Hawks le esperaba en el descansillo de los escalones de losas. Claire murmuro a sus espaldas:

—Mire como se mueve…, como realiza las cosas. Es como una maquina maravillosa hecha de agallas y nogal. No existe otro hombre como el, Ed…, ?nadie es tan hombre como el!

Las fosas nasales de Hawks se dilataron.

Un motor cobro vida con brusquedad en el interior del garaje; luego aparecio un coche deportivo bajo, ancho y con una carroceria casi cuadrada, envuelto en una tormenta de sonido.

—Este es mi nuevo coche —grito Barker detras del volante.

Hawks lo rodeo, se acerco hasta el costado sin puerta del coche y se metio en el asiento del acompanante. Acomodo la parte baja de su espalda en el asiento metalico, no acolchado, que estaba torcido hacia la izquierda para dejarle mas espacio al conductor. Todo el coche debia tener una altura maxima de unos setenta y cinco centimetros en la parte mas elevada, que era donde se hallaba el salpicadero curvo.

—?Aun no ha sido probado a fondo! —grito Barker en el oido de Hawks.

Claire estaba alli de pie, observandoles con ojos brillantes. Connington, tumbado sobre el volante de su Cadillac, alzo su abotagado rostro y torcio los labios en una mueca triste.

—?Preparado? —grito Barker, pisando el acelerador y retirando el pie derecho del pedal del freno hasta que solo el borde de la suela del talon de sus zapatillas baratas lo mantuvo presionado—. No esta asustado, ?verdad? —Miro de forma penetrante el rostro de Hawks—. ?Lo esta?

Hawks alargo la mano y quito la llave de la ignicion.

—Ya veo —comento con voz tranquila.

La mano de Barker salio disparada y aplasto su muneca.

—Yo no soy Connington y eso no es una botella…, devuelvame esas llaves.

Hawks relajo los dedos hasta que las llaves estuvieron a punto de caerse. Adelanto su otro brazo y bloqueo la incomoda presa de la mano izquierda de Barker.

—Use la mano que aferra mi muneca —dijo.

Lentamente, Barker cogio las llaves. Hawks salio del coche.

—?Como piensa regresar a la ciudad? —le pregunto Claire mientras el dejaba atras los escalones.

—De muchacho caminaba largas distancias —contesto Hawks—. Pero no con la intencion de poner a prueba mi resistencia.

Claire se paso la lengua por los labios.

—Nadie consigue nada de usted que valga la pena, ?verdad? —inquirio.

Hawks dio media vuelta y echo a andar con paso regular hacia la pendiente del camino.

Apenas habia puesto un pie en el sendero cuando Barker grito algo forzado e ininteligible a sus espaldas y el coche volvio a la vida, pasando a toda velocidad a su lado. Barker miraba fijamente por encima del bajo parabrisas en el momento en que lanzo el coche a un lado. Levantando polvo y grava, con el motor rugiendo, el embrague pisado y las ruedas de atras girando freneticas, se deslizo pendiente abajo, con el morro en direccion a la cara del risco. En el instante mismo en que el parachoques frontal izquierdo hubo pasado el angulo del risco, Barker solto el embrague. El lado derecho floto durante un instante sobre el borde del precipicio. Luego, las ruedas traseras se afianzaron y el coche salio disparado por el primer angulo del camino, perdiendose de vista. Se produjo un momentaneo chirrido de frenos y un gran patinazo de las ruedas, que levantaron una nube de polvo.

Hawks bajo con paso regular por el camino, a traves del turbulento remolino de polvo que le llegaba hasta las rodillas y que, poco a poco, se fue convirtiendo en dos humeantes surcos procedentes de las amplias guadanas que hendian la curva pronunciada del brusco angulo del sendero. Barker miraba hacia el mar, sentado con las manos apretadas en el volante, su sudado rostro cubierto por un polvillo amarillo. El coche aparecia lleno de suciedad, y aun vibraba un poco al lado del buzon por la aceleracion subita, separado del oceano unicamente por el camino de acceso a la casa. En el momento en que Hawks llegaba a su lado, Barker, sin mover la cabeza, anuncio con claridad:

—Esta ha sido la vez que lo he hecho mas rapido.

