cara y le dijo:

– Pues ya puedes decirle que no.

En el momento en que las palabras salieron de su boca supo que habia cometido un error. Gabrielle entrecerro los ojos y abrio la boca para negarse.

– ?Donde esta tu novia? -pregunto Dale antes de que ella tuviera oportunidad de mandarlo al infierno.

Ella cerro la boca y guardo silencio.

«Jesus. ?Que habia hecho para merecer esto?»

– No tengo novia-dijo el apretando los dientes.

– ?Entonces quien es la mujer de ese bar de la Octava?

– Solo es una amiga.

– ?Solo una amiga y te trae el almuerzo?

Joe se pregunto si el detective novato tendria un especial interes en que la nariz pasara a formarle parte de la oreja izquierda.

– Asi es.

Dale miro a Gabrielle.

– ?Preparada?

– Si. -Y sin mirar ni una sola vez en su direccion, ella dejo la copa en la barra y guiada por Dale, que habia posado la mano en el hueco de su espalda desnuda, se dirigio a la pista de baile.

Joe pidio una cerveza en la barra, luego miro a traves de una de las puertas en arco hacia la oscura pista de baile de otra de las habitaciones. No necesitaba buscar a Gabrielle, con su altura era facil de encontrar.

Era un infierno ver a la mujer que amaba en los brazos de otro hombre. Observar el destello de su blanca sonrisa cuando se reia de algun chiste estupido y sentirse incapaz de hacer nada sin parecer un jodido asno celoso. Se tomo un largo trago de cerveza sin apartar la mirada de Gabrielle. Podria no haberse dado cuenta de cuanto la amaba hasta que la vio entrar en la habitacion esa noche, pero eso no queria decir que no lo sintiera con cada fibra de su ser. Que no lo sintiera en cada latido doloroso de su corazon.

Winston Densley y su pareja avanzaron hasta la barra al lado de Joe y los dos hablaron y discutieron sobre las caracteristicas mas interesantes del cuarto de bano de los Hillard, como el inodoro de oro con el asiento caliente. Joe se sorprendio a si mismo al tener la paciencia de esperar unos cinco minutos antes de colocar la cerveza en la barra y avanzar hacia la abarrotada pista de baile. Una musica al estilo Kenny G., que Joe normalmente evitaba como una enfermedad cardiaca, termino justo cuando poso la mano en el hombro del detective Parker.

– Mi turno.

– Mas tarde.

– Ahora.

– Eso depende de Gabrielle.

A traves del espacio oscuro que los separaba, su mirada quedo atrapada en la de Joe y dijo:

– Esta bien, Dale. Escuchare lo que tenga que decir y luego me dejara en paz el resto de la noche.

– ?Estas segura?

– Si.

Dale miro a Joe y sacudio la cabeza.

– Eres un cabron, Shanahan.

– Si, pues demandame.

La musica comenzo de nuevo y Joe la cogio de la mano y le rodeo la cintura con el otro brazo. Ella se mantuvo tiesa como una vara dentro de su abrazo, pero tenerla asi otra vez era como regresar a casa despues de una larga ausencia.

– ?Que quieres? -pregunto ella en su oido.

A ti, penso el, pero creyo que a ella no le gustaria oir esa respuesta en aquel momento. Necesitaban aclarar las cosas entre ellos antes de decirle lo que sentia por ella.

– Deje de ver a Ann hace una semana.

– ?Que paso, te dejo?

Estaba muy dolida. La resarciria. La apreto contra el pecho. Sus senos le rozaron las solapas de la chaqueta y el deslizo la palma de la mano por la espalda desnuda. Un dolor familiar se asento en la boca de su estomago y se extendio a su ingle.

– No, Ann nunca fue mi novia.

– Vaya, ?fingias tambien con ella?

Estaba enojada. Se lo merecia.

– No. Ella nunca fue mi colaboradora como tu. La conozco desde que eramos ninos. -Movio la mano por su piel suave y enterro la nariz en su pelo. Cerro los ojos y aspiro el perfume. Su olor le recordo el dia que la habia visto flotando en la pequena piscina-. Salia con su hermana.

– ?Y su hermana era una novia real o ficticia?

Joe suspiro y abrio los ojos.

– Estas cabreada conmigo y te da igual lo que diga.

– No estoy cabreada.

– Lo estas.

Ella se echo hacia atras y lo miro, el estaba en lo cierto. Sus ojos ardian, ya no eran frios e indiferentes. Lo cual, penso, podia ser bueno o malo segun se mirase.

– Dime por que estas tan cabreada -la provoco, esperando oir cuanto le habian dolido las palabras que le dijo aquella noche en el porche. Despues de que lo escupiera todo, podria arreglar las cosas.

– ?Me trajiste una magdalena del bar de tu novia la manana que hicimos el amor!

Eso no era lo que el habia esperado oir. De hecho, nada era como habia esperado.

– ?Que?

Ella miro a algun punto por encima del hombro izquierdo de Joe, como si mirarlo la lastimara demasiado.

– Me trajiste…

– Ya te he oido -la interrumpio y rapidamente echo un vistazo alrededor para ver si las otras parejas la habian oido tambien.

Ella no lo habia dicho precisamente en voz baja. No sabia que tenia que ver haber comprado una magdalena con la manana que habian hecho el amor. Tambien le habia llevado un bocadillo de pavo del bar de Ann. Menuda cosa. Pero no menciono el bocadillo porque reconocia que era una de esas conversaciones que nunca entenderia y que jamas ganaria. En vez de eso se llevo la mano de Gabrielle a los labios y le beso los nudillos.

– Vuelve a casa conmigo. Podemos hablar alli. Te he echado de menos.

– Puedo sentir cuanto me anoras por como te presionas contra mi muslo -dijo ella, pero seguia sin mirarlo.

Si ella pensaba que el obvio deseo que sentia iba a hacer que se avergonzara, iba a tener que esperar sentada.

– No me averguenza desearte. Y si, he anorado tocarte y abrazarte, y quiero hacerlo otra vez. Pero eso no es todo lo que he sentido desde que dejaste la ciudad. -Le tomo la cara entre las manos, obligandola a mirarlo de nuevo-. He echado de menos la manera que miras alrededor cuando crees que tu karma va a atraparte. He anorado observarte caminar y la forma en que te metes el pelo detras de las orejas. He anorado el sonido de tu voz y tus intentos de ser una vegetariana de verdad. He echado de menos que creas que eres pacifista mientras me golpeas el brazo. Te he echado de menos, Gabrielle.

Ella parpadeo dos veces y el creyo que iba a ablandarse.

– Cuando estuve fuera, ?sabias donde estaba?

– Si.

Ella se aparto de su abrazo.

– Entonces no me anorabas tanto, ?no?

El no tenia una respuesta sencilla para eso.

– Mantente fuera de mi vida -dijo ella, luego salio de la pista de baile.

El no la siguio. Verla alejarse de el lo sumia en el infierno mas absoluto, pero hacia ocho anos que era detective y habia aprendido cuando detenerse en una persecucion y esperar a que las cosas se enfriaran.

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