– No -replique confuso-. Pirabutano.

– Eso no existe.

Mi aspecto abatido, un tanto desconcertado, provoco en ella una sonrisa de compasion.

– Tome esta troichatka -me dijo, poniendo en el mostrador un paquetito desconocido-. Cuesta veinticuatro kopeks.

En el bolsillo del pantalon encontre un punado de monedas plateadas, casi como las nuestras, y pague.

Sentado en un banco frente a la estatua de Pushkin, registre minuciosamente todos los bolsillos del traje ajeno que, por capricho, me concedio el destino. Lo que contenian hubiera conducido a cualquier detective a un callejon sin salida: exceptuando las monedas, encontre billetes de uno y tres rublos completamente diferentes a los nuestros; un billete arrugado de tranvia; una buena pluma fuente y un bloc de notas con las hojas exfoliadas. No habia ningun documento que certificase la identidad de mi doble.

Ya no tenia miedo, solo sentia una viva e intranquila curiosidad. Me esforzaba en no pensar que tiempo duraria mi irrupcion en este mundo y cual seria su final; aunque podia suponerme lo mas terrible. ?Que podria hacer en los limites de mi visita a lo desconocido? En los hoteles, naturalmente, no me dejarian entrar sin documentos. Entonces, ?donde voy a dormir si la visita a este mundo se prolonga por mucho tiempo? Quizas en mi casa o en las de mis amigos, porque el dueno de este saco tendra que vivir indefectiblemente en algun lugar, asi como sus amigos. Lo mas comico seria que estos fueran tambien mis amigos. ?No estare sonando? Golpeare este banco con mi mano: me duele. No, no estoy sonando.

Por un instante me parecio que habia visto un rostro conocido. Un forzudo de anchas espaldas pasaba parsimoniosamente sin detenerse a mi lado, con una camara cinematografica en el hombro. Recorde ese copete, ese pecho masivo y esa nuca ferrea. ?Sera posible que este sea Evstafiev, el que vive en el apartamento numero cinco? Pero ?por que lleva una camara cinematografica si el nunca ha tenido en sus manos ni una camara fotografica?

Salte de mi asiento y corri tras el.

– Con su perdon… -le dije, mirando los rasgos conocidos-. ?Es usted Eugenio? ?Eugenio Evstafiev?

– Esta equivocado.

Pestanee asombrado: era el, hasta en el timbre de la voz.

– ?Que? ?Nos parecemos? -inquirio, sonriendo maliciosamente.

– Asombrosamente.

– Eso ocurre -encogiose de hombros y continuo su camino, dejandome en un estado de completa confusion.

A pesar de todo, seguia creyendo que todo era una burla del destino, una mistificacion. Ahora Eugenio regresara y nos moriremos de risa. Pero no regreso.

Cuando despues de unos anos recordaba este dia, acudian a mi mente el estado de confusion y asombro que experimente, y la soledad insoportable que senti en la ciudad donde cada piedra me era conocida, pero que habia cambiado en unos segundos de vertigo.

Yo miraba con ansiedad los rostros de los transeuntes con la vana esperanza de encontrar a uno de mis conocidos. Pero, ?para que si no me reconocera, tal como sucedio con el 'gemelo' de Evstafiev? Y en caso de que alguno de ellos me reconozca, ?que le podria contestar?

Esto fue lo que sucedio.

– ?Serguei! ?Serguei Nikolaevich! -me grito un individuo pequeno y canoso con una guayabera de gamuza, y a quien jamas habia visto. 'Si, efectivamente el me llamo por mi nombre'.

– Ven aca un minuto.

Me levante y me acerque a el.

– Te tengo una noticia, dijo agarrandome con confianza por el brazo. Te moriras de la sorpresa. Sichuk se quedo. En el ultimo puesto fronterizo, el muy miserable se quedo. No se si en Alemania o Turquia.

– ?Cual Sichuk? -indague asombrado.

