por la noche cinco veces para ver a tus hijos enfermos y cada una de esas visitas podria tranquilamente haber esperado a la manana siguiente. Me debes una.

Jacob penso un segundo las palabras de Mike y luego asintio con la cabeza, reconociendo que este tenia razon.

– Ahora nos tenemos que ir -le dijo Mike a Tess, y ella se dio cuenta de como el se reia detras de los dientes-. Yo tambien tengo una paciente de parto. No dara a luz hasta la manana, pero me necesita. ?De acuerdo, Tess?

Ella parecia un automata. No lograba reaccionar, aunque se esforzaba en concentrarse.

– Supongo… que si.

– Estupendo entonces -dijo Mike con una sonrisa-. Estoy seguro de que Jacob y el veterinario se ocuparan perfectamente de Doris, asi que la puedes visitar manana si esta como para recibir visitas. Y ahora, Strop es una excelente chaperona, esa es su mision en la vida, impedir tantas cosas como sea posible. Asi que, ?nos tienes a Strop y a mi suficiente confianza como para que te llevemos en coche hasta el pueblo?

Tess levanto la mirada hacia el y esbozo una temblorosa sonrisa. Y luego, antes de que se diese cuenta de lo que intentaba hacer, el la levanto en sus fuertes y musculosos brazos y la apreto contra su aspero jersey, haciendola perder el aliento.

– No… por favor. Puedo caminar.

– Yo diria que si -le dijo el con firmeza. Aquella chica tenia valor suficiente para enfrentarse a cualquier cosa-. Pero esta oscuro fuera. Se donde esta mi coche y no quiero que tropieces en la oscuridad con el brazo como lo tienes, especialmente si Strop esta por el medio. Es el tipo de perro que los ladrones temen mas porque corren el riesgo de tropezarse con el en la oscuridad. Asi que calla y dejate llevar, senorita Westcott.

Calla y dejate llevar… Parecia que no podia hacer otra cosa, asi que Tess se callo y se dejo llevar.

Mike la llevo hasta el coche mientras intentaba pensar que tenia ella que lo hacia sentirse tan extrano.

Como si estuviera al borde de un precipicio.

Capitulo 2

Era una chica preciosa. El reloj de pared marcaba las tres de la tarde y la cama de Tessa estaba banada en la luz de la tarde. Mike habia asomado la cabeza por la puerta tres o cuatro veces durante la manana, pero se habia encontrado a Tess durmiendo profundamente todo el tiempo. Estaba en una habitacion individual del hospital, pequena y comodamente amueblada, de ventanas que daban a un jardin con verdes prados al fondo.

Esa vez, ella abrio los ojos cuando el entro, pestaneo dos veces e intento sonreir mientras se lo quedaba mirando como si quisiera adivinar quien era el.

Aquel era un Mike diferente al de la noche anterior. No tenia por que dudar de su palabra, y menos despues de la forma en que la habia tratado, pero en ese momento…

Con la ropa limpia, el ondulado cabello negro cepillado hasta casi estar en orden, la bata blanca sobre los pantalones de vestir y el estetoscopio asomandole por el bolsillo, era un medico al cien por cien. Sin embargo, tenia la misma actitud que ella recordaba. Se detuvo en la puerta y sonrio, y Tess se vio forzada a devolverle la sonrisa.

Y luego su mirada se dirigio sorprendida al enorme basset-hound que entro con el a la habitacion como si tal cosa.

– ?Despierta, por fin? -pregunto y la sonrisa se amplio mas mientras se dirigia a su cama intentando no apreciar su belleza tanto como lo hacia-. Bienvenida al mundo de los vivos, senorita Westcott -dijo con ojos calidos y chispeantes. ?Que tal esta ese hombro?

– Parece bien -dijo ella, sin quitarle los ojos de encima a Strop-. Conque realmente habia un perro -dijo-. Pense que era parte de mi pesadilla.

