– Tampoco yo… -asentia Hank, sonriendo-. Era otro mundo y ya no existe…

A veces, en su lenta marcha, un ladrillo o una piedra deslizandose bajo sus pies resonaba con un eco seco. A veces tambien, ese mismo eco hacia derrumbarse una pared mantenida milagrosamente derecha y una nube de polvo negruzco se levantaba tras ellos, haciendoles volver la cabeza horrorizados.

Una de aquellas veces, Phil salio de su silencio mirando en torno, anhelante.

– ?No habeis sentido?

– ?Que hay que sentir? -pregunto Hank en voz baja.

– Nos miran… ?Hay algo que nos esta mirando!…

A lo largo de los anos, los instintos y los sentidos les habian ensenado a sentir la presencia viva en torno, aunque no pudieran verla. Ahora, los otros se volvieron, buscando por todas partes.

– Esta todo muerto… -murmuro Hank, casi sintiendo el tambien lo que Phil habia dicho.

– Tal vez hayan sido los muertos…

Pero, de todos modos, apresuraron el paso hacia la salida de la aldea en ruinas. La cinta negra del camino se estrechaba para atravesar un farallon desgajado. Phil marchaba junto a Hank y se detuvo de pronto, tomandole por el brazo para senalar hacia la roca mas alfa.

– ?Alli!…

Hank volvio la mirada hacia donde senalaba Phil, pero no vio nada de pronto. E iba a preguntarle que habia visto, cuando, precisamente desde aquel sitio, llego el seco estallido de una explosion y unas esquirlas de cemento saltaron al mismo tiempo a los pies de Hank. Los cuatro hombres se detuvieron, mirando asustados hacia el lugar de donde habia partido el estallido, que ahora se perdia en ecos por todos los muros derruidos de la aldea. Paso un instante en que el silencio volvio a ensenorearse de la zona muerta y, luego, de detras del farallon, surgio la figura de un hombre que cubria su cabeza con un casco metalico casi totalmente oxidado y llevaba entre sus manos un extrano tubo metalico que de ninguna manera podria haberse confundido con un contador como el que ellos llevaban. Casi al mismo tiempo, otro hombre con un tubo igual al primero surgio detras de la otra roca. Los tubos de ambos apuntaban hacia Hank y Phil, que marchaban delante del grupo.

Hank tuvo un ligero estremecimiento al verles, pero se sobrepuso ante la alegria de encontrar seres vivos.

– ?Son gente! -dijo en voz baja a los otros-.?Eh!… |Eh, vosotros!…

Y dio un paso hacia ellos. Pero el primer hombre, rapidamente, se echo el tubo sobre el hombro y apunto directamente a Hank.

– ?Quieto!… No te muevas…-?Por que?

– Esta zona es nuestra… ?No hay bastante comida para todos!

– Pero nosotros no queremos comida… ?Venimos de alla! -y Hank senalo a sus espaldas-. Nos hemos salvado tambien…

– ?Volved al sitio de donde vinisteis!… ?Sois muchos?

– Cien… Mas…

– No hay comida para todos aqui…

– Pero no has entendido. Nosotros…

– ?Si he entendido!… ?Largo de aqui!

Hank nego con la cabeza, impotente para hacerse entender. Fue Phil quien le grito entonces al hombre de la roca:

– ?Pero no lo veis!… ?Somos hermanos vuestros!… ?Hermanos!… Tenemos nuestra comunidad a dia y medio de camino y…

Dio unos pasos hacia la roca donde se ocultaba el hombre. Y, de pronto, del tubo salio una llamarada y sono un estallido como el que antes les habia puesto en guardia y Hank pudo ver horrorizado como la cabeza de Phil se sacudia violentamente y como su cuerpo perdia fuerza y caia al suelo como un trapo mojado. El hombre de la roca bajo el tubo:

– ?Llevaos eso!… Que se pudra lejos de aqui… ? Vamos, de prisa!…

Hank se inclino sobre Phil, inmovil en el suelo, retorcido caprichosamente como un muneco deforme, con los ojos abiertos de asombro y, entre sus cejas, un agujero diminuto del que manaba un hilillo de sangre. Los tres se arrodillaron instintivamente sobre el muerto, sin darse entera cuenta de lo que habia sucedido. La voz del hombre se dejo oir nuevamente, seca como un trallazo:

– ?Largo con el muerto, de prisa!…

Hank tuvo subitamente una reaccion de rabia y estuvo a punto de lanzarse a la carrera contra la roca. Pero Wil le detuvo, adivinando su pensamiento:

– No lo intentes… No llegarias hasta el. Vamonos.