Hawks se dirigio hacia el sendero y comenzo a atravesar el puente de madera.

—?Piensa volver a la ciudad andando todo el camino? —grito Barker con voz aspera—. ?Gallina hijo de perra!

Hawks se volvio en redondo. Hizo marcha atras y se detuvo con las manos apoyadas en el lado del acompanante y bajo los ojos para mirar a Barker.

—Le espero manana, en la puerta de entrada, a las nueve en punto.

—?Que le hace pensar que estare alli? ?Que le hace pensar que aceptare ordenes de un hombre que no se atreve a realizar lo que yo hago? —Los ojos de Barker brillaban frustrados—. ?Que le ocurre a usted?

—Yo pertenezco a una clase de hombres. Usted a otra.

—?Que se supone que significa eso? —Barker comenzo a aporrear con la palma de una mano contra el volante. Lo que empezo como un golpeteo insistente se convirtio en una sacudida mecanica—. ?No puedo entenderle!

—Usted es un suicida —explico Hawks—. Yo soy un asesino. —Se volvio para marcharse—. Tendre que matarle una y otra vez de formas insospechadas. Lo unico que anhelo es que, de verdad, ponga usted tanta pasion en ello como piensa que hara. A las nueve en punto de la manana, Barker. Mencione mi nombre en la entrada. Le tendre preparado el pase.

Se alejo del coche.

—Si —musito Barker. Se incorporo sobre el asiento y le grito a la espalda de Hawks—. El tenia razon, ?sabe? ?Tenia razon! ?Formamos una gran pareja!

Los destellos del sol danzaron sobre su rostro desde los despedazados reflejos de la botella de whisky que habia al borde del camino. Su expresion cambio bruscamente y puso el coche marcha atras, subiendo por el camino con un chirrido de ruedas a la misma velocidad con la que un camaleon lanza su lengua, desapareciendo de la vista por el pronunciado angulo del sendero.

DOS

Hawks llego finalmente al almacen general que marcaba el cruce del camino arenoso y la carretera. Llevaba la chaqueta del traje sobre el brazo, y la camisa, que se habia desabotonado en el cuello, estaba humeda y pegada al delgado torso.

Se detuvo y echo una ojeada a la tienda, un edificio pequeno y de estructura vieja, con una falsa fachada cuadrada donde habia apiladas a un lado montones de cajas de botellas de refresco vacias, maltratadas por la intemperie.

Se seco la cara con el borde de la mano, se quito los zapatos y mantuvo el equilibrio como una garza, mientras, primero uno, luego el otro, volcaba la arena que se habia acumulado en su interior. Luego se encamino a la entrada de la tienda.

Miro mas alla de los descascarillados surtidores de gasolina, a ambos lados de la carretera que ardia en la distancia, en cada oscilacion ligera de su superficie, bajo los parpadeantes estanques de espejismos. Solo pasaban coches particulares delante de el. El espejismo cercenaba sus ruedas mientras siseaban al introducirse en ellos y fundia los bordes de los guardabarros.

Hawks dio media vuelta, abrio la puerta, cuya floja mosquitera llevaba un sucio anuncio de pan entrelazado en la rejilla, y entro.

El interior estaba abarrotado de estanterias y alacenas que cubrian casi todos los centimetros cuadrados del espacio disponible y dejaban solo unos pasillos estrechos. Miro a su alrededor, parpadeando una o dos veces; finalmente, cerro por completo los ojos y los volvio a abrir despues de unos momentos con una mueca de impaciencia. Inspecciono de nuevo la tienda, en esta ocasion con mirada fija. No habia nadie. Una puerta angosta y blanca daba a un cuarto trasero del que no provenia ningun ruido. Hawks se abotono de nuevo el cuello de la camisa y se subio la corbata.

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