Cuando el conde llego al comedor encontro a su esposa presentando al rey al resto de la familia. Estaban lord y lady Morgan y su madre, lady Dorothy Wynd-ham. Tambien habian acudido a la cita sus cunados Owen Fitzhood, conde de Marwood, y lord Nicholas Kingsley acompanados de sus esposas Bliss y Blithe. Lord y lady Morgan habian viajado acompanados de sus hijos de dieciseis anos Enrique y Thomas.

El rey, que disfrutaba como un nino con la adoracion de sus subditos, se sentia como pez en el agua. Saludo a todos ellos con efusividad, alabo a aquella gran familia y pregunto a lady Dorothy por que hacia tanto tiempo que no se dejaba ver por la corte.

– En mi corte siempre hay un lugar para una mujer tan hermosa como vos, senora -dijo con tono adulador.

– Lo se, senor -respondio lady Dorothy, una dama de sesenta y cinco anos-. Pero mi hijo no me permite ir. Dice que teme que pierda mi honra.

– Probablemente tenga razon -asintio el rey guinandole un ojo-. ?Y donde esta tu prole, pequena? -pregunto volviendose hacia Blaze-. La ultima vez que nos vimos tenias cuatro chicos y una chica.

– Nuestro hijo Enrique cumplio dos anos el pasado mes de junio -contesto ella-. Lleva vuestro nombre, senor, y como podeis ver me encuentro a punto de dar a luz por octava vez.

– Siempre he dicho que no hay nada como una buena esposa inglesa -murmuro el rey sacudiendo la cabeza pesaroso-. ?Echo tanto de menos a mi Jane!

– Sentaos, Hal -dijo Blaze conduciendole a la cabecera de la mesa, el sitio de honor. Habia advertido que al rey le dolia una pierna y no deseaba irritarle con una espera innecesaria-. Hare que traigan a los ninos. No queria que os molestaran.

– ?Tonterias! -gruno Enrique Tudor dejandose caer en una silla pesadamente-. Quiero verles a todos, hasta al mas pequeno.

Una sirvienta entrego al rey una copa de vino y este la apuro de un trago. Blaze indico con un gesto a Heartha, su sirvienta personal, que fuera a buscar a los ninos. La musica de un trovador que tocaba en la galeria superior llego a sus oidos y el rey se reclino en su asiento visiblemente satisfecho.

Minutos despues, los hijos de los condes de Wynd-ham entraron en el salon ordenadamente. Lord Philip, el heredero abria la marcha y su hermana Nyssa llevaba en brazos al pequeno Enrique.

– Majestad, os presento a nuestros hijos -dijo Blaze poniendose en pie-: Este es Philip, el mayor; tiene doce anos. Le sigue Giles, que tiene nueve. Ricardo tiene ocho, Eduardo, cuatro y Enrique, dos.

Cada uno de los muchachos hizo una reverencia al oir su nombre, incluso el pequeno de dos anos, a quien su hermana habia dejado en el suelo.

– Y-esta es mi hija Nyssa -anadio Blaze-. Aunque Tony la ha criado como si fuera suya, es hija de mi primer marido, Edmund Wyndham.

Nyssa se recogio la falda rosa que vestia y se inclino al oir su nombre.

– Es bella como una rosa de Lancaster -dijo el rey-. ?Cuantos anos tiene?

– Dieciseis, senor.

– ?Esta prometida?

– No, senor.

– ^-?Por que no? -se extrano el rey-. Es muy hermosa, es hija de un conde y recibira una buena dote. ?Cual es el problema?

– No conocemos a nadie con quien podamos casarla -respondio Blaze-. Su dote incluye una casa en Ri- verside, y las tierras que la rodean, pero me temo que aqui no hay nadie de su posicion. He pensado que quiza en la corte…

El rey se echo a reir y senalo a Blaze acusadoramente.

– ?Blaze, tu siempre tan desvergonzada! Quieres que haga sitio en mi corte a tu nina, ?no es asi? Desde que anuncie que iba a volver a casarme, todas las familias con hijas en edad casadera, ya sean nobles o no, no han dejado de importunarme para que las coloque junto a la nueva reina. ?Y tu que dices, pequena? -anadio volviendose a Nyssa-. ?Te gustaria venir a la corte y servir a la reina?

– Si, si ella me acepta, senor -contesto Nyssa mirando al rey a los ojos por primera vez. El rey advirtio que la joven habia heredado los ojos azules de su madre.

– ?Ha salido de casa alguna vez?

– Como yo, es una humilde campesina, senor

– contesto Blaze negando con la cabeza.

