– ?Por que?

– Capto a la gente. No me gusta su aspecto. Marchese.

Ese era el tono en el que Lori podia desenvolverse mejor. Sonrio mientras se acercaba a la cama.

– Le expondre la situacion. Tengo una ambulancia que esta esperandola y hay dos tipos fornidos que van a llevarla a su casa. Alli hay una cama en el piso de abajo, ademas de una comida y la privacidad que nunca encontrara en un sitio como este. ?Por que no espera a que lleguemos antes de despedirme?

– Esta siguiendome la corriente y no lo soporto.

– No me hace gracia que me insulten, pero voy a aguantarme. ?Y usted?

Gloria entrecerro los ojos.

– No es una de esas personas que esta siempre contenta, ?verdad?

– No. Soy sarcastica y exigente.

– ?Se ha acostado con mi nieto?

Lori se rio. Quiza lo hubiera echo en suenos, pero no en la vida real. Al fin y al cabo, ni era atractiva ni estaba bien dotada.

– No he tenido tiempo. ?Es un requisito?

– Ese hombre es incansable -Gloria suspiro-. Si usted tiene vagina, seguramente haya estado dentro.

– No en la mia. Efectivamente, es guapo y superficial. Siempre es lo mismo, ?no? ?Ha hecho la maleta?

– Nunca me hago la maleta -respondio Gloria tajantemente-. Ademas, si lo hiciera, mi estado lo desaconsejaria.

Vaya, el entendimiento se habia esfumado. Fue divertido mientras duro.

– No importa. Yo recogere todo. ?Tiene maleta? Si no, estoy segura de que podre encontrar algunas bolsas de plastico.

La anciana chirrio de furia.

– No va a meter nada mio en una bolsa de plastico. ?Sabe quien soy?

Lori le dio la espalda mientras sacaba la maleta del armario que habia junto al cuarto de bano. Las cosas se complicarian si Gloria se daba cuenta de que la conversacion le parecia divertida.

– Claro. Es Gloria Buchanan. Por cierto, la llamare Gloria. Senora Buchanan es demasiado serio y vamos tener una relacion bastante personal.

– No lo creo. Voy a despedirla.

Lori dejo la maleta en la butaca y la abrio.

– No quieres despedirme, Gloria. Hago muy bien mi trabajo. Tengo experiencia con pacientes del corazon y ortopedicos. Soy suficientemente implacable para obligarte a hacer todo lo que tienes que hacer. Gracias a eso podras levantarte antes. Te lo dire claramente. Las ancianas que se rompen la cadera solo tiene dos alternativas: o se mueren o se ponen bien. Mis pacientes no se mueren.

Gloria la miro con recelo.

– No eres una persona simpatica.

– Tampoco lo eres tu.

– ?Como te atreves? -Gloria se puso tensa-. Soy increiblemente educada y considerada.

– ?Estas segura? ?Quieres saber lo que opina el personal de aqui?

– Son un pandilla de ineptos. Aqui todo es de infima categoria.

– Entonces le encantara mi forma de trabajar -se inclino hacia ella y bajo la voz-. Soy una maniatica de las cosa bien hechas. Tendras que respetarlo.

– No diras palabrotas en mi presencia, jovencita. No lo tolero.

– De acuerdo. Y tu no seras un incordio.

– Yo nunca soy un incordio.

– ?Se lo preguntamos a tus allegados?

– No tengo allegados.

Lori se acordo, un poco tarde, de que eso era verdad. Cuando la contrato, Reid le conto que Gloria no tenia amigos y que sus nietos la veian muy rara vez. No era de extranar que fuera complicada, era una situacion descorazonadora.

Lori termino de hacer la maleta. Habia metido un par de camisones, alguna ropa interior, la ropa que llevaba puesta cuando la ingresaron, dos libros y algunos cosmeticos. Nada mas. Ni flores ni un osito de peluche para que se recuperara, nada personal. Nada de la familia.

Una cosa era que una persona mayor estuviera sola, se dijo Lori enfadandose con los nietos Buchanan, pero le indignaba cuando esa persona tenia una familia numerosa que solo pensaba en sus asuntos. Lori dejo a un lado los sentimientos y se acerco a la cama.

– Te dire lo que vamos a hacer -toco levemente el brazo de Gloria-. Le dire a una enfermera que te de un analgesico fuerte. El viaje te va a zarandear y eso te dolera. Te pondra algo bastante fuerte para que te alivie durante un rato.

Gloria entrecerro los ojos y aparto la mano del contacto de Lori.

– No hace falta que me hables como si tuviera ocho anos. Puedo entenderlo sin que me des un explicacion larga y prolija. Muy bien. Llama a la enfermera. Estara encantada de dar rienda suelta a sus tendencias sadomasoquistas conmigo.

– De acuerdo. Ahora vuelvo.

Lori fue a la sala de enfermeras, donde Vicki ya estaba preparada.

– Estamos preparadas. Si quieres pincharla, luego nos iremos.

Vicki salio de detras del mostrador.

– Bueno… ?que te ha parecido?

– Me cae bien.

Vicki se paro en seco y la miro fijamente.

– ?Es una broma? ?Te cae bien? ?Gloria Buchanan? Es un bicho.

– Esta sola, doLorida y asustada.

– Le das demasiado margen de confianza, pero si asi se va a su casa, por mi encantada.

Reid estaba sentado en su casa flotante y deseo haberse comprado un buen piso. Alli, en el agua, estaba demasiado al alcance de cualquiera. Habia cerrado todas las persianas, pero eso no habia disuadido a la prensa. Estaban por todos lados. Habian puesto camaras en el embarcadero y las lanchas no paraban de acosarlo. Querian una historia inmediatamente. Les daba igual que se sintiera humillado. Su representante le habia dicho que el interes decaeria en un par de dias y que desapareciera hasta entonces. Era un consejo fantastico, pero ?adonde podia ir? Aquella era su cuidad y lodo el mundo en Seattle lo conocia.

Sono su movil. Miro la pantalla antes de contestar y fruncio el ceno al ver el nombre de su abuela. Si habia leido el periodico, iba a vapulearlo verbalmente y dejarlo hecho un trapo.

– ?Si…? -contesto el con un hilo de voz.

– Soy Lori Johnston, la enfermera de dia de tu abuela. Tu abuela esta saliendo ahora del servicio de rehabilitacion y estara en su casa dentro de una hora.

– A ver si lo adivino -Reid sonrio-. Quieres que pase por alli para animarla.

Dona Sabelotodo lo necesitaba. Al final, todas lo necesitaban.

– No precisamente. Le han dado un analgesico muy potente y esta drogada.

– ?Has drogado a mi abuela? -pregunto el con furia.

– No seas ridiculo -Lori suspiro-. Claro que no la he drogado. Le pedi al medico que le recetara algun analgesico. En su estado, el viaje en coche podia ser insoportable. Algo que a ti te da igual…

– ?De donde has sacado su telefono? -pregunto el sin hacer caso de la reprimenda.

– Lo saque de su bolso y, antes de que empieces a protestar, lo hice porque tenia que ponerme en contacto contigo. Nadie le ha mandado flores ni una tarjeta deseando que se recupere. Me parece asombroso. Me sorprende que la llevarais al hospital. Podrias haberla subido a un tempano de hielo y dejarla flotando en el mar.

Reid abrio la boca y volvio a cerrarla. Para cualquiera que no conociera bien a Gloria, esa falta de interes era espantosa.

– No le gustan las flores -replico al cabo de un rato.

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