La expresion humoristica se borro al instante del rostro de Miles.

– Sabes que no tienes mas que pedirmelo.

A Austin se le escapo un suspiro que habia estado reprimiendo sin darse cuenta. Desde luego que podria contar con Miles, como siempre. El hecho de ocultarle secretos a ese hombre que habia sido su mejor amigo desde la infancia lo hacia sentir culpable. «Es por su propio bien por lo que no le he contado las circunstancias en que se desarrollaban las actividades de William durante la guerra», se dijo.

– Necesito que hagas unas indagaciones discretas.

Un brillo de interes se encendio en los negros ojos de Miles.

– ?Sobre que?

– Sobre cierta dama.

– Ah, entiendo. ?Ansioso por atarte al yugo matrimonial? -Antes de que Austin pudiese contradecirlo, Miles continuo, imparable-. La verdad es que no te envidio. No hay una sola mujer en el mundo con la que yo quiera compartir la mesa a diario. Solo de oir las palabras «hasta que la muerte os separe» me dan escalofrios de espanto. Pero supongo que debes atender a las obligaciones inherentes a tu titulo, y ya no eres un jovencito. Cada dia doy gracias a Dios por el hecho de que mi primo Gerald pueda heredar mi titulo. Por supuesto, Robert puede heredar el tuyo, pero ambos sabemos que tu hermano pequeno tiene tantas ganas de ser duque como de contraer la viruela. De hecho…

– Miles. -Esa unica palabra, pronunciada con brusquedad, interrumpio el flujo de palabras.

– ?Si?

– No me refiero a ese tipo de dama.

Una sonrisa de complicidad se dibujo en los labios de Miles.

– Aja. No digas mas. Necesitas informacion sobre alguien que no es precisamente… una candidata virtuosa apropiada para ti. Entiendo. -Le guino el ojo a Austin-. Esas son las mas divertidas.

La frustracion comenzo a apoderarse de Austin, pero hizo un esfuerzo por mantener la compostura.

– La dama a quien quiero que investigues es la senorita Elizabeth Matthews.

Miles arqueo las cejas.

– ?La sobrina americana de lady Penbroke?

Austin intento mostrar una indiferencia que no sentia.

– ?La conoces?

– He coincidido con ella en varias ocasiones. A diferencia de algunos insociales que todos conocemos, yo he asistido a varios bailes esta temporada…, bailes a los que tambien asistieron lady Penbroke y la senorita Matthews. ?Quieres que te la presente?

– Nos hemos conocido hace un rato, en el jardin.

– Ah. -Aunque una docena de interrogantes brillaron en los ojos de Miles, se limito a preguntar-: ?Que quieres saber sobre ella?

Austin queria saberlo todo sobre ella.

– Puesto que ya la conoces, dime que impresion te causo.

Miles se tomo tiempo para contestar, arrellanandose en un mullido sillon de orejas al calor del fuego y removiendo su copa de brandy con tal parsimonia que a Austin le rechinaban los dientes de impaciencia.

– Opino -dijo Miles finalmente- que es una joven encantadora, inteligente e ingeniosa. Por desgracia, no se desenvuelve del todo bien en los actos sociales; tan pronto se muestra cohibida y timida como parlanchina y descarada. A decir verdad, me parecio un soplo de aire fresco pero, a juzgar por los chismes que he oido, nadie comparte mi opinion.

– ?Que chismes? ?Algo escandaloso?

Miles agito la mano como para restar importancia al asunto.

– No, nada por el estilo. De hecho, no logro imaginar como podria esa buena muchacha enredarse en un escandalo, teniendo en cuenta que todo el mundo la rehuye.

A Austin le vino a la mente la imagen de una joven desmelenada y sonriente.

– ?Por que la rehuyen?

Miles se encogio de hombros.

– ?Quien sabe como empiezan esas cosas? Las mujeres cuchichean tras sus abanicos comentando su torpeza en la pista de baile y sus escasas dotes para la conversacion. Algunos la tacharon de marisabidilla despues de que se enzarzara en una discusion con un grupo de lores acerca de las propiedades curativas de las hierbas. Basta con que una sola persona la juzgue inaceptable para que todos los demas opinen lo mismo.

– ?Y lady Penbroke no apoya a su sobrina?

– No he prestado demasiada atencion al tema, pero sin duda los peores desaires se le hacen lejos de la aguda vista de la condesa. Sin embargo, ni siquiera el inapreciable apoyo de su tia es suficiente para asegurarle el favor de la gente de buen tono.

– ?Sabes si lleva mucho tiempo en Inglaterra?

Miles se acaricio la barbilla.

– Creo que llego poco despues del dia de Navidad, asi que debe de llevar unos seis meses.

– Quiero que averigues exactamente cuando llego y en que barco. Tambien me interesa saber si se trata de su primer viaje a Inglaterra.

– ?Por que no se lo preguntas tu mismo?

– Se lo he preguntado. Asegura que llego hace seis meses y que es su primera visita a las islas.

Miles achico los ojos, intrigado.

– ?Y tu no la crees? ?Puedo preguntarte por que?

– Es posible que haya tenido tratos con William -contesto Austin en tono despreocupado-. Quiero saberlo con certeza. Si se conocieron, quiero saber como, cuando y donde.

– Tal vez deberias contratar a un alguacil de Bow Street. Ellos…

– No. -La palabra, cortante como navaja de afeitar, trunco la sugerencia de Miles. Hacia quince dias ya le habia encargado a un agente que localizara al frances llamado Gaspard, el hombre al que habia visto con William aquella ultima vez…, el hombre que Austin sospechaba que sabia algo de la carta que ahora estaba guardada bajo llave en un cajon de su escritorio. No tenia el menor deseo de implicar a Bow Street en ese asunto-. Necesito discrecion total por parte de alguien en quien pueda confiar. Bueno, ?haras las indagaciones que te pido? Con toda seguridad tendras que viajar a Londres.

Miles lo escruto durante largo rato.

– Veo que esto es importante para ti.

Una imagen de William acudio a la mente de Austin.

– Si.

En silencio intercambiaron una larga mirada que reflejaba los anos de amistad que los unian.

– Me marchare por la manana -dijo Miles-. Mientras tanto, me pondre a investigar inmediatamente tanteando a algunos de los invitados a la fiesta respecto a la dama en cuestion.

– Excelente idea. Huelga decir que quiero que me transmitas cuanto antes toda la informacion que logres recabar.

– Entendido. -Miles apuro la copa de brandy y se puso de pie-. Supongo que sabes que la senorita Matthews y lady Penbroke se alojaran aqui durante las siguientes semanas en calidad de invitadas de tu madre.

– Si. Enviarte a ti a Londres me deja las manos libres para quedarme aqui y no quitarle el ojo de encima a la senorita Matthews.

Miles enarco una ceja.

– ?Es eso lo unico que quieres ponerle encima? ?El ojo?

Austin endurecio mas aun su gelido semblante y le pregunto con severidad:

– ?Has terminado?

Miles, sabiamente, tomo nota de los aires articos que empezaban a soplar.

– He terminado del todo. -Su expresion se sereno y, en un gesto amigable, puso una mano sobre el hombro de Austin-. No te preocupes, amigo mio. Entre los dos lo averiguaremos todo sobre la senorita Elizabeth Matthews.

Una vez que la puerta se hubo cerrado a la espalda de Miles, Austin saco una llave plateada del bolsillo del chaleco y abrio con ella el cajon inferior de su escritorio. Extrajo la carta que habia recibido hacia dos semanas y

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