– ?O lo humeda, suave y calida que eres?

El contacto de aquellas nalgas firmes y redondeadas apretandose contra su pene lo hacia temblar. A pesar de las protestas de Jilly,

Matt le quito la mano del pubis y se estiro para buscar un preservativo en el cajon de la mesita de noche. Se lo puso a toda velocidad y volvio a su amante. Se acomodo por detras y entro en ella. Le hizo el amor sin prisas y saboreo cada movimiento, cada suspiro y la soberbia sensacion de tenerla pegada a el. El orgasmo de Jilly lo sacudio como un rayo. Un segundo despues, la aferro por los muslos, dejo caer la cabeza hacia delante y alcanzo el extasis. En cuanto dejo de temblar, comprendio que acababan de hacer el amor por ultima vez.

Matt salio de la ducha una hora y media despues y se lamento de que Jilly no se hubiera reunido con el. Sabia que habia sido una esperanza vana porque, de hecho, ella ya se habia duchado. Sin embargo, no podia evitar sentirse contrariado al comprobar que la aventura habia terminado.

Se obligo a apartar los pensamientos dolorosos, se afeito deprisa y mientras guardaba el cepillo de dientes y la maquinilla, noto que las cosas de Jilly ya no estaban sobre la encimera del lavabo. Abrio la puerta del bano y se quedo paralizado en el lugar. Cuando la vio vestida con unos vaqueros, con un jersey negro, botas militares y el pelo recogido, sintio que era la mujer mas sexy del universo y que lo unico que el deseaba en ese momento era desnudarla y amarla una vez mas. Estaba parada en medio de la habitacion, con la maleta, el ordenador portatil y la caja de flores que el le habia regalado a su lado.

– Estoy lista para irme -dijo ella.

Matt tuvo que hacer un esfuerzo para poder hablar.

– Esta bien. Solo necesito cinco minutos para…

– He pedido un taxi para que me lleve a la estacion. El proximo tren sale dentro de veinte minutos.

El se llevo una mano a la cabeza y se quedo parado, apenas cubierto por una toalla y absolutamente aturdido. Queria decir muchas cosas, pero no sabia como expresarlas con claridad. Lo aterraba decir algo que no fuera suficiente, o mencionar otra cosa y que fuera demasiado.

Queria llevarte a tu casa, Jilly -dijo, finalmente-. De hecho, habia planeado o, al menos, esperado, que regresaramos juntos.

– Gracias, pero ya me las he arreglado por mi cuenta.

Si bien no dijo que no necesitaba o no queria que se ocupara de ella, fue como si lo hubiera hecho. Matt se sentia tan frustrado que tuvo que controlarse para no gritar.

– Creo que es mejor asi -agrego ella.

Racionalmente, el sabia que Jilly tenia razon. Un adios rapido en el hotel facilitaria la despedida. Sin embargo, por mucho que lo comprendiera no dejaba de sentirse mal.

– Ha sido un fin de semana maravilloso – dijo ella.

– Si.

En los labios de Jilly se insinuo una ligera sonrisa. Matt la miro y penso que jamas conseguiria olvidar como sabia aquella boca.

– Supongo que manana nos veremos en la oficina -comento ella.

– Manana, si…

Jilly vacilo algunos segundos y el se puso tenso, ansioso por saber si diria algo mas. Pero tal como suponia, ella solo podia decir una cosa.

– Adios, Matt.

Era todo lo que cabia decir en esa situacion y ella lo habia dicho. Acto seguido, Jilly se agacho para recoger su equipaje, luego se acerco a el y lo beso timidamente en la boca. Matt respiro hondo para quedarse con el recuerdo de su perfume y la observo abrir la puerta y salir de la habitacion. Se quedo parado alli, solo, con el recuerdo de tres dias increibles y un profundo dolor en el corazon.

El martes por la manana, Jilly entro en las oficinas de Maxximum con su actitud profesional como arma de defensa. Peinada con su clasico mono, vestida con un traje negro y con las gafas de sol puestas, se sentia capaz de afrontar cualquier situacion. Incluyendo su encuentro con Matt Davidson.

