-o ellas se dedicaron a seducirlo a el- y andaban siempre juntos -iban a bailar, a cenar, a escuchar musica- hasta que una de las dos insistia en quedarse un rato mas a tomar copas en el bar del casino mientras la otra se disculpaba y se iba a dormir. Se quedaba con Sofia, con la que le dijo que era Sofia, y las cosas marcharon bien durante varios dias.

Pero una noche, cuando estaba en la cama con Sofia, entro Ada y empezo a desnudarse. Y asi empezo la semana tormentosa que pasaron en los moteles cercanos a la costa de Long Island, en el invierno helado, durmiendo y viajando juntos los tres y divirtiendose en los bares y en los pequenos casinos que funcionaban casi sin gente porque estaban fuera de temporada. El juego de tres era duro y brutal y el cinismo es lo mas dificil de sobrellevar. La perdicion y el mal alegran la vida, pero lentamente llegan los conflictos. Las dos hermanas se complotaban y lo hacian hablar de mas, y el a su vez complotaba con las mujeres, una contra otra. La mas debil o la mas sensible era Sofia y ella fue la primera que abdico. Una noche abandono el hotel y se volvio a Buenos Aires. Duran siguio viaje con Ada y anduvieron por los mismos hoteles y los mismos casinos que ya habian frecuentado, hasta que una noche decidieron que iban a volver a la Argentina. Duran la mando adelante y poco tiempo despues el la siguio.

– ?Pero vino por ellas? No creo. Tampoco vino por la plata de la familia -dijo el comisario, y se detuvo a prender el toscanito y se apoyo en el mostrador mientras Madariaga limpiaba las copas-. Vino porque nunca estaba tranquilo, porque no se podia quedar quieto, porque buscaba un lugar donde no lo trataran como a un ciudadano de segunda clase. Vino a eso, y ahora esta muerto. En mis tiempos las cosas eran distintas. -Miro a todos y nadie dijo nada-. No hacia falta un falso yanqui, medio latino, medio mulato, para complicarle la vida a un pobre comisario de campo como yo.

Croce habia nacido y se habia criado en la zona, se habia hecho policia en la epoca del primer peronismo, y desde entonces estaba en el cargo -salvo el interregno despues de la revolucion del general Valle en el 56-. Los dias previos al levantamiento Croce habia estado alzando las comisarias de la zona, pero cuando supo que la rebelion habia fracasado anduvo como muerto por los campos hablando solo y sin dormir y cuando lo encontraron ya era otro. El comisario habia encanecido de la noche a la manana en 1956, al enterarse de que los militares habian fusilado a los obreros que se habian alzado para pedir el regreso de Peron. El pelo blanco, la cabeza alborotada, se encerro en su casa y no salio en meses. Perdio el cargo esa vez, pero lo reincorporaron cuando la presidencia de Frondizi en 1958 y desde entonces siguio a pesar de todos los cambios politicos. Lo sostenia el viejo Belladona, que, segun dicen, siempre lo defendio a pesar de que estaban distanciados.

– Me quieren sorprender en un renuncio -dijo Croce, y sonrio- y me tienen bajo vigilancia. Pero no les va a dar resultado, porque no les voy a dar tiempo.

Era un hombre legendario, muy querido por todos, una especie de consultor general. En el pueblo pensaban que el comisario Croce estaba un poco rayado, andaba a los ponchazos de un lado a otro, vagando en el sulky por los campos y las chacras, deteniendo a los cuatreros, a los crotos, a los ninos bien de las estancias que volvian borrachos de los reservados del bajo, y provocando a veces, con su estilo, escandalos y murmuraciones, pero con resultados tan notables que todos terminaron por pensar que ese era el modo en que debia actuar un comisario de pueblo. Tenia una intuicion tan extraordinaria que parecia un acto de adivinacion.

«Un poco tocado», decian todos. Tocado, tal vez, pero no como el loco Calesita, que andaba dando vueltas por el pueblo, vestido siempre de blanco y hablando solo en una jerga incomprensible; no, tocado en un sentido especifico, como quien oye una musica y no puede sacarla en el piano; un hombre imprevisible que deliraba un poco y no tenia reglas pero siempre acertaba y era ecuanime.

Acerto muchas veces porque parecia ver cosas que el resto de los mortales no podia ver. Por ejemplo, acuso a un hombre de haber violado a una muchacha porque lo vio salir dos veces del cine donde daban Dios se lo pague. Y el hombre realmente la habia violado aunque el dato que lo llevo a incriminarlo no parecia tener sentido. Otra vez descubrio a un cuatrero porque lo vio tomar el tren a la madrugada para ir a Bolivar. Y si va a Bolivar es porque quiere vender la hacienda robada, dijo. Dicho y hecho.