– ?Y cual puede ser? Solo conocemos a un Sichuk. ?Vaya!

Conoci a Sichuk en el frente de guerra. Ahora trabajaba como fotografo o como reportero, no se exactamente. No manteniamos ninguna amistad y apenas nos veiamos.

No comprendia nada; pero teniendo en cuenta la situacion en que me encontraba, fingi una gran sorpresa.

El desconocido libero mi brazo y me golpeo amistosamente la espalda.

– Estas raro, Serguei. ?Acaso te importuno? ?Por que? ?Estas ideando algo… o esperando a alguien? ?Por que no estas en la redaccion?

Yo no tenia nada que ver con redacciones. La conversacion habia que terminarla, pues en ella se concentraba mucho carburante.

– Tengo que hacer -le respondi vagamente.

– Estas obrando con astucia, viejo -me dijo guinando un ojo-. Bueno. ?Hasta la vista!

Y asi, tal como aparecio, desaparecio de mi vida.

Yo comenzaba a orientarme en lo desconocido, como un hombre que al ser lanzado al agua por primera vez aprende a nadar. La curiosidad reprimia mi terror e inquietud. ?Que habia averiguado? Que aqui, tanto mi nombre como mi fisonomia, eran los mismos. Que Moscu, a pesar de tener algunos pequenos detalles diferentes, era Moscu. Que existen tambien Turquia y Alemania. Que tengo relacion con una redaccion. Y que en este mundo, Sichuk resulto ser tambien un miserable. Despues de todo esto no me sorprendio, al descender por el bulevar hacia el cine 'Rusia', encontrar a Lena. Yo debia encontrar a alguien que me conociese alla y aqui.

Lena estaba vestida con elegancia, como siempre, y caminaba abstraida y ensimismada; empero, me reconocio en el acto, turbandose, segun pude notar.

– ?Tu? ?De donde sales?

– Del cielo. Bueno, Lena, ?como estan tus asuntos alla?

– ?Donde? -inquirio.

– En el hospital, por supuesto. ?Hace mucho que saliste?

Quedo sorprendida.

– No te comprendo, Serguei. ?De que estas hablando? Llegue hace tres dias a Moscu.

A ella la habia visto hoy por la manana donde el medico jefe, cuando llamaba al Instituto del Cerebro. Antes de esto, cuando yo solia ir a la seccion terapeutica, nos veiamos todos los dias o casi todos los dias.

Me calle, tratando de buscarle salida a esta situacion tan critica. El camino a lo desconocido estaba repleto de baches.

– Perdoname, Lena. Estoy completamente distraido. Ademas… este encuentro tan inesperado me ha…

– ?Como te va? -pregunto con una voz casi metalica.

– Bien -respondi animoso-. Uno esta vivo, habla…

Ella, mirandome fijamente, mantenia silencio. Y, al fin, dijo con sequedad:

– ?Que conversacion mas absurda!

Comprendi que si ella se alejaba ahora, desapareceria mi unica oportunidad de afianzamiento en este mundo, aun por un dia. No creia que esta irrupcion se prolongase mas tiempo. Habia que tomar una decision. Y la tome.

– Tengo que hablar contigo, Lena. Es imprescindible. Ha ocurrido algo…

– ?Que? -pregunto, reduciendo los ojos como en estado de alerta.

– No puedo hablar de eso en la calle… -dije, buscando las palabras que mas se acomodasen a la situacion-. ?Donde vives?

Quedo en silencio, quizas sopesando el pro y el contra:

– Por ahora, estoy viviendo en casa de Galia.

– ?Donde?

– ?Acaso no lo sabes?

Yo no sabia nada, pero no le pregunte ni con cual Galia vivia. Necesitaba que ella aceptara mi proposicion. ?Esta era mi ultima oportunidad!

– Por favor, Lena…

– Seriozha, no me es comodo invitarte a casa.

– ?Dios mio! ?Que tonteria! -exclame, pensando en la Lena que conocia.

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