– Buscapleitos -respondio el, bromeando.

– Eso me gusta. Siempre he sido una buena chica…

– Pues mi trabajo consiste en que sigas siendolo.

– No se lo digas a Cleo. Ella siempre se mete en problemas.

– Cleo no me preocupa tanto.

– Ya. Y dime una cosa: ?que pasara si no quiero vivir en palacio?

– Si eres hija de Hassan, eso es lo que debes hacer.

Zara se lo habia preguntado porque no podia confiar en ninguna otra persona, asi que decidio confesarle sus temores.

– Y si soy su hija, mi vida cambiara por completo… ?verdad?

Rafe no respondio. Durante unos segundos no hicieron otra cosa que mirarse el uno al otro. Zara era muy consciente de la atraccion que sentia por el, pero se sentia segura a su lado a pesar de que llevaba una pistola y de que aquella misma manana la habia encanonado con ella.

Sintio la necesidad de arrojarse a sus brazos, de apretarse contra su cuerpo y sentir los latidos de su corazon. Sin embargo, no lo hizo.

– Sera mejor que hagas el equipaje -dijo el-. Habra un coche esperando en la puerta dentro de veinte minutos.

Zara entro en la habitacion y penso que se estaba dejando llevar por sus fantasias. Los hombres nunca se habian mostrado especialmente interesados por ella, e incluso habia llegado a pensar que tal vez se debia a que llevaba gafas.

– ?No te parece increible? -pregunto Cleo, que salia del cuarto de bano con sus cosmeticos-. Vamos a vivir en un palacio… Seguro que las habitaciones son maravillosas. Lo que vimos en la visita guiada fue simplemente impresionante, y sospecho que las estancias privadas seran aun mejores. Pero, ?que te ocurre, Zara? No pareces muy contenta.

– Porque no lo estoy. Las cosas van demasiado deprisa.

– Si, pero es genial.

Zara sabia que discutir con su hermana no tenia sentido. Para ella, la situacion era muy sencilla: el rey de Bahania podia ser su padre y debian aprovechar la oportunidad que se abria ante ellas. En cambio, para Zara era algo bien distinto. Era un cambio de vida radical.

– Bueno, pensare en ello mas tarde -se dijo.

Comenzo a guardar sus cosas. Y cuando Rafe llamo a la puerta, diez minutos mas tarde, ya estaban preparadas.

– Podemos bajar las maletas nosotras mismas – dijo Zara.

Rafe no hizo ningun caso. Abrio la puerta de par en par y enseguida aparecieron dos hombres que tomaron las maletas y las alzaron como si fueran tan ligeras como una pluma. Cleo miro a su hermana y se encogio de hombros.

– Sospecho que me acostumbrare rapidamente a la vida de los ricos -dijo la joven.

Entraron en el ascensor y Zara no se sorprendio en absoluto al ver que las esperaba otra limusina.

– Un simple coche habria sido suficiente.

– Tal vez, pero no sabia cuanto equipaje tendriais -observo Rafe.

Los dos hombres que se habian hecho cargo de las maletas, las guardaron en el portaequipajes. Despues, abrieron las portezuelas de la parte delantera del vehiculo. Uno de ellos se quito la chaqueta y Zara vio que llevaba cartuchera y pistola.

– ?Van armados?

– Es una precaucion normal.

Zara penso que tal vez fuera normal en el mundo de Rafe, pero no en el suyo. Ella solo era una profesora de universidad de una pequena localidad estadounidense.

– Intenta no pensar en ello -le recomendo el-. Cuando estes en palacio, no tendras que preocuparte por esas cosas. Estaras a salvo y yo me mantendre cerca.

Zara estuvo a punto de dejarse llevar por la ultima frase de Rafe. Era un comentario inocente que sin embargo habia adquirido significados mucho mas calidos.

Desesperada, miro el reloj. Solo habian pasado ocho horas desde que Cleo y ella habian desayunado en el desvencijado hotel. Y sin embargo, su vida habia dado un vuelco.

– Hablame de la familia real -dijo, para pensar en otra cosa-. ?Que pensaran de mi?

– Dudo que se sorprendan demasiado. Hassan ha tenido muchas mujeres.

– ?Tuvo mas hijos fuera de sus matrimonios?

– No, que yo sepa.

– Y tu, ?tambien vas armado?

– No pienses en eso. Tienes otras cosas por las que preocuparte.

– ?Y cuantos principes hay? -pregunto Cleo-. ?Cuatro?

– Si.

– ?Estan casados?

– ?Cleo! -protesto su hermana-. No estamos aqui para crear problemas.

– No tengo intencion de complicarle la vida a nadie. Ademas, ya sabes que no quiero saber nada de los hombres por el momento. Pero esta es mi oportunidad para conocer a un principe de verdad, a uno de esos tipos que antes veia en las revistas -observo, antes de volver a mirar a Rafe-. ?Son jovenes y atractivos?

– Todos son jovenes, entre veinticinco y treinta y cinco anos. Pero no puedo hablarte de su aspecto.

– Supongo que el aspecto es poco importante cuando se es un rico heredero.

– Sospecho que les vas a encantar -dijo Zara, mirando a su hermana-. Pero procura no complicar la situacion.

– Lo prometo -dijo Cleo.

Zara sabia que las promesas de su hermana no valian nada en lo relativo a los hombres. Cuando no era ella la que se buscaba los problemas, los problemas la buscaban a ella. Atraia a los hombres como si fuera un iman. Siempre estaba con alguno, y solo recientemente, tras algunos desenganos, habia decidido tomarse un descanso. Pero se pregunto si su voluntad aguantaria aquella tentacion.

Avanzaron por las calles de la ciudad. El trafico se hizo mas denso a medida que se aproximaban a palacio y Zara deseo salir del coche y perderse entre la multitud.

– El rey Hassan no esta casado en la actualidad, ?verdad?

– No -respondio Rafe.

– Eso habia leido en Internet. Tambien lei que hay cinco princesas, incluida Sabrina.

– ?Que mas leiste?

– Un poco de todo -los interrumpio Cleo -. Zara es la reina de la investigacion. Podria soltarte una conferencia sobre las exportaciones de Bahania, su Producto Nacional Bruto y un monton de datos parecidos que dormirian a cualquiera.

Zara hizo caso omiso del comentario de su hermana.

– Soy profesora de universidad e investigar forma parte de mi trabajo.

– ?Y en que campo estas especializada?

– En estudios de la mujer -respondio Cleo-. Nuestra Zara es una especie de feminista intelectual.

– En efecto. Pero cambiando de tema, hay un asunto importante en el que debo insistir: quiero que persuadas al rey para que acepte que nos hagamos un analisis de ADN -declaro Zara-. Tenemos que asegurarnos de que soy realmente su hija.

– Ya es tarde para volverse atras, Zara.

Cleo suspiro.

– Has deseado esto toda tu vida. Es increible que te niegues a confiar en tu buena suerte -dijo.

– Ya. Pero pensar en encontrar a mi padre y encontrarlo son dos cosas distintas -explico.

La limusina giro entonces para tomar un camino privado y segundos despues paso entre dos grandes puertas abiertas. Al fondo, entre los arboles, Zara pudo distinguir la silueta del palacio real de Bahania.

– Desde luego, son cosas muy distintas -anadio.

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