«Maldicion, ojala lo supiera.»

– Oh, si. Esas pilluelas van viento en popa.

– Sin duda agradeceran sus diligentes cuidados de la noche pasada.

– Exactamente.

– ?Asi que va a verlas todas las noches?

«Ah, si, era una curiosa.»

– Depende de mi horario, por supuesto.

– Por supuesto. Me gustaria verlas. ?En que parte del jardin estan?

«Maldicion, ojala lo supiera.»

– Bueno, por ahi. -Agito la mano vagamente en un arco que abarcaba tres cuartas partes del jardin-. Simplemente siga el camino y dara con ellas.

Ella asintio con la cabeza y la tension que lo atenazaba bajo de intensidad. Mientras ella no tuviera la certeza de que sus propositos fueran siniestros, seguiria pensando que sus salidas nocturnas eran para trabajar en el jardin. Excelente. Y ahora si era el momento de escaparse.

– Si me excusa, senorita… -se aclaro la voz y tosio-. Danforth y yo continuaremos nuestro paseo.

Ella ladeo la cabeza y le dirigio una mirada tan penetrante y desconcertante que lo hizo sentir como si fuera un cristal transparente y ella pudiera ver en su interior.

– No sabe como me llamo, ?verdad?

Fue una afirmacion, no una pregunta, y para su verguenza, sintio que el rubor le inundaba el rostro. Lo peor era saber que ella tenia razon.

– Por supuesto que se quien es. Es la hermana de lady Wingate.

– Pero no puede acordarse de mi nombre. -Antes de que el pudiera intentar resolverlo de alguna manera cortes o incluso admitir que estaba en lo cierto, ella agito la mano para quitarle importancia al asunto-. Por favor, no se preocupe. Me ocurre siempre. Soy Sarah Moorehouse, milord.

«Me ocurre siempre.»

Matthew no supo si fueron sus palabras o la manera practica en que las dijo lo que le recordo que debia mostrarse cauteloso con ella. Si, se daba cuenta de que esa mujer tan poco interesante podia pasar desapercibida…; algo que, obviamente, ella tenia asumido. Una inesperada oleada de simpatia lo invadio, y lamento no haber recordado su nombre. Curiosa o no, era su invitada, y era mas que reprochable haber tenido el mismo comportamiento que tantos hombres antes que el.

Por alguna razon inexplicable, no quiso marcharse. Seguramente era el resultado de querer averiguar mas cosas sobre ella, como su inclinacion a mirar por las ventanas, o quiza deslizarse a hurtadillas por los jardines en mitad de la noche. Pero no sentia deseos de reanudar su anterior conversacion, asi que senalo con la cabeza su bloc de dibujo.

– ?Que estaba dibujando?

– Su fuente. -Deslizo la mirada hacia la estatua femenina-. Es la diosa romana Flora, ?no?

El arqueo las cejas con sorpresa. Podia no saber mucho de plantas, pero conocia muy bien la mitologia. Y estaba claro que la senorita Saran Moorehouse tambien.

– No creo que nadie la haya identificado con anterioridad, senorita Moorehouse.

– ?De veras? Pues las rosas primaverales que fluyen de sus labios son una pista muy obvia. Y, ?donde si no iba a estar la diosa de las flores mas que en un jardin?

– Donde si no, cierto.

– A pesar de ser una figura menor de la mitologia romana, Flora es mi diosa favorita.

– ?Por que?

– Porque tambien es la diosa de la primavera, mi estacion favorita, simboliza el ciclo de la vida. Celebro su fiesta todos los anos.

– ?El dia de Flora? -pregunto arqueando las cejas.

– ?Lo conoce?

– Si, sin embargo, nunca lo he celebrado. -Intrigado le pregunto-: ?Y que hace?

No le paso desapercibida la sorpresa de ella ante su interes.

– Es algo un poco absurdo, la verdad. Solo hago un pequeno picnic privado en el jardin.

?Absurdo? Mas bien parecia… tranquilo.

– ?Privado? ?Lo celebra sola?

Ella nego con la cabeza, consiguiendo que se le soltara otro rizo oscuro que le rozo la mejilla.

– No, no estoy sola. Invito a algunos amigos. -Se le marcaron los hoyuelos y un brillo asomo a sus ojos detras de las gafas-. Por supuesto, es una invitacion muy codiciada y exclusiva. Muy solicitada, ya sabe. No todo el mundo consigue sentarse en una manta, reliquia de la familia Moorehouse, para compartir la fiesta que tengo preparada.

– ?Que es lo que prepara?

Ella ladeo la cabeza.

– La cocina es una de mis grandes pasiones.

– Crei entender que la jardineria era su gran pasion.

– Es posible tener mas de una pasion, milord. Me encanta encontrar nuevos usos para todas las hierbas y verduras que cultivo.

El trato de ocultar la sorpresa de que una joven aristocratica supiera incluso donde estaba la cocina, luego se acordo de que ella no pertenecia a la nobleza. Su padre era… ?comisario? ?medico? Si, por ahi iba la cosa. El titulo de su hermana le habia sido otorgado en matrimonio.

– ?Y es… buena cocinera?

– Nadie se ha chupado los dedos -esbozo una amplia sonrisa-… todavia.

Una risa ahogada retumbo en la garganta de Matthew, algo muy extrano, penso asombrado. Y se dio cuenta de cuanto tiempo habia pasado desde la ultima vez que habia reido.

– Cuenteme cosas sobre esa fiesta exclusiva que prepara para celebrar el dia de Flora.

– El menu cambia cada ano, segun quien asista. Este ano prepare pasteles de carne y bollos de mermelada de arandanos, con tarta de fresa para el postre. Todo eso para mi.

– Suena delicioso. ?Y para sus invitados?

– Para ellos hubo zanahorias crudas, pan duro, hueso de jamon, leche caliente y un cubo de gachas.

– Eso no suena… demasiado delicioso. No me extrana que afirme que nadie se haya chupado los dedos todavia.

Ella se rio.

– Es la comida perfecta cuando los invitados son conejos, gansos, mi perra Desdemona, una camada de gatos y un cerdo.

– Ya veo. ?Puedo suponer que el cerdo es de verdad y no un humano con habitos malsanos?

– Efectivamente. Aunque las gachas eran para el, logro engullirse un trozo de mi tarta de fresa.

– Lo comprendo, yo en su lugar hubiera hecho lo mismo. Tiene usted unos amigos muy interesantes.

– Son leales y siempre quieren verme feliz. Especialmente cuando llevo tarta de fresa.

– ?No invita a ningun caballo?

Ella nego con la cabeza y algo brillo en sus ojos.

– No. Me dan miedo.

El alzo las cejas con rapidez.

– ?Los caballos?

– No, las tartas de fresa. -Le brindo otra amplia sonrisa-. Si, los caballos. Me gustan siempre y cuando esten a mas de tres metros de mi.

– Le debe de resultar muy dificil ir en carruaje.

– Cierto. Ir en carruaje no es, definitivamente, una de mis grandes pasiones.

Matthew senalo su bloc con la cabeza.

– ?Puedo ver su dibujo?

– Oh…, es muy simple. Apenas habia comenzado.

Como mirar un rudimentario dibujo era bastante mas seguro que volver a hablar sobre especies de plantas de las que el nunca habia oido hablar, le dijo:

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