– Los villanos de la corte se la comerian viva -repuso el rey-. ?Es asi como deseas que te recompense por tu fidelidad?

Bliss Fitzhugh, condesa de Marwood, oso intervenir en la conversacion sin -ser invitada:

– He oido que la princesa de Cleves es una dama casta y recatada. Opino que mi sobrina estaria a salvo de las malas companias bajo su proteccion. Mi marido y yo pasaremos el invierno en la corte y cuidaremos de ella.

Al oir el comentario de Bliss, Blaze dirigio una sonrisa de agradecimiento a su hermana.

– Esta bien, pequena -accedio el rey-. Si eso es lo que deseas, recomendare a tu hija como dama de honor siempre y cuando la condesa de Marwood se comprometa a velar por ella. ?Puedo hacer algo mas por ti?

– Quiero que Philip y Giles sean pajes de la reina

– contesto Blaze mirando al rey a los ojos.

– ?Nunca mas volvere a decirte que me pidas lo que quieras! -exclamo el rey entre carcajadas-. Esta bien, esta bien, tu ganas. Tus hijos parecen listos y educados. Nunca me pediste nada cuando estabamos juntos

– anadio poniendose serio-. Toda la corte te tenia por una boba por no aprovecharte de la situacion.

– Cuando estabamos juntos tenia bastante con vuestro afecto y respeto, senor -replico Blaze.

– Todavia te quiero y te respeto, pequena. Miro a tus hijos y me digo que podrian ser mios si te hubiera escogido como esposa.

– Su majestad tiene al principe Eduardo. Quereis lo mejor para el y yo quiero lo mejor para mis hijos. Todo lo que os pido es para ellos. Vos mismo habeis dicho que nunca he abusado de vuestra generosidad.

– Nunca he conocido a una mujer con un corazon tan puro y bondadoso como el tuyo, pequena -dijo el rey tomando la pequena mano de Blaze entre las suyas-. Estoy seguro de que mi nueva reina estara encantada de contar con los servicios de tus tres hijos. ?Que decis a eso, Philip y Giles? ?Os gustaria servir a mi reina?

– ?Si, majestad! -contestaron los muchachos a coro.

– ?Y tu, Nyssa? Esta nina volvera locos a todos los hombres -anadio sin esperar la respuesta de la muchacha-. Vais a tener mucho trabajo, lady Fitzhugh.

– Puedo cuidar de mi misma -intervino Nyssa, ofendida-. Despues de todo, he criado a mis hermanos.

– ?Nyssa! -exclamo su madre escandalizada por el atrevimiento de la joven. El rey se echo a reir,

– No la reganeis, senora -intercedio-. Es igual que mi Elizabeth: una rosa salvaje. Me alegro de saber que es una muchacha fuerte; sabes que necesitara de todas sus fuerzas para sobrevivir en la corte. Y ahora que te he concedido todo cuanto me has pedido, ?piensas darme de comer o vas a dejarme morir de hambre?

Blaze hizo un gesto a los sirvientes y estos corrieron a la cocina a traer las numerosas viandas que habian sido cocinadas con motivo de la visita real. Como la condesa de Langford habia dicho, habia ternera asada con sal de roca, un hermoso jamon, truchas con limon y espinacas y, naturalmente, seis pasteles de perdiz en cuyas superficies habian sido practicadas algunas aberturas que despedian un delicioso aroma a carne y vino. Tambien habia patos con salsa de ciruelas servidos en bandejas de plata y costillas de cordero, todo ello acompanado de guisantes, cebollas asadas, zanahorias con salsa de nata, pan, mantequilla y queso.

El rey siempre habia tenido buen apetito pero Blaze le observo boquiabierta cuando empezo a devorar todo cuanto tenia al alcance de la mano. Se sirvio generosas raciones de ternera y jamon, engullo una trucha, un pato, un pastel de perdiz entero y seis costillas de cordero y, cuando la emprendio con las cebollas, el brillo de sus ojos revelaba que estaba disfrutando como un nino. Se comio un pan entero, casi toda la mantequilla y la tercera parte del queso. Su copa nunca estaba vacia y bebia con tanta avidez como comia. Al descubrir que habia tarta de manzana de postre, se froto las manos satisfecho.

– La comere con nata -dijo tomando la bandeja que un criado le tendia-. Ha sido una comida excelente, pequena -alabo a su anfitriona-. No podre probar bocado hasta la hora de cenar -anadio aflojandose el cinturon y arrellanandose en su asiento.

– Si yo hubiera comido tanto no podria probar bocado hasta el dia de San Miguel -murmuro el conde de

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