Aunque era poco probable. ?Apenas acababa de llegar! Trato de recordar los rasgos del hombre del dibujo, pero lo unico que le venia a la mente era su cara morena e indefinida…, la unica parte de el que estaba borrosa.

– ?Un amigo suyo? -pregunto en tono arrastrado.

Ella levanto la barbilla.

– ?Y si asi fuera?

Bien, era admirable como se mantenia firme.

– Diria que lo ha retratado bastante bien. Aunque estoy seguro de que su madre se quedaria conmocionada.

– Al contrario, estoy segura de que no le importaria en absoluto. -Se alejo de el y dirigio su mirada al hueco entre los setos-. Ha sido muy agradable conversar con usted, milord, pero no me gustaria entretenerle mas en su paseo matutino.

– Mi paseo, claro -dijo el, sintiendo un inexplicable deseo de retrasar su marcha. Para mirar si tenia mas bocetos en los que descubrir un rasgo mas de esa mujer cuya personalidad habia mostrado tantos contrastes en tan poco tiempo.

Ridiculo. Era el momento de retirarse.

– Senorita Moorehouse -se despidio-, la vere esta noche en la cena.

Le dirigio una venia formal, un gesto al que ella respondio con una breve reverencia. Luego, con un suave silbido llamo a Danforth y se dirigio con el perro pegado a los talones en direccion a los establos. Quizas un paseo le ayudara a aclararse la cabeza.

Caminando con paso presto, reflexiono sobre el encuentro con la senorita Moorehouse, y se le ocurrieron dos cosas; la primera que esa mujer era un pozo de sabiduria sin fondo sobre jardineria, algo que podria serle util para recabar informacion sin que ella se diera cuenta dada su naturaleza… curiosa. Habia tratado de obtener tal informacion de Paul, pero aunque su jardinero jefe sabia mucho de jardineria, no poseia una educacion formal como la que obviamente poseia la senorita Moorehouse. Quiza su invitada era la pieza clave que necesitaba en su busqueda.

Y en segundo lugar, la mujer eficaz, aunque cortes, ?le habia despedido de su maldito jardin! Como si ella fuera una princesa y el su lacayo. No habia insistido, ya que irse era precisamente lo que el habia querido hacer desde el principio.

Maldicion. No podia decidir si estaba mas molesto o intrigado.

Las dos cosas, decidio.

La senorita Sarah Moorehouse era una de esas irritantes solteronas que espiaban por las ventanas cuando deberian estar durmiendo, que siempre estaban en el lugar donde menos esperabas, y que oia y veia cosas que no deberia. Pero la evidente contradiccion entre su apariencia anodina y su dibujo erotico de un hombre desnudo lo intrigaba.

Como sus conocimientos sobre plantas. Si podia utilizarlos para avanzar en su busqueda, bien, encontraria la manera de soportar su presencia.

Haria cualquier cosa para terminar la busqueda y recuperar su vida. Y por si acaso lo habia seguido al jardin la noche anterior, ya procuraria el que no lo hiciera de nuevo.

Sarah sostuvo firmemente el bloc de dibujo contra el pecho mientras clavaba la vista en el hueco de los setos por el que lord Langston acababa de desaparecer. Despues de varios segundos, dejo escapar el aliento; ni siquiera se habia dado cuenta de que habia contenido la respiracion.

Caramba, no podia negar que su anfitrion era un especimen con muy buena planta. Incluso, si solo contara el fisico, podria ser calificado facilmente como el Hombre Perfecto. Mientras habia estado parado al lado de Sarah, su pulso se habia comportado de una manera inquietante, erratica, y sin precedentes, de una manera que no le gustaba en absoluto. ?Que le pasaba?

Se ajusto las gafas con un gesto impaciente. No, no le gustaba nada. Porque a pesar de lo atractivo que podia parecer un hombre exteriormente, las apariencias en ese caso enganaban, y sus rasgos bien parecidos ocultaban con toda claridad a un sinverguenza. ?Ese hombre era experto en jardineria? ?Ja! Basandose en la conversacion que habian mantenido y los comentarios que habia hecho de los bocetos, estaba convencida que no distinguiria el abono de un clavel. Si era cierto que la noche anterior el regresaba de atender sus flores nocturnas cuando lo vio por la ventana, ella se comeria su sombrero. No lo llevaba puesto, pero por Dios, iria a por uno para comerselo. Lo que la llevaba de nuevo a preguntarse: ?que estaba haciendo la noche pasada lord Langston con esa pala?