Y, mirando a sus espaldas, hacia el hombre de la roca, cargaron entre los tres el cuerpo de Phil y volvieron sobre sus pasos hasta la salida del pueblo.

Les llevo el resto del dia transportar el cadaver hasta el cruce de caminos. El sol comenzo a apretar y Phil comenzaba a descomponerse. Cavaron con piedras afiladas una fosa profunda en la arena y le enterraron. Cuando la arena hubo cubierto el cuerpo de Phil, se miraron los tres como si aquella fuera la primera vez que se vieran realmente. Como desconocidos.

– ?Por que lo ha hecho?… Phil no le habia amenazado…

Rad queria saber, pero Hank no le contesto. Su pensamiento iba mucho mas alla de las eventuales razones que aquel hombre habia tenido para matar a Phil. Dejo transcurrir un momento antes de hablar y, cuando lo hizo, hablo mas para si mismo que para sus companeros.

– Aquello que tenia en la mano… debe de ser una de aquellas maquinas de matar de que nos hablaba el Viejo… Estabamos lejos… y el tubo arrojo fuego y algo mas que atraveso a Phil, un proyectil…

– ?Pero… como?…

Hank continuo monologando, sin hacer caso a Rad:

– Mato a Phil solo porque nosotros no teniamos una maquina como esa… La maquina le daba poder, ?Dios, que poder!… Nadie puede ser vencido con un arma como esa… ?os dais cuenta?

Seguramente no sabian siquiera por que lo hicieron, pero dejaron una senal de pedruscos amontonados sobre la arena en el lugar donde estaba enterrado Phil y echaron a andar en silencio, siguiendo la otra carretera, la que entraba en el valle de los cactos, descendiendo entre rocas de arenisca y riachuelos resecados siglos atras. Hank caminaba unos pasos delante de sus companeros, de prisa, con el tubo del contador Geyger delante de el, como empujado por la inercia, metido en sus propios pensamientos. Sus companeros no lograron hacerle hablar hasta que, llegada la noche, encendieron una nueva fogata lejos del valle. No habian vuelto a encontrar senales de vida y la sombra siniestra de la muerte de Phil se cernio sobre ellos, como una presencia invisible. Hank se mantuvo separado de los otros dos, siempre pensativo. Y solo levanto la cabeza cuando, en el silencio de la noche, oyo la voz de Rad hablando consigo mismo.

– Con una maquina como la que mato a Phil, uno podria ser el amo de muchas comunidades…

– Matando -susurro Wil.

– No hay necesidad de matar.

– Es lo mismo… Se amenaza primero y se mata despues, tu mismo lo has dicho: se es el amo, ?no?…

– ?Quereis callar! -aullo Hank.

Los otros dos callaron. Hank se arrastro hasta el fuego, desplego el viejo papel en el que estaban trazados los signos que les servian de guia y lo estudio un instante. Luego movio la cabeza, alzandola hacia sus companeros, que le miraban especiantes.

– Manana tendremos que ir de prisa. Por este camino se tarda mas en llegar a la ciudad…

Rad estaba cansado. Las emociones de aquel dia le habian agotado. Se tendio sobre la arena, bostezando:

– ?Y por que de prisa? Hay tiempo…

– No, no hay tiempo… Tenemos que encontrar en la ciudad una maquina de matar. Quiero volver y hacer con ese hombre lo que el hizo con Phil.

Wil fijo su mirada en la fogata que comenzaba a apagarse.

– El Viejo decia de la guerra: ojo por ojo y diente por diente… ?Por que lo diria?…

– Porque los dos bandos se destrozaron mutuamente con tal de devolver golpe por…

Hank se detuvo sin terminar lo que estaba diciendo. De pronto se habia dado cuenta de que el se hallaba

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