Todas las imagenes que habia intentado borrar de su mente durante un ano lo asaltaron de golpe. Un callejon lobrego. El encuentro de William con un frances llamado Gaspard. Cajas llenas de armas. Dinero que cambia de manos. Preguntas insistentes. Un amargo enfrentamiento entre hermanos. Y despues, solo unas semanas despues, la noticia de que William habia muerto en Waterloo, convertido en heroe de guerra.

El corazon le latia con fuerza mientras intentaba conservar lo calma. ?Habia algo mas en esa mujer de lo que parecia? ?Sabria algo de la carta que habia recibido hacia poco o de los tratos de William con el frances? ?Seria ella la clave que el habia posado un ano buscando?

Entorno los ojos sin apartarlos de la cara palida de ella, y repitio la mentira que habia dicho en incontables ocasiones:

– William murio luchando por su pais. Es un heroe.

– No, excelencia.

– ?Me esta diciendo que mi hermano no era un heroe?

– No. Os estoy diciendo que no murio. Vuestro hermano William esta vivo.

2

Elizabeth sintio el cansancio abrumador que a veces la invadia despues de sus visiones. Necesitaba sentarse, pero la suspicacia que destilaban los ojos del duque la mantuvo inmovilizada.

– Quiero que me diga todo lo que sabe sobre mi hermano y por que asegura que esta vivo -dijo el.

«Dios santo, ?por que no me habre quedado callada?», se pregunto Elizabeth, aunque ya conocia la respuesta. Le vino a la mente el rostro de una joven…, la querida amiga a la que nunca volveria a ver… Y todo porque Elizabeth no se habia decidido a manifestar su presentimiento. Era un error que habia jurado no cometer de nuevo.

Ademas, el hecho de que el tal William siguiese con vida… ?no deberia ser motivo de alegria? Pero al ver la hostilidad y la desconfianza en la mirada del duque supo que se habia precipitado. Aun asi, seguramente habria algun modo de convencerlo de que le habia dicho la verdad.

– Se que vuestro hermano esta vivo porque lo he visto…

– ?Donde? ?Cuando?

– Lo he visto hace un momento. -Su voz se convirtio en un susurro-. En mi mente.

El achico los ojos hasta que quedaron reducidos a rendijas.

– ?En su mente? ?Que tonterias son esas? ?Esta usted loca?

– No, excelencia. Yo… tengo el don de ver cosas. Mentalmente. Supongo que algunos lo llamarian una segunda vision. Me temo que no puedo explicarlo con claridad.

– Y sostiene que ha visto a mi hermano… vivo.

– Si.

– Si eso es verdad, ?donde esta?

Ella fruncio el entrecejo.

– No lo se. Mis visiones suelen ser bastante vagas. Solo se que no murio, como todo el mundo cree.

– ?Y espera que me crea eso?

Su tono de incredulidad glacial le helo la sangre en las venas.

– Comprendo vuestras dudas. Muchos tachan de fabulacion todo lo que no tiene una explicacion cientifica. Solo puedo aseguraros que lo que os digo es cierto.

– ?Que aspecto tenia ese hombre que segun usted era mi hermano?

Elizabeth cerro los ojos y respiro profundamente, esforzandose por poner la mente en blanco para concentrarse en lo que habia visto.

– Alto. Ancho de espaldas. Cabello negro.

– Que casualidad. Acaba de describir a la mitad de los hombres de Inglaterra, incluido el propio regente, quien, como usted bien sabe, esta vivo. Y no debe de resultar muy dificil describir a mi hermano cuando hay un retrato suyo de considerable tamano colgado en la galeria.

– No he visto el retrato -replico ella, abriendo los ojos-. El hombre que he visto se parecia a vos, y tenia una cicatriz.

El se quedo muy quieto y ella advirtio que su cuerpo se tensaba.

– ?Una cicatriz? ?Donde?

– En el brazo derecho.

– Muchos hombres tienen cicatrices. -El duque apreto los dientes-. Si cree que va a convencerme con sus artimanas de que tiene poderes magicos o algo asi, se ha equivocado de persona. Los ladrones gitanos han vagado por Europa desde hace siglos mintiendo, afirmando que tienen poderes de esa clase con la esperanza de sacarle dinero a la gente con sus embustes, y robando si no lo consiguen.

La ira se apodero de ella.

– No soy una gitana, una embustera, una ladrona o una mentirosa.

– ?Ah no? Supongo que ahora me dira que puede leer el pensamiento.

– Solo de vez en cuando. -Bajo la vista a la boca de el, torcida en un gesto desdenoso-. He leido vuestros pensamientos cuando me habeis tocado la mano.

– ?De verdad? ?Y que estaba pensando?

– Queriais… besarme.

El duque se limito a arquear las cejas.

– No le hacian falta poderes especiales para adivinar eso. Su boca habia captado mi atencion momentaneamente.

Sin embargo, a pesar de esta respuesta indiferente, ella noto su tension, su recelo y su suspicacia, actitudes que estaba acostumbrada a distinguir. Pero por debajo de todo ello percibio algo mas, algo que, a pesar de su enfado, desperto su interes.

Soledad.

Tristeza.

Remordimientos.

Lo envolvian como una capa oscura, y a Elizabeth la compasion le encogio el corazon. Conocia demasiado bien esos sentimientos que atormentaban el espiritu y reconcomian el alma.

Ella tambien se arrepentia de cosas que habia hecho y deseaba reparar. ?Seria capaz de ayudarlo? ?Lograria aplacar con ello su propio sentimiento de culpa?

Resuelta a convencerlo de que no estaba loca y de que el la habia deseado de verdad hacia unos instantes, musito:

– Queriais besarme. Os preguntabais a que sabria mi boca. Os imaginabais que os inclinabais hacia delante y me rozabais los labios con los vuestros una vez, y otra. Despues haciais mas profundo el beso…

Austin pestaneo, su mirada se ensombrecio y se poso en la boca de ella.

– Continue.

Una oleada de calor la recorrio al representarse lo que el habia pensado a continuacion… Acariciarle la lengua con la suya.

– Creo que ya he demostrado lo que queria.

– ?Eso cree?

Austin la observo con los ojos entornados. Una cosa era adivinar que habia fantaseado con besarla y otra muy distinta que sus palabras reflejasen fielmente lo que el habia pensado.

Cielo santo, ?y si ella estaba en lo cierto? ?Y si William estaba vivo? Una esperanza absurda lo acometio con tanta fuerza que estuvo a punto de tambalearse, pero no tardo en recuperar la cordura. Varios soldados habian presenciado como William caia en combate. Aunque la bala le habia destrozado la cara, lo habian identificado por la inscripcion del reloj que encontraron debajo de su cuerpo.

No habia lugar a dudas. William estaba muerto. De lo contrario, se habria puesto en contacto con su familia y habria regresado a casa.

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