Su imaginacion conjuro de inmediato espeluznantes imagenes del doctor Frankenstein, y apreto los labios. Fueran o no siniestras las actividades de su anfitrion, eran mas que sospechosas en el mejor de los casos, y ella tenia intencion de descubrir lo que el estaba tramando, en especial si tenia intencion de cortejar a una de sus amigas. Si su anfitrion era culpable de algo, alguien tenia que advertir a Julianne y Emily.

Alguien tenia que detener a lord Langston.

Capitulo 4

Despues de un paseo a caballo que ciertamente lo ayudo a aclararse la cabeza, Matthew se cambio de ropa y se dirigio al comedor. Se pregunto si se encontraria con la senorita Moorehouse sentada a la mesa de caoba pulida. Y luego se pregunto por que ese pensamiento lo hacia sentir inexplicablemente expectante. Sin embargo, cuando llego, el comedor estaba vacio.

– ?Ha bajado alguien a desayunar? -le pregunto a Walters mientras el lacayo le servia una taza de cafe humeante.

– Solo una de las senoras, milord. No puedo recordar su nombre. Lleva unas gafas gruesas. Y tiene buen apetito. Le gustaron en particular los bollos y la mermelada de frambuesa de la cocinera.

– Ah. Esta claro que es una mujer con un gusto excelente -murmuro Matthew levantando la taza de porcelana china.

Una imagen surgio en su mente: la de la senorita Moorehouse dandole un mordisco a un bollo relleno de mermelada, con los hoyuelos marcandosele en las mejillas mientras masticaba y con el labio inferior manchado con un poquito de mermelada de frambuesa. Y en esa imagen, el se inclinaba lentamente hacia ella, que abria los ojos de par en par mientras el le limpiaba la mermelada suavemente con la lengua.

Detuvo la taza a medio camino de su boca y parpadeo para hacer desaparecer la inquietante -y ridicula- imagen. Por Dios, ?seria posible que la lluvia de la noche anterior le hubiera afectado el cerebro? ?Que estuviera padeciendo algun tipo de fiebres? O era eso o llevaba demasiado tiempo sin disfrutar de una mujer. Si, tenia que ser esto ultimo. Pues era imposible que existiera otra explicacion de por que abrigaba el menor interes sexual por una mujer que ni era su tipo ni podia ser considerada de ninguna manera de naturaleza sensual, ademas de no ser la clase de mujer capaz de inspirar tales pensamientos. Una marisabidilla curiosa, solterona…, simplemente el tipo de mujer que evitaba como a un sarpullido.

Pero habia algo en la senorita Moorehouse que habia captado su interes. Algo que no era ni sus conocimientos de jardineria ni su inclinacion a curiosear por las ventanas…

Por segunda vez, visualizo su imagen en la mente. Eran esos malditos hoyuelos, decidio. Y esos enormes ojos entre dorados y ambar agrandados por las lentes gruesas de las gafas. Detras de esa mirada inteligente se escondia alguien… vulnerable. De alguna manera lo habia impresionado. De una manera que no entendia ni queria entender.

Con esfuerzo, aparto a la mujer de sus pensamientos, y tras desayunar a solas se dirigio a su estudio privado. Procurando no dejarse llevar por la impaciencia ante la tardanza de Daniel, paso varias horas revisando las cuentas de la finca. Cuando termino, dejo la pluma sobre el escritorio y se froto los ojos cansados. A pesar de todos sus esfuerzos por ahorrar, en los ultimos meses su situacion financiera se habia deteriorado hasta un nivel alarmante. Su destino estaba claro y era inevitable.

Sono un golpe en la puerta, y se sintio aliviado al ser interrumpido de la deprimente tarea de mirar las

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