MArcus llegaba tarde. Cuando habia entrado en su despacho vio que habia mil cosas por hacer. Irse a Australia con tan poco tiempo parecia imposible. Pero Ruby se habia encargado de organizado todo y alli estaba el, en la limusina con Robert, con diez minutos de retraso.

– Espero que su novia no se haya marchado -dijo Robert, y Marcus lo miro a traves del espejo retrovisor.

– ?Cuanta gente sabe que me voy a casar esta tarde?

– Supongo que todo el mundo. El telefono de la oficina no ha parado de sonar. Parece que no ha sido muy discreto con sus planes de boda.

No, no lo habia sido. ?Que ocurriria si habia fotografos?, penso de repente. ?Y si se habia enterado la prensa? Deseo que Ruby hubiera sido capaz de convencer a Rose para que se comprara un vestido. Algo bonito.

Rose esperaba en la entrada de Justicia, sintiendose ridicula. Pero tambien se sentia extranamente bien. Ligera. Y libre.

Ruby habia tenido razon: lo habian pasado de maravilla. Habian ido al emporio nupcial mas grande de Nueva York y cuando Ruby habia explicado que la boda era aquella tarde, que Rose se iba a casar con Marcus Benson y que el dinero no era ningun problema, se habian volcado en ellas completamente.

Rose se habia probado varios vestidos fabulosos, aunque el que eligieron finalmente era bastante sencillo. Era de seda de color marfil, con finos tirantes y un escote en forma de corazon. Parecia hecho especialmente para ella. Se le ajustaba perfectamente a la cintura y despues caia en elegantes pliegues hasta los tobillos.

Despues habian escogido unas sandalias blancas, el esteticista le habia puesto unos pequenos lazos blancos en el cabello y le habia aplicado un poco de maquillaje. Cuando por fin Rose se miro en el espejo, se encontro con una hermosa imagen que no reconocio.

Luego, a instancias de Rose, los empleados de la tienda habian centrado su atencion en Ruby. Habian encontrado un bonito traje de color azul palido, con sombrero y zapatos a juego. El esteticista tambien habia decidido mejorar los rizos de Ruby, asi que al final esta se habia quedado tan sorprendida con su imagen como Rose.

Una limusina blanca, adornada con orquideas del mismo color, las esperaba para llevarlas a la cita con Marcus. De camino, habian bebido champan.

Una vez en el lugar acordado vieron que Marcus aun no habia llegado, pero si Darrell, el sargento. Se habia vestido con el uniforme de gala militar, y estaba tan imponente que Rose apenas se fijo en las cicatrices de su cara.

– Me alegro mucho por ti -le dijo Darrell-. Marcus se merece a alguien que le haga feliz.

– ?Estas segura de que vendra? -le susurro Rose a Ruby.

– Eso espero. Si no, tendras que casarte con Darrell.

Estupendo. Rose miro con nerviosismo hacia la calle. Habia un monton de fotografos, obviamente esperando a alguien importante. Ya estaban alli cuando ella llego, pero la habian ignorado.

– Esto es una locura -murmuro Rose. Bajo la vista al precioso ramo de orquideas blancas, sin creer lo que veia-. No puedo…

En ese momento un coche que le resultaba familiar se detuvo frente a la puerta. Robert salio de el, y despues Marcus. Estaba increiblemente atractivo. Llevaba un traje oscuro y una orquidea blanca en el ojal.

Su… ?marido?

Sintio unos deseos irrefrenables de salir corriendo, pero Ruby, sonriente, la agarraba del brazo, y Darrell estaba entre ella y la puerta. No habia escapatoria.

Entonces se abrio la puerta y el la vio. Por un momento Marcus penso que se habia equivocado de lugar. Habia esperado un despacho oficial y a Rose vestida con algo respetable y formal. Pero en lugar de eso tenia… una novia.

Se quedo helado y por un instante revivio la pesadilla de su infancia, el brillo y el glamour de las horribles bodas de su madre. Pero fue solo un momento. No era una pesadilla, sino Rose. Ella estaba hablando con Ruby y, cuando Marcus entro, se dio la vuelta, lo miro y le sonrio.

