– Nunca te he visto por aqui.

– No.

– Pero tenias la llave del piso de Laura.

– Si.

La grieta por la que se me abria no se hizo mayor. Miro la botella de Napoleon. Me miro. Miro lo que me rodeaba. Vivir solo te da libertad, y cuando la mujer de la limpieza lleva dos dias sin venir…

– ?Venias a quedarte con Laura? -senale su maleta.

– Si, me pidio que viniese a pasar unos dias con ella.

– ?Por que?

Me habia pasado. Demasiado rapido. Demasiado profesional. Lo supe por mi mismo antes de que su reaccion me lo confirmase. Sus manos apretaron la copa y sus inmensos ojos grises mi alma antes de que se envarase al decir:

– ?Me estas… interrogando?

– No -intente sonar convincente.

– Pues lo parece.

– Queria saber que clase de relacion tenias con Laura, eso es todo.

– ?Que relacion tenias tu?

– La que te he dicho: eramos vecinos.

– ?Nada mas?

Pense que lo mas sincero habria sido manifestar algo asi como que ojala hubiera habido algo mas. Pero mi sentido del humor no encajaba en la escena. No era elegante. Yo si habia visto el cuerpo. Preferi ser conciliador. Julia era mi unico nexo con lo que pudiera haber en aquella historia.

Empezaba a saber por que aun no habia llamado a Paco.

– Apenas si la conocia -dije con sinceridad-. Nos cruzabamos en el vestibulo, a veces coincidiamos en el rellano, en el ascensor… Una vez me pidio un poco de cafe, y otra vez le di una carta que me habian dejado por error. Solo estuve en su piso en una ocasion, y fue porque me llamo para pedirme ayuda: le habia entrado un pequeno ratoncito por la ventana y estaba escondido detras de un mueble. Asi que hice de san Jorge librandola del leon, aunque no obtuve recompensa.

– Entonces ?por que tanto interes?

Su pregunta era muy afilada. Capte la intencion. La catarsis que la dominaba iba dando paso a algo parecido a… la rabia.

– Ella era singular -dije con tacto.

Empezo a entenderme. Volvio a mirar a mi alrededor antes de hundir sus ojos en mi. Me gusta la gente que, cuando habla, te mira con fijeza. En su caso, ella debia de saber que esa era una de sus mejores armas. ?Como resistirse? Siempre he creido que las mujeres hermosas se saben superiores, especialmente frente a los hombres de tipo medio como yo. Y las modelos, que viven en un inundo estetico, donde lo mas importante es la apariencia y el dominio, con mas motivo.

Aunque eso lo pensaba solo como un outsider. No sabia nada de modelos.

– ?Vives solo? -quiso saber.

– Si.

– Comprendo. -Forzo algo parecido a una sonrisa.

– ?Que es lo que comprendes?

– Tu mismo lo has dicho: Laura era singular. No es de esa clase de vecinas que resulta indiferente.

– Imagino que lo dices por experiencia.

– Gracias -suspiro.

Se relajo por primera vez. Apoyo la espalda en la butaca sin dejar la copa vacia. El conac le hacia efecto, o tal vez fuera la calma con la que nos lo estabamos tomando todo. Sentada, la dimension de sus piernas era tremenda. La falda se le habia subido tanto que casi no existia. Trate de no mirarlas, aunque lo mismo me pasaba con su cuerpo, el pecho y la ausencia de sujetador. No se inmuto por mi, pero cruzo las piernas.

– ?Vas a decirme ahora quien eres tu?

– Laura era mi prima -dijo-, aunque nos veiamos poco. La familia no siempre cuenta mucho.

– Hablame de ella.

– ?Curiosidad?

– Es posible.

– ?Que quieres saber?

– ?Que hacia? ?Con quien iba? Cosas asi.

– No puedo decirte mucho. Familiar, si, pero al margen de ello… Laura era modelo, primero de pasarela y ultimamente fotografica. Habia hecho algunas cosillas en el cine durante estos anos, papeles esporadicos, siempre de chica guapa pero sin relieve. Nunca tuvo suerte en este sentido. Es mayor que yo, claro. Le pedi ayuda y me dijo que viniese a pasar unos dias con ella, para presentarme a algunas personas. No se que hacia ni a quien veia, ni dentro ni fuera de su trabajo.

– ?Tenia familia aqui, en Barcelona?

– Sus padres viven en El Figaro. Es hija unica. De todas formas…

– ?Que?

– No creo que sirva de mucho hablar con ellos. Son bastante mayores, y dudo que Laura les contase gran cosa de si misma. Para mis tios todo esto era demasiado y les venia muy grande. Siempre han vivido en el pueblo, ?entiendes? Oye. -Bajo la cabeza con temor antes de preguntar en un susurro-: ?Como ha muerto?

– ?De veras quieres saberlo?

– Si.

– La han acuchillado.

Se estremecio.

– ?Un ladron?

– Los ladrones no hacen la salvajada que han hecho con ella.

– ?Que quieres decir?

– Que quien la haya matado debia de odiarla mucho.

Se quedo blanca. Solo las pupilas de sus ojos mantuvieron un destello de vida. No queria verla llorar de nuevo pero no supe que hacer ni como evitarlo. Se domino a duras penas y yo mire el telefono. Con Paco fuera de Barcelona, si llamaba seria un dia perdido. Un dia de declaraciones e interrogatorios. Si el hubiera estado cerca, por lo menos todo habria sido diferente. Aparte de Paco, no me fiaba de la policia.

Julia siguio la direccion de mi mirada.

– ?Vas a llamar a la policia? -capto mi idea.

– No.

– ?No?

– Tengo un amigo en la Central de Via Layetana, pero esta fuera, de vacaciones. Supongo que regresara el domingo para incorporarse al trabajo el lunes. He pensado en algo mejor.

No me entendio.

– ?Algo mejor? -repitio como una zombi.

Laura Torras me habia fascinado desde el primer dia, y habia proyectado en mi malos pensamientos, sudores frios y toda la emocion humana de saber que detras de aquella puerta vivia un pedazo de cielo encarnado en una mujer. Romantico o no, esa era la verdad. El que yo nunca me hubiese atrevido a nada no significaba que no me atrajera la posibilidad de intentarlo, aunque me hubiera rendido de antemano. Su muerte lo convertia todo en una curiosa entelequia. Para mi, no habria ya ninguna oportunidad. Para ella, peor: le habian arrebatado de golpe cualquier esperanza, el futuro al completo. Tal vez mi sueno de la noche anterior no hubiese sido eso, un sueno, sino una realidad. Aquellos gritos… Fuera como fuese, con o sin gritos, la habian matado mientras yo daba vueltas, sudaba y pensaba en los locos del volante y las motos que tomaban la plaza como parte de un circuito. A unos pocos metros de mi, una bestia inhumana le habia hecho todo aquello.

Yo sabia de sobra que, en algunos casos, la rapidez era esencial.

Ademas de la discrecion, el silencio.

Y el instinto.

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