– ?Como?

– No lo se.

– ?Deberia arrodillarme ante el y suplicarle que se case conmigo?

– Esa no seria mi primera opcion -declaro Cleo-. Sospecho que cualquier declaracion romantica lo incomodaria.

– Estoy de acuerdo.

– Debo recordarte que existen muchas posibilidades de que las cosas no terminen bien entre vosotros -dijo Cleo-. ?Crees que podras soportarlo?

– Me partira el corazon. Lo amo. No puedo imaginarme un mundo sin el.

– Entonces tienes graves problemas.

– Lo se. Pero prefiero sufrir por el antes que no sentir nada por otro.

– Eso es una locura -le dijo Cleo-. Llamame en un par de dias para contarme como siguen las cosas.

– Lo hare, lo prometo. Deseame suerte.

– Carino, necesitaras mucho mas que eso. Necesitaras un milagro.

Rafe sabia que estaba jugando con fuego. Podia leer la verdad en los ojos de Zara. Ella no habia dicho nada, pero lo haria de un momento a otro y, entonces, el no sabria como reaccionar.

Se preguntaba que debia hacer. No podia decirle que no creia en ella ni en los finales felices. El solo se habia metido en una trampa infernal. No podia tenerla porque nunca se permitiria amarla, pero tampoco podia dejarla ir porque el saber que estaba con otro hombre lo destrozaria.

Nada en el mundo lo habia preparado para esa situacion. Habia pensado en el riesgo que corria Zara al acostarse con el y aun asi, lo habia hecho. Lo que no habia calculado era el riesgo que significaba para el.

Cuando Rafe la beso, ella sonrio de forma picara y dijo:

– Cada dia lo haces mejor.

– ?Tu crees? Podria decir lo mismo de ti, pero lo has hecho muy bien desde el principio.

Zara dejo escapar una risita nerviosa.

– Se que has sido muy paciente conmigo, aunque debes reconocer que tambien he sido paciente con tus vacilaciones.

– Muy paciente -murmuro el antes de lamerle el pezon derecho-. Increiblemente paciente. Deberia recompensarte.

A pesar de que habian hecho el amor cinco minutos antes, Zara estaba excitada de nuevo. Tener a Rafe cerca era suficiente para que sus hormonas se descontrolaran. Se dijo que era un buen momento. Tanto, tal vez, como para confesarle que lo amaba. Pero tenia miedo de hacerlo.

En ese momento oyeron un ruido extrano.

– Es un helicoptero -dijo Rafe-. Probablemente se trate de tu padre.

– ?De mi padre?

– Si, supongo que se habra cansado de esperar…

– Pero si estoy desnuda…

Zara se vistio a toda prisa, nerviosa. Y cuando termino, dijo:

– Espero que el otro dia bromearas con eso de que te cortaria la cabeza…

– Si, pero puedes estar segura de que no le hara ninguna gracia.

Segundos despues, el rey Hassan entro en el salon. Detras se encontraban el secretario del rey, Sabrina y el principe Kardal.

Pero sorprendentemente, el rey se limito a avanzar hacia ella y besarla en la mejilla.

– Hija mia… El palacio ha sido un sitio muy aburrido y solitario sin ti.

– Necesitaba tiempo para acostumbrarme a los cambios. Gracias por haberlo comprendido.

Entonces, Hassan volvio la mirada hacia Rafe y declaro:

– Estas despedido. Pense en matarte, pero Kardal me ha convencido de lo contrario.

– ?Como? -pregunto Zara, irritada-. ?Que es eso de que esta despedido?

– Tu no tienes la culpa de nada, Zara. No eras consciente de la situacion, pero el si lo era y a pesar de ello ha traicionado mi confianza. Sera expulsado de Bahania y de la Ciudad de los Ladrones y no podra volver a verte en toda su vida.

Rafe reacciono de forma inesperada para todos. Se levanto una manga y les enseno el tatuaje que llevaba.

– Lo siento, pero no sera tan facil. Como veis, tengo la marca del principe. Ademas, cuando me nombraron jeque me ofrecieron una mujer y no quise ninguna. Pues bien, ahora quiero a una. Y elijo a la princesa Zara.

– ?Como te atreves! -exclamo el rey, con ira.

– ?Tiene que ser precisamente Zara? -pregunto Kardal.

– Si.

– Esto es culpa tuya, Kardal -lo acuso Hassan-. Has permitido que pueda apelar a la marca del principe.

Kardal se encogio de hombros.

– Me salvo la vida. Pero ya que te pones asi, debo recordarte que has sido tu quien los ha dejado dos semanas a solas en la isla. Al parecer, no estas siendo mejor padre con Zara de lo que lo fuiste con Sabrina.

Zara decidio intervenir para intentar salvar la situacion.

– ?Que es eso de la marca del principe? -pregunto.

– La tradicion dice que quien lleva esa marca puede pedir a la mujer que quiera -explico Sabrina-. A cualquier mujer soltera, para ser mas exactos. Aunque sea la hija de un rey.

– Pero este hombre no te quiere de verdad -declaro el rey -. Te ofende a ti, ofende a Bahania y ofende al propio principe de los ladrones.

– ?Y no puedes hacer nada por evitarlo?

– No, no puede -respondio Rafe-. Si lo hiciera, desafiaria las leyes del desierto. Ahora esta atrapado entre sus responsabilidades, su lealtad a Kardal y su deseo de matarme con sus propias manos. Te lo dije, Zara. Te dije que no podriamos mantener esto en secreto.

– ?Y es cierto que me reclamas como tu mujer? -pregunto ella.

– ?No puede ser! Es mi hija, la princesa Zara de Bahania -exclamo el rey.

– ?Y si yo acepto su propuesta?

Todos la miraron, asombrados.

– No puedes hacer eso -dijo Sabrina-. Como miembro de la familia real, perderias tus privilegios al casarte con el.

– No permitire que cometas ese error -declaro Hassan.

– La decision es mia, padre.

– Pero te llevara lejos de mi… Te llevara lejos de tu familia -protesto el rey, con tristeza-. No podre protegerte si estas con el.

Hassan la acaricio en la mejilla y ella lo beso.

– Me alegro muchisimo de haberte encontrado, papa, pero debo tomar mis propias decisiones. Y acepto el honor de ser la mujer de Rafe.

– No puedes hacer eso. Eres una princesa real. No puedes marcharte a vivir con un hombre asi como asi… No puedes, a menos que te cases.

– Me estas pidiendo que elija entre el y tu, papa. Siempre quise tener familia, echar raices… Pero ahora, empiezo a pensar que en realidad no estoy hecha para esas cosas.

Entonces, Zara se volvio hacia Rafe y anadio:

– Te amo. Se que no deberia haberme enamorado de ti y que me advertiste sobre todo esto, pero te amo. Tambien se que no quieres sentar la cabeza, pero no me importa. Ire a donde vayas y estare siempre contigo. Ya no tengo miedo.

– Zara, no puedes hacer eso… Zara…

Rafe ya no pudo soportarlo por mas tiempo. La tomo entre sus brazos, la beso y dijo:

– Yo tambien te amo, mi vida.

Los ojos de Zara se llenaron de lagrimas.

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