A veces lo llamaban de los pueblos vecinos para resolver un caso imposible, como si fuera un manosanta del crimen. Iba en el sulky, escuchaba las versiones y los testimonios y volvia con el caso resuelto. «Fue el cura», dijo una vez en un caso de incendio deliberado de unas chacras en Del Valle. Un franciscano piromaniaco. Fueron a la parroquia y encontraron en un baul, en el atrio, las mechas y un bidon de querosen.

Habia vivido siempre dedicado a su trabajo y despues de una extrana historia de amor con una mujer casada se quedo solo aunque todos pensaban que mantenia una relacion intermitente con Rosa, la viuda de Estevez, que estaba a cargo del archivo del pueblo. Vivia solo en un gran rancho en el borde del pueblo, del otro lado de la estacion, donde funcionaba la comisaria.

Los casos de Croce eran famosos en toda la provincia y su ayudante, el escribiente Saldias, un estudioso de la criminologia, habia caido tambien bajo el embrujo del comisario.

– En definitiva nadie entiende muy bien que fue lo que Tony vino a hacer a este pueblo -dijo Croce, y miro a Saldias.

El ayudante saco una libretita negra y reviso sus notas.

– Duran llego aqui, en enero, el 5 de enero -dijo Saldias-. Hace justo tres meses y cuatro dias.

2

Ese dia, en la claridad quieta del verano, vieron bajar a un forastero del tren expreso que seguia viaje al norte. Muy alto, de piel oscura, vestido como un dandy, con dos valijas grandes que dejo en el anden -y un bolso marron, de cuero fino, que no quiso soltar de ningun modo cuando se acercaron los changadores-, sonrio, cegado por el sol, y saludo con una inclinacion ceremoniosa, como si ese fuera el saludo habitual por aqui, y los chacareros y peones que conversaban bajo la sombra de las casuarinas le contestaron con un murmullo sorprendido y Tony -con su voz dulce y su lenguaje musical- miro al jefe de estacion y le pregunto donde habia un buen hotel.

– Me puede caballero usted indicar un buen hotel por aqui.

– Ahi enfrente esta el Plaza -le dijo el jefe, y le mostro el edificio blanco del otro lado de la calle.

Se anoto en el hotel como Anthony Duran, mostro el pasaporte norteamericano, los cheques de viajero y pago un mes adelantado. Dijo que venia por negocios, queria hacer unas inversiones, estaba interesado en los caballos argentinos. Todos en el pueblo trataron de inferir que tipo de negocio era el que habia venido a hacer con caballos y pensaron que quiza iba a invertir en los haras de la zona. Dijo algo un poco evasivo sobre un jugador de polo de Miami que queria comprarle petisos de polo a los Heguy, y tambien hablo de un criador de caballos de carrera en Mississippi que andaba buscando padrillos argentinos. Un tal Moore, que practicaba salto, habia estado por aqui, segun dijo, y se habia convencido de la calidad de los caballos criados en las pampas. Ese fue el motivo que dio al llegar y unos dias despues empezo a visitar algunos corrales y a ver yeguas y potrillos en los potreros y en los campos.

Parecio nomas que habia venido a comprar caballos y todos en el lugar -los rematadores de ganado, los consignatarios, los criadores y los estancieros- se interesaron pensando que podian sacar ventaja y los rumores se movian de un lado a otro como una manga de langostas.

– Tardamos -dijo Madariaga- en confirmar su historia con las hermanas Belladona.

Duran se habia instalado en el hotel, en una pieza del tercer piso, la que daba a la plaza, y habia pedido que le pusieran una radio (no un televisor, una radio) y pregunto si por la zona podia conseguir ron y frijoles, pero se acostumbro enseguida a la comida criolla que servian en el restaurante y a la ginebra Llave que le subian al cuarto a las cinco de la tarde.

Hablaba un espanol arcaico, lleno de modismos inesperados (chevere, cual es la vaina, estoy en la brega) y de frases o palabras deslumbrantes en ingles o en espanol antiguo (obstinacy, winner, embeleco). A veces no se entendian las palabras o la construccion de las frases, pero su lenguaje era calido y sereno. Y ademas pagaba copas a quien quisiera escucharlo. Ese fue su momento de mayor prestigio. Y asi empezo a circular, a darse a conocer, a frecuentar los ambientes mas variados y a hacerse amigo de los muchachos del pueblo fuera cual fuera su condicion.

Estaba lleno de historias y de anecdotas sobre aquel raro mundo exterior que los de la zona solo habian visto en el cine o en la tele. Venia de Nueva York, de una ciudad donde todas las ridiculas jerarquias de un

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