las puertas en arco, los frisos y las columnas eran espectaculares y abrumadores al mismo tiempo, pero no eran nada comparados con la vista del valle que tenia el Rey de las Patatas. No cabia duda, Norris Hillard poseia la mejor vista de la ciudad.

Una pequena orquesta llenaba la gran sala con jazz suave, y un grupo de gente bailaba al ritmo de la musica relajante. Desde donde estaba, Gabrielle podia ver la barra y el bufet contra la pared del fondo. No vio a Joe. Respiro hondo y exhalo muy lentamente para relajarse.

Sabia que el estaba alli, en algun lado. Con el resto de los detectives, sargentos y tenientes, todos ellos trajeados. Esposas y novias colgaban de sus brazos, charlando y riendo como si esa noche se celebrara una fiesta cualquiera. Como si ella no tuviera el estomago en un puno y no estuviera tan nerviosa que tenia que obligarse a permanecer perfectamente quieta.

Entonces sintio su mirada una fraccion de segundo antes de que sus ojos se encontraran con los suyos, con el hombre que habia conseguido que lo amara y luego le habia roto el corazon. Permanecia junto a un pequeno grupo de personas y sus ojos oscuros se clavaron en ella con tal intensidad que impactaron en su corazon roto. Se habia preparado para esa reaccion traicionera y para el rubor ardiente que atraveso su piel. Habia sabido que ocurriria, y se obligo a permanecer alli y absorber cada detalle de su rostro. Las luces de las lamparas de arana que colgaban por encima de su cabeza iluminaban los rizos que le rozaban las orejas. Su mirada se movio por la nariz recta y esa boca que habia sonado que la besaba por todas partes. Sintio cada latido de su corazon y contuvo el aliento. No hubo sorpresas. Habia esperado que aquello ocurriese.

La gente se aparto y la mirada de Gabrielle recorrio su traje gris oscuro y su camisa blanca. La anchura de sus hombros y la corbata gris claro. Ahora ya lo habia visto. Y no se habia muerto. Estaria bien. Podia cerrar ese capitulo de su vida. Podia mirar al futuro. Pero a diferencia de la ultima vez que habia visto a Kevin no se sintio libre de Joe.

En lugar de liberarse, la colera fluyo desde su interior. La ultima vez que lo habia visto habia deseado ardientemente que el correspondiera a su amor. Habia estado segura de que el sentiria algo por ella. Pero no habia sido asi y el dolor y la colera se habian apoderado de su corazon y su alma. Demasiado para el amor verdadero.

Se recreo en su cara un momento mas, luego se volvio y se encamino hacia la barra. Nunca volveria a amar a un hombre mas de lo que el la amara. Ni aspiraria a otro amor verdadero.

Ella le habia dado la espalda. Habia dado media vuelta y se habia alejado, y el se sintio como si alguien le hubiera pateado en el pecho. Su mirada siguio la estela del pelo cobrizo mientras Gabrielle se abria camino entre la gente, y con cada paso que ella daba la opresion que Joe sentia en el pecho aumentaba un poco mas. Pese a todo, nunca se habia sentido mas vivo. Pequenos estremecimientos de placer atravesaron su cuerpo y erizaron el vello de sus brazos. La gente que abarrotaba la mansion Hillard se movia y cambiaba de posicion, sus voces eran un mero zumbido en sus oidos. Todo lo demas carecia de importancia. Todo excepto ella.

No habia ocurrido como el K.O. que siempre habia esperado. No lo habia partido un rayo para que supiera que queria pasar toda la vida con ella. Nada tan doloroso. Amarla era mas como una brisa fresca, como el calido sol sobre su rostro. Era la unica verdad. Era Gabrielle en si misma. Y lo unico que habia tenido que hacer para descubrirlo fue joderlo todo apartandola de su vida.

– El hijo de puta se escondia bajo la cama con su novia -se rio uno de los patrulleros que habia respondido a la llamada de Hillard la noche que su pintura fue robada. Los demas policias y sus esposas rieron tambien, pero Joe no. Sus pensamientos estaban al otro lado de la habitacion.

Gabrielle estaba mejor de lo que recordaba. Lo que parecia imposible, porque el la recordaba como una especie de diosa del sol. Se habia preguntado si acudiria esa noche y hasta el momento en que habia entrado no se habia percatado de que habia estado conteniendo el aliento, esperandola.