No podia negar que el corazon le latia a toda velocidad, pero se dijo que era porque habia tenido que correr hasta el ascensor. Tambien era cierto que tenia los nervios alterados, pero eso se debia a que habia cometido el error de tomar un cafe doble con el estomago vacio. En cuanto comiera algo se sentiria mejor. Fue hasta su escritorio, colgo el maletin en el respaldo de la silla, encendio el ordenador y despues se dirigio al cuarto de descanso para calentar la tarta de fresas que habia comprado en la tienda de la esquina. Cuando entro, se detuvo de golpe como si acabara de toparse con un muro.

Matt estaba apoyado en la encimera, tomando un cafe y leyendo el periodico. Levanto la vista y se quedo paralizado. Se miraron en silencio durante un par de minutos. Cientos de imagenes se agolparon en la mente de Jilly. Matt sonriendole, riendo con ella, besandola, tocandola, haciendole el amor.

Se aferro al plato, trato de borrar las imagenes de su cabeza y se obligo a avanzar con una sonrisa, esperando que no se notara lo tensa que estaba.

– Buenos dias -dijo ella.

– Buenos dias -contesto el y senalo hacia la cafetera-. Esta recien hecho, ?por que no te sirves un poco?

– Genial.

Jilly se concentro en desenvolver la tarta. Mientras tanto, pretendia no haber notado lo bien que le sentaba a Matt el traje gris que llevaba puesto. Sobre todo, porque sabia que era lo que habia debajo de esa ropa.

– Me pregunto si Jack Witherspoon se habra puesto en contacto con Adam -comento el.

– No lo se. Pero si no es hoy, con seguridad lo hara durante la semana. Jack quiere empezar a trabajar en la campana lo antes posible.

Por el rabillo del ojo, Jilly vio que Matt iba hasta el frigorifico. Despues, se acerco a ella y dejo la botella de leche cerca de su taza.

– ?Para que es eso? -pregunto la mujer.

– Para tu cafe.

Cuando se miraron a los ojos, Jilly se sintio tensa y relajada al mismo tiempo. Luego enarco una ceja y dijo:

– Antes nunca me habias traido la leche para el cafe.

– Antes no sabia que le ponias leche…

El comentario basto para poner en evidencia que la intimidad que habian compartido habia alterado su rutina por completo. Un detalle tan insignificante como el del cafe con leche les senalaba el nivel de complicidad que habia entre ellos.

Jilly trago saliva y se pregunto como haria para soportar el trabajo diario junto a Matt si ni siquiera podia manejar un simple encuentro en la cocina.

Tenia que encontrar el modo de recuperar el control de la situacion. Debia olvidar los momentos que habian compartido durante el fin de semana y convencerse de que la botella de leche era tan solo una cortesia por su parte, que no tenia ningun significado oculto y que, en todo caso, lo unico que probaba era que Matt siempre queria estar en todo.

Trato de borrar cualquier emocion de su rostro y se obligo a sostenerle la mirada.

– Gracias, pero soy perfectamente capaz de buscarme mi propia leche -afirmo.

– Y yo soy perfectamente consciente de eso.

– Imagino que respetaras nuestro pacto y que volveremos a la relacion de siempre…

– Por supuesto -dijo el y arqueo una ceja-. Salvo que hayas cambiado de opinion.

– No, en absoluto -ratifico Jilly-. Solo senti que necesitaba recordarte cual habia sido el acuerdo.

– ?Lo dices porque te he traido la leche para el cafe?

Antes de que ella pudiera responder, el se acerco un poco mas. Jilly sentia en peligro. Necesitaba conservar cierta distancia para no ceder a la tentacion de tocarlo. Dio un paso atras pero se topo con la encimera. El siguio avanzando hasta dejar unos pocos centimetros entre ellos. Se inclino hacia delante y apoyo los brazos sobre la tabla, dejando a Jilly completamente atrapada. A ella se le acelero el corazon y, aunque su cerebro le gritaba que huyera cuanto antes, sus pies se negaban a obedecer. Se sentia intimidada, pero no encontraba fuerzas para protestar. Ademas, no podia negar que la situacion le resultaba muy excitante.

– Te prometo que tengo toda la intencion de cumplir con nuestro acuerdo y olvidar cuanto antes lo que ha pasado entre nosotros -dijo Matt con voz firme-. Pero debo reconocer que va a costarme mucho mas de lo que

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