reflejado en sus ojos que el dolor era terriblemente fuerte. Tan fuerte, que ella no lo podia soportar.

Ella trago aire audiblemente y se hubiera caido de no ser por Mike, que la sujeto por el brazo bueno e impidio que ella se cayese, haciendola sentarse luego en uno de los fardos de heno.

– Tranquila -le dijo suavemente y como siempre, su voz resulto increiblemente tranquilizadora. Los lugarenos decian que lo que mejor se le daba eran los ninos y los perros, y tenian razon. La voz de Mike inspiraba confianza-. Tranquila -repitio-, no te haremos dano.

– ?Donde… donde esta mi abuelo?

– Lo hemos estado buscando -dijo, y se arrodillo frente a ella, tomandola de la mano a pesar de la sangre. Tenia las manos fuertes y calidas y le estrecharon los dedos como si supiera lo asustada que estaba bajo esa fachada de agresividad. Era un gesto de carino y fuerza que habia usado muchas veces antes, y el cuerpo de la chica se relajo apenas un poco. El se dio cuenta de ello y esbozo su sonrisa tranquilizadora, una sonrisa que era capaz de conquistar a una serpiente de cascabel.

– Soy el doctor de la comarca -le dijo-. Deja que te mire el brazo. Dejame ayudarte.

– No es nada.

El hizo caso omiso a su protesta. La chica no estaba en condiciones de hablar coherentemente, y mucho menos, pensar. Le miro la cara rogandole permiso con los ojos mientras llevaba sus manos al primer boton de la blusa.

– ?Me permites ver? -pregunto, y al no obtener respuesta, le desabrocho el cuello y retiro la prenda para descubrir el hombro. Lanzo un silbido inaudible. No era extrano que tuviese dolor-. Te has dislocado el hombro.

– Dejalo.

– No te asustes -le dijo, tomandola de la mano nuevamente con tanta delicadeza que no le dano el hombro-. Estamos aqui para ayudarte. Yo soy Mike Llewellyn, el unico medico de Bellanor. Detras de mi se halla el sargento Ted Morris y Jacob, el tipo que esta enterrando el cerdito, es el vecino de tu abuelo. Es el dueno de la granja de al lado. Llevamos cuatro dias buscando a tu abuelo, desde que desaparecio.

– Pero… -la chica parecia estar desesperada por entender lo que decia sin exito. En lo unico en que podia pensar era en el dolor.

– Las explicaciones pueden esperar -dijo Mike con firmeza. Le tomo el brazo por la muneca y le coloco suavemente el brazo cruzado sobre el pecho como si tuviese un cabestrillo-. Puedo llevarte a la consulta y manipular esto con anestesia, pero si confias en mi, puedo volverte a colocar el hombro ahora. Te dolera, pero tambien lo hara viajar por caminos llenos de baches para llevarte hasta la ciudad. Te puedo dar un poco de morfina, pero creo que lo mejor que se puede hacer es intentar colocarlo rapidamente. ?Intentaras relajarte y ver que es lo que puedo hacer?

– ?Eres… de veras eres medico?

– Soy medico de verdad -le sonrio, con los ojos azules dulces y tranquilizadores, recurriendo a su mejor actitud profesional con los pacientes-. El sargento lo puede corroborar. Incluso tengo un certificado por algun lado para demostrarlo.

– ?Y… y sabes como volver a poner esto?

– He colocado hombros dislocados antes.

La joven lo miro con duda en los ojos. El no llevaba bata blanca ni estetoscopio. Vestia vaqueros y un jersey de lana. Tenia el cabello negro y rizado y le hubiera ido bien un corte de pelo, y el rostro bronceado y las arrugas alrededor de sus ojos indicaban que pasaba mucho tiempo al aire libre.

No tenia ni pizca de aspecto de medico.

Pero sus penetrantes ojos azules y la sonrisa de su ancha y bronceada cara le indicaron que se podia entregar a sus manos con tranquilidad.

La chica suspiro y asintio con la cabeza, cerrando los ojos y forzandose a relajarse. Espero a que llegase el dolor…

El la miro con sorpresa. ?Le habria ocurrido antes, entonces? Parecia que sabia lo que iba a suceder.