Se excuso y se abrio paso entre la gente, saludando con la cabeza a los hombres con quienes trabajaba y a sus esposas, pero siguiendo con los ojos a la pelirroja del vestido con la espalda descubierta. Seguirle la pista no era dificil. Todo lo que tenia que hacer era guiarse por las cabezas que se giraban. Recordo la noche que le habia dicho que llevara algo sexy a la fiesta de Kevin. Se lo habia dicho medio en broma para irritarla un poco y ella en cambio se habia puesto aquel horrible pichi azul. Pero esta noche, definitivamente, llevaba algo sexy. Tan sexy que se sentia impulsado a ponerle su chaqueta sobre los hombros y ocultarla a los ojos de los demas.

Tuvo que detenerse varias veces al cruzarse con amigos y colegas que lo paraban para charlar. Cuando alcanzo a Gabrielle al final de la barra, el otro detective soltero, Dale Parker, se le habia adelantado y habia entablado conversacion con ella. Normalmente, Joe no tenia nada en contra del novato, pero la atencion que Dale prestaba al vestido de Gabrielle lo irritaba de una manera de padre y muy senor mio.

– Hola, Shannie -dijo Dale, mientras le ofrecia a Gabrielle un vaso de vino tinto. Ella sonrio agradecida al joven y por primera vez en la vida de Joe los celos arremetieron contra el dejandolo noqueado.

– Parker. -Joe observo como la espalda de Gabrielle se ponia rigida antes de que lo mirase por encima del hombro-. Hola, Gabrielle.

– Hola, Joe.

Habia pasado toda una vida desde que el habia oido su voz y mirado sus ojos verdes. No la imagen de la cinta, sino a ella. Oirla y verla en persona aumento la opresion del pecho de Joe todavia mas, dejandolo sin aliento. Al tenerla tan cerca, se dio cuenta de cuanto la habia anorado. Pero al encontrar su mirada fria e indiferente se percato de otra cosa: quizas era demasiado tarde.

Hubo veces en la vida de Joe en las que sintio que el miedo le haria estallar la cabeza. Era algo que habia sentido a menudo cuando perseguia a delincuentes sin saber como acabaria todo. Lo habia sentido entonces y lo sentia ahora. En el pasado, siempre habia estado seguro de si mismo, seguro de que ganaria. Pero no estaba tan seguro esta vez. En esta ocasion la apuesta era demasiado alta. Esta era una persecucion a ciegas que no estaba seguro de que acabara como el queria, pero no tenia alternativa. La amaba.

– ?Como estas?

– Genial. ?Y tu?

«No tan genial.»

– Bien.

Lo empujaron desde atras y se acerco un poco mas a ella.

– ?Que has estado haciendo ultimamente?

– Pienso abrir una nueva tienda.

Estaba lo suficientemente cerca para oleria. Olia a lilas.

– ?Que vas a vender?

– Aceites esenciales y aromaterapias. Las cosas fueron tan bien en el Coeur Festival que creo que funcionara.

Ella olia a ese jabon que le habia frotado por todo el cuerpo aquel dia en la ducha tras haber hecho el amor.

– ?La vas a abrir en Hyde Park?

– No. Las expectativas para negocios alternativos son mejores en Old Boise. Ya he encontrado un local. El alquiler es mas alto que en Hyde Park, pero una vez que venda Anomaly, podre permitirme el lujo. No tendre empleados y tengo tanto material que me sale por las orejas, por lo que mis costes iniciales seran razonablemente bajos. Cuando consiga alquilar el local…

Estar quieto sin tocarla requirio cada gramo de autodisciplina que poseia. Poso la mirada en los labios de Gabrielle y observo como hablaba cuando lo que en realidad queria era cubrirle la boca con la suya. La observo hablar cuando lo unico que deseaba era llevarla a su casa y tenerla solo para el. Su madre estaba en lo cierto. Podria pasarse el resto de su vida mirandola. En todas partes, desde la coronilla hasta la punta de los pies. Queria acariciarle la marca, hacerle el amor y mirarla mientras dormia.

Queria preguntarle si aun le amaba.

– ?… no es cierto, Shannie?

No tenia ni la mas remota idea de lo que Dale le estaba preguntando. Ni le importaba.

– ?Puedo hablar contigo un minuto, Gabrielle?

– En realidad -respondio Dale por ella- acababa de pedirle que bailara conmigo cuando tu llegaste y me habia dicho que si.

Joe no tenia experiencia para manejar los celos que ardian como lava liquida en su estomago. La miro a la

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