalles, desde las hojas de los arboles hasta el clavo de una ventana. ?Y los suenos se repiten como si fuesen una misma pelicula! Cada semana vuelvo a ver algo ya visto. Se dice que en los suenos se ve solo aquello que se vio en la realidad. Entonces, ?a mi que me pasa?

– Sobre lo que acaba de afirmar escribio Sechenov. El, despues de interrogar a un grupo de ciegos, comprobo que sonaban solamente con aquello que vieron en su estado vidente.

– ?Pero si yo no he visto nunca nada de eso! -exclame-: ?Ni en la vida, ni en el cine ni en los cuadros! ?En ninguna parte! ?Comprende? ?En ninguna parte!

– ?Y si lo ha visto? -pregunto riendo maliciosamente.

– Pero, ?donde? -le grite.

No respondio. Tras tomar en silencio un cigarrillo y darle dos chupadas, me dijo en tono de excusa:

– Perdoneme, olvide invitarlo. ?No fuma?

– Todavia no me ha respondido -repuse intrigado.

– Respondere a su debido tiempo. Tendremos conversaciones interesantes y extensas. No se imagina que grandes descubrimientos haremos con este encuentro. Los cientificos esperaban este minuto desde hacia anos. ?Soy un hombre feliz, solo espere cuatro anos! -exclamo, y agrego preguntando-: ?Esta usted libre? ?Me podria regalar un par de horas mas?

– Con mucho gusto -conteste desconcertado, sin comprender nada.

Su brusca transformacion, su excitado y palpable interes, me turbaron. ?Que tenia de raro mi relato? ?Tendria Galia razon al decirme que aqui estaba la llave de lo sucedido?

En tanto que estos pensamientos me daban vueltas por el cerebro, Zargarian se esforzaba en comunicarse con alguien por telefono.

– ?Pavel Nikitich? Soy yo, Zargarian. ?Te quedaras en el instituto por mucho tiempo? Maravilloso. Ahora mismo te llevare a un companero. Si, esta aqui conmigo. ?Que quien es? Ni te lo imaginarias. Es aquel con quien sonabamos durante todos estos anos. Con lo que me conto, se corroboran todas nuestras conjeturas. ?Todas! Dificil es figurarselo. La cabeza me da vueltas. No, no estoy borracho; pero pronto lo estare. Por ahora vamos para alla. Esperanos.

Coloco el auricular y se volvio hacia mi:

– ?Sabe usted lo que representa un refractor para un astronomo? ?O un microscopio electronico para un virologo? Eso mismo es usted para mi. Mas bien, para nosotros, para Nikodimov y para mi. Le hare a Zoia un regalo suntuoso, pues ella me regalo a usted. ?Vamos!

Me quede sentado sin comprender nada:

– Espero que usted no me inyecte, ni me opere -balbucee, como el paciente frente al cirujano-: ?No me va doler?

Zargarian, con satisfaccion, se echo a reir. Luego, con el acento de un comerciante oriental, apunto:

– ?Por que le va a doler, querido amigo? Solo se sentara en un sillon, dormira unas horitas y mirara sus suenos, como en el cine. -Y agrego en otro tono-: Vamonos Serguei Nikolaevich! ?Lo llevare al instituto!

EL LABORATORIO DE FAUSTO

El instituto estaba al lado de la carretera, en un robledal que parecia un bosque de cuento de hadas en la noche oscura y huerfana de estrellas. Los arbustos que parecian gnomos, los arboles copudos, y los tocones

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