No valia la pena retrasar el momento, asi que le levanto la muneca y le flexiono el codo hasta un poco mas de los noventa grados. Luego, lenta y firmemente, hizo rotar el brazo abajo y atras, con tanta firmeza que la chica lanzo un sollozo de dolor.

Y luego, milagrosamente, se acabo. El hombro se coloco con un chasquido.

Silencio.

La chica inspiro profundamente dos veces. Tres. Cuatro. Y luego, abrio los ojos a un mundo sin dolor.

Los ojos verdes se contrajeron cuando esbozo una sonrisa de absoluto alivio.

– Gracias.

No necesitaba nada mas. No habia necesidad de cerciorarse de su trabajo. Bastaba con ver como el terrible dolor habia desaparecido de sus ojos. Le sonrio y ella le devolvio la sonrisa. ?Y que sonrisa!

– Bien hecho. No te muevas todavia. Tomate tu tiempo. No hay prisa.

No habia prisa…

La sonrisa de la chica desaparecio y ella miro a su alrededor como si lo viera por primera vez. Doris estaba echada, exhausta, en la paja. Junto a ella, los cerditos hacian los primeros intentos de comenzar a mamar.

Alguien tenia que romper el silencio, y finalmente fue el sargento quien lo hizo.

– Ahora, jovencita, ?que tal si nos dices quien…?

Mike le puso una mano en el brazo, sacudio la cabeza y lo silencio con una dura mirada.

– No. Las preguntas pueden esperar, Ted. Esta agotada. Es la nieta de Henry. Eso es todo lo que necesitamos saber.

– ?Eres la chica que llamo desde los Estados Unidos a principios de la semana? -pregunto el policia.

– Si. Soy… soy Tessa Wescott. Llegue en avion esta tarde, alquile un coche y me vine directamente aqui.

– No necesitamos saber mas -dijo Mike con firmeza y Tessa lo miro.

Lo que vio parecio tranquilizarla. El rostro de Mike tenia fuertes huesos y una amplia boca, con una firme barbilla que inspiraba confianza. Habia senales de fatiga alrededor de sus profundos ojos azules, que no impedian que estos resultaran amables y calidos. Cuando el se paso la mano por el revuelto cabello y sonrio, la sensacion de confianza se intensifico.

– Si Henry Wescott es tu abuelo, ?como es que no te hemos oido nombrar antes?

La voz, como un ladrido, provenia de Jacob, que volvia al granero a buscar una pala.

– Basta, Jacob. ?No ves que la hemos asustado? Esta herida y ahora no es momento de hacer un interrogatorio.

La radio que el policia llevaba colgada del cinturon emitio unos sonidos y el sargento la agarro, hablo brevemente y luego suspiro.

– Tengo que irme -les dijo-. Las vacas de los Murchison se han escapado otra vez y hay que quitarlas del camino antes de que alguien resulte herido -miro a Tess-. Sabia que Henry tenia una nieta en los Estados Unidos y no puedes negar que tienes su cabello. Tenemos que hablar, pero quizas…

– Ahora, no -le dijo Mike-. Tessa, estas demasiado cansada para hablar -miro a la chica mientras su rapida mente decidia lo que habia que hacer-. Sargento, ?podemos usar la radio para decirle al veterinario que venga a ver a Doris? Necesitara antibioticos inmediatamente y no tengo ni idea de las dosis que hay que administrarle. Jacob se puede quedar aqui para ayudarlo, y yo llevare a Tess al pueblo si no le importa compartir el asiento con Strop.

Strop… Tess sacudio la cabeza, confundida.

– Me quedo aqui -dijo.

– Strop es mi perro, Tess, y estara encantado de conocerte -la pobre chica no estaba en condiciones de tomar una decision y menos aun de pasar la noche sola en una granja solitaria-. Pasaras la noche en el hospital para que pueda observar ese brazo -dijo con firmeza-. Puedes volver manana, si te sientes con fuerzas.

– ?Lo que quiere decir es que me tengo que quedar con la cerda y esperar que venga el veterinario? - pregunto Jacob con incredulidad.

– Es lo menos que puedes hacer despues de haber dado a la senorita Wescott un susto de muerte -dijo suavemente-. Y te conozco, Jacob. Siempre haces el menor esfuerzo posible. Ademas, este ano me has llamado

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