Aquello no era como todas las bodas horrorosas de su madre. El vestido de Rose era sencillo, pero hermoso, y ella estaba preciosa. La sonrisa de Rose se amplio y por un momento los dos se miraron a los ojos fijamente. En aquel instante, algo en Marcus se evaporo: el convencimiento de que nada ni nadie podria conmoverlo.

Nunca antes habia pensado que una mujer podia ser tas adorable. Y no se debia al vestido ni a los lazos del cabello, sino a sus ojos, a su sonrisa, a la forma en que lo miraba, queriendo que compartiera con ella ese momento.

Rose no paraba de sonreir, y eso fue suficiente para que el corazon de Marcus sufriera una sacudida. El inmutable e intocable corazon de Marcus Benson.

Pero la de Rose no era la unica sonrisa. Tambien estaba Ruby, con un traje de color azul palido que, de alguna manera, la hacia parecer menos dura. Ruby sonreia a Marcus y a Rose, y la mirada que te dirigia a ella era de puro orgullo.

Y Darrell. ?Como se habria enterado Darrell de aquello? Normalmente era un hombre severo de mediana edad a quien la vida no habia tratado bien. Su mujer lo habia abandonado cuando tuvieron que hacerle injertos en la piel, estaba muy traumatizado por los acontecimientos del Golfo y practicamente no tenia nada por lo que sonreir. Pero alli estaba, vestido con su imponente uniforme militar, sonriendo como si fuera una boda de verdad.

Marcos se acerco a Rose y ella le puso una mano en el brazo como si el ya fuera suyo, con un gesto de posesion. Eso tendria que haber bastado para que echara a correr, pero habia cuatro personas sonriendole, incluyendo el juez de paz, y fuera la prensa esperaba para ver si era capaz de cumplir aquel compromiso.

Pero no era un compromiso, se dijo con desesperacion. Solo se trataba de un papel, nada mas. Y no sonreir habria sido estupido, incluso cruel, cuando todo el mundo estaba esperando. Miro a Rose una vez mas y fue demasiado para el. Las comisuras de los labios empezaron a elevarse, sus ojos se iluminaron… y sonrio para ella.

Marcus le tomo las manos firmemente, se volvieron hacia el juez y pronunciaron sus votos.

– Yo os declaro marido y mujer.

?Por dos semanas…?

Se habian olvidado de Charles.

Ruby le habia enviado la invitacion, y nadie habia vuelto a pensar en el. Pero mientras el juez pronunciaba las ultimas palabras y Marcus miraba a su novia, sorprendido por lo que acababa de ocurrir, la puerta se abrio violentamente y entro el primo de Rose.

Se quedo de pie en la entrada, con los ojos desorbitados. En su rostro se veia una furia incontrolada casi criminal. Perversa. Cuando Rose se dio la vuelta para ver quien era, Charles arremetio contra ella.

Marcus supo de inmediato que estaba a punto de golpearla. Habia visto suficiente violencia en su vida como para reconocerla, y tambien para reaccionar rapidamente. Con un solo movimiento, se puso delante de Rose para protegerla de la furia de su primo.

– ?Tu, pequena…! -Charles se movio hacia un lado para agarrarla, pero Marcus se le adelanto, tomandolo fuertemente por los hombros.

– ?Que demonios crees que estas haciendo?

– ?Esa… zorra! -Charles estaba fuera de control-. Cuando llegue al despacho despues de comer me encontre con esto -dijo sacando la invitacion del bolsillo-. ?Esto! No se como ha podido convencerlo para…

– No me ha convencido nadie -contesto Marcus friamente.

– Seguro que lo ha hecho. Esa zorra, esa…

– Cuidado con lo que dices. ?Estas hablando de mi mujer!

Mujer. La palabra actuo como un muro de hielo. Charles se callo y los miro.

– No es posible… ?Por que querria casarse con ella?

– Nos estas ofendiendo -dijo Marcus, conteniendose.

– Ella es quien me esta ofendiendo -espeto Charles-. Esta haciendo esto para robarme lo que me pertenece por derecho. La granja es mia. Me tome muchas molestias en traer aqui a la vieja y…

– Sal de aqui -ordeno Marcus. Entonces, se volvio al juez de paz-. ?Hay guardias de seguridad en el edificio?

– Tengo invitacion -susurro Charles.

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