– ?Que, Strop? -rio Mike- Strop no es una pesadilla. Esta firmemente plantado en la realidad. Tanto, que si se acerca mas a la tierra tendremos que ponerle ruedecitas.

– ?Tienes un perro en el hospital?

– Es un perro de hospital. Tiene un diploma de control de esfinteres y comprension. Pruebalo.

Strop levanto la vista hacia la cama. Sus enormes ojos tristes miraron a Tess con melancolia. Sacudio el rabo levemente con la misma cara de pena.

– Ah, ya veo -se rio Tess-. Hace que cualquier paciente se sienta mejor inmediatamente, como si ellos no fuesen los unicos que se sienten mal y es imposible que se sientan tan mal como el.

– Basta de Strop -dijo Mike, de broma-. Me quita protagonismo todo el tiempo. El brazo, senorita Westcott, ?como esta?

Tess lo movio para probar e hizo un gesto de dolor.

– Yo no me preocuparia por el. Esta magullado, pero esta bien. Debes de haber encajado el humero inmediatamente, de lo contrario me doleria mucho mas que esto.

– El humero… -dijo Mike. La noche anterior le parecio que ella tenia conocimientos de obstetricia, y en ese momento…- ?Eres enfermera, entonces?

– No -sonrio ella, lo cual fue como un rayo de sol-. Adivina otra vez.

– ?Fisio? ?Osteopata?

– Mejor, medico.

– ?Medico! -se la quedo mirando.

– Las mujeres pueden serlo -dijo ella con ligera burla-. En los Estados Unidos estamos a un cincuenta por ciento. No me digas que eres de los que mantienen a la mujer sojuzgada.

– No, pero… -Mike recordo los extravagantes tacones de aguja rojos. Alli mismo estaban, colocados uno al lado del otro bajo la cama junto a Strop. ?Medico?

– Y los medicos pueden ponerse lo que quieran -le dijo ella, siguiendo con la suya su mirada. En un instante se dio cuenta de lo que el pensaba-. No tenemos por que llevar zapatos negros con cordones cuando nos dan el diploma, asi que mejor sera que se le quite esa cara de azorado, doctor Llewellyn, ahora mismo.

– No. Es verdad -inspiro profundamente y logro esbozar una sonrisa-. ?Eres un medico en ejercicio, entonces?

– Correcto. Trabajo en urgencias en Los Angeles.

– Entonces, tendre que hacer buena letra -dijo, recuperandose de la sorpresa-. Los medicos son los peores pacientes -trato de sonreir-. Da casi tanto miedo tratarlos como a los abogados -se sento en la cama junto a ella, tratando de hacer caso omiso a la sensacion de intimidad que sentia. ?Cielos! Si se sentaba en las camas de todos los pacientes-. ?De veras que tu hombro esta bien?

Tessa lo movio cuidadosamente contra las almohadas y volvio a hacer una mueca de dolor.

– Me duele -admitio-. Pero esta claro que ha encajado perfectamente.

– ?Me dejas ver?

– Claro.

No habia motivo para que no lo hiciera. No habia motivo tampoco para que ella se ruborizase mientras el le aflojaba la bata del hospital y le examinaba la magulladura del hombro y el brazo con delicadeza.

– ?Puedes moverlo completamente? -le pregunto mientras palpaba suavemente sin quitarle los ojos de la cara.

– Puedo, pero no quiero.

– No te culpo -sonrio el-. Dentro de un dia o dos estara realmente bien. Puede que no tengas ganas de moverlo mucho, pero viviras -declaro finalmente, tapandola con la sabana.

Era un gesto que hacia todos los dias de su vida profesional, pero de repente ese gesto era muy, pero que muy diferente. Intimo. Se puso de pie y descendio la vista hasta la chica en la cama, luchando por mantener la sonrisa.

– Puede que sientas ganas de vivir despues de lo que has dormido -dijo finalmente, haciendo un esfuerzo por

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