– Aqui esta Serguei Gromov.

– Bien, bien. Beberemos te.

– Sabes, Galia… el esta un poco raro… -musito Lena, transformando su voz en un murmullo ininteligible.

– ?Que le pasa? ?Se enloquecio?

– No se. Dice que abandono a su esposa.

– ?Dios mio, que absurdo! Te esta tomando el pelo, Lena. Y tu eres todo oidos. Acabo de verla hace media hora.

La puerta se abrio ante mi de par en par. Brinque de mi asiento y quede helado: en la puerta estaba mi mujer; el mismo rostro, la misma edad y hasta el mismo peinado. Solo me eran desconocidos sus pendientes y su vestido, no el que habia visto puesto antes. Permaneci parado en silencio frente a ella, esforzandome en contener la emocion.

– ?Para que has inventado toda esta historia? -inquirio. Yo seguia encerrado en mi silencio.

– Acabo de ver a Olga. Se fue a su casa. Me dijo que te esperaria hacia la hora de cenar. Segun ella, piensan ir a ver el ballet leningradense.

Yo seguia en silencio.

– ?Que pasa? Se que estas bromeando con Lena, ?pero para que?

No podia encontrar las palabras adecuadas para responderle. Todas mis esperanzas se habian derrumbado. ?Que explicacion hubiera podido satisfacerla? ?La verdad? Pero, ?quien en mi lugar hubiese osado contarle la verdad?

– Lena dice que estas enfermo -continuo ella, mirandome con ojos escrutadores-. ?Acaso es verdad?

– Acaso es verdad -repeti.

Yo no conocia mi voz, parecia ajena y venida desde lejos.

– Bueno -agregue-, perdonenme. Quizas me marche ahora.

– ?Adonde? -quiso saber Galia, abandonando su calma.

– No permitiremos que te vayas solo. Te llevare a tu casa.

– Alli esta todavia mi taxi. Lena, corre, quizas tienes tiempo de retenerlo.

Lena salio, y quedamos a solas.

– ?Que significa todo esto, Seriozha? No comprendo nada.

– Yo tampoco -afirme.

– No obstante, ?que sucede?

– Si no me equivoco, eres fisica, Galia -declare al azar.

Ella se puso en guardia.

– Bueno, ?y que?

– ?No tienes ideas sobre la multiplicidad de los mundos? ?De mundos que coexisten? ?Misteriosamente lejanos y al mismo tiempo asombrosamente cercanos?

– Admitamoslo. Existen tales hipotesis. ?Y que?

– Entonces, supongamos que uno de esos mundos contiguos es semejante al nuestro. Que en el existe tambien Moscu, solo que un poquito diferente; estas mismas calles, aunque con otras ornamentaciones; estas mismas casas, con otros numeros indicadores. Que en el existimos tu, yo y Lena, pero en otras relaciones…

Ella aun no comprendia nada. Pero, ?de que otra forma podia hablar? Yo ya estaba harto de seguir manteniendo esta mascara mental, por lo que decidi hablar claro.

– Supongamos que en el otro Moscu a ti te llaman Galia Gromova y no Galia Novoseltseva; que desde esta misma habitacion salimos hacia el registro civil hace seis anos. Y que ahora sucedio un milagro: me cambie la camisa… eche una mirada a vuestro mundo. He aqui un buen enredo para nuestra limitada inteligencia.

Ella me miraba aterrorizada, pensando, quizas, como Lena: 'esta loco, tiene delirios'.

– Bueno, terminemos este espectaculo -farfulle torciendo la boca-. ?Llevame adonde quieras! Me da igual. Y no te asustes, que no te voy a besar ni ahorcar. ?Vamos! Alli esta Lena llamandonos con la mano.

?QUIEN ES JEKILL Y QUIEN HIDE?

Tambien en este mundo, tenia Galia un caracter firme. Tras unos minutos, se tranquilizo.

– Espero que no nos dediquemos a hablar de ciencia ficcion en presencia del chofer, -musito a mi oido, cuando nos acercabamos al taxi.

– ?Crees que es una ciencia? -inquiri sin poder contenerme.

– ?Quien sabe!

En su rostro no habia nada que pudiese inquietarme. Se conducia como cualquier mujer inteligente: ojos atentos, interes respetuoso hacia el interlocutor -cuando no aburria-, coqueteria inconsciente y jocosidad.

– ?Por que tienen ustedes la estatua de Pushkin en el centro de la plaza? -le pregunte, al pasar por delante.

– ?Y donde la tienen ustedes? -quiso saber Galia.

– En el bulevar.

– Mientes en todo. Tambien mentiste al hablarme del registro civil. ?Y por que salimos precisamente hace seis anos para el registro civil?

– El destino, Galia, el destino -respondi con una sonrisa en los labios.

– ?Donde estaba yo hace seis anos? -se interrogo pensativa-. ?Ah! Estuve en Odessa, en primavera.

– Y yo tambien.

– Mientes. Tu no fuiste con nosotros.

– Aqui no fui con ustedes, pero alla si.

– ?Que ex-tra-no! -profirio silabeando y, mirandome cenuda, agrego-: Sin embargo, no parece que estes enfermo.

'Que agradable es escuchar tales palabras' quise decirle, pero no pude pues una rafaga negra golpeo mi rostro.

Todo se oscurecio.

– ?Que te pasa? -oi el grito de Galia asustada. Y, con palabras precipitadas e inquietas, prorrumpio:

– Detengase en cualquier, lugar, ahi en la acera. El se siente mal…

…Abri los ojos. En el automovil flotaba aun la niebla. A traves de ella vi el rostro de una mujer.

– ?Quien eres? -pregunte con voz ronca.

– ?Te sientes mal, Seriozha?

– ?Galia! -exclame asombrado-. ?Por que estas aqui?

Ella no contesto.

– ?Te ha ocurrido algo en el bulevar? -pregunte mirandola.

– Si -respondio Galia-. Hablaremos luego de eso. ?Que quieres ahora? ?Un medico? ?O tienes fuerzas para seguir a tu casa?

Me desperece, y, agitando la cabeza para despejarla, me enderece en el asiento.

Mientras recorriamos la ciudad, le contaba a Galia de mi caminata por el bulevar Tverskoi, de como me dio vueltas la cabeza y de como luche mentalmente conmigo mismo en aquella niebla color lila.

– ?Y despues? ?Que paso despues? -pregunto Galia interesada.

Yo, indeciso, me encogi de hombros.

– ?No recuerdas?

– No, no recuerdo.

A decir verdad, no recordaba nada. Solo despues, al llegar a casa, supe, por boca de Galia, lo que habia ocurrido en su habitacion.

– Fue un delirio -le dije.

Galia, amante de los terminos precisos, enmendo:

– Fue un delirio muy consecuente y logico, como en un papel bien ensayado. Asi no se delira. Por lo demas, el delirio es sintoma de alguna enfermedad y tu no parecias estar enfermo.

– ?Y que crees que fue el desmayo en el bulevar? -objeto Olga, entrometiendose en la conversacion-. ?Y en el taxi?

Ella, como era doctora, buscaba una explicacion medica; pero Galia seguia dudando:

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