– ?Tambien es lo mejor para usted?

– Si lo determinan mis superioras, seguro que asi es.

– Personalmente no me gusta que sean los demas quienes digan que es mejor o peor para mi. Prefiero decidirlo yo misma.

– Pero usted es una mujer libre.

– Eso es lo malo.

– ?Lo malo?

– Lo malo es que usted no lo es.

– Un dia lo elegi asi.

– ?Dejese de mandangas, madre Guillermina! Parece que una especie de destino fatal se cerniera sobre su cabeza; solo que no es verdad. Usted tiene ahora mismo la capacidad de hacer lo que quiera con su vida. ?Por que no abandona la orden?

– Puse mi vida en manos de Dios.

– Pero Dios campa por todas partes, ?no? No esta de guardia permanente en los conventos.

Se le escapo una sonrisa que intentaba retener.

– ?Que bruta es usted, Petra!

– La verdad suele sonar siempre brutal.

– ?Y que haria yo en el mundo? ?Tengo mas de cincuenta anos!

– ?Usted? ?Usted es un trueno, madre Guillermina, con su vitalidad, su capacidad de organizacion, su dominio de la economia y la psicologia de grupos… ?En cualquier empresa la aceptarian!

– Quite, todo eso son tonterias. Ire donde me manden. En realidad me da igual. Solo me duelen dos cosas: haber estado ignorante de todo ese dolor y odio que se gestaba cerca de mi y… bueno, no volver a ser superiora tampoco me hace gracia. Pero solo porque, al no disponer de despacho privado, me resultara imposible fumar.

– ?Pues claro! ?Larguese, madre, larguese! El mundo es muy ancho y habra un lugar para usted. ?No se da cuenta de que una de las razones de que haya pasado todo esto no es mas que la propia organizacion de un convento? ?Se trata de algo antinatural: un monton de mujeres metidas entre paredes que las separan del exterior! Es un resto de otros tiempos, un modo de vivir caduco, insano.

Me miro con severidad y volvio a ser la que era para decir:

– ?No se pase, inspectora, que tampoco es tan horrible!

– Echare de menos las peleas con usted, madre.

– Yo tambien. La verdad es que eran unas peleas por todo lo alto.

Soltamos una risita y le alargue la mano, que ella estrecho:

– Llameme si me necesita para algo, madre Guillermina. Y prometame que pensara en lo de dejar los habitos, al menos que lo pensara.

– Se lo prometo.

Nos dimos un apreton de manos franco y yo sali. Sabia que probablemente no volveria a verla nunca mas.

Uno de los puntos dificiles de aquel final de caso lo constituia el encuentro con mis hijastros. Antes de que llegara el jueves por la tarde, dia en que sabia que estaria sola con ellos al menos un par de horas hasta que su padre volviera, mis pensamientos no dejaban de atormentarme. Sin duda los tres chicos saltarian sobre mi y me pedirian cumplidas explicaciones sobre el desenlace del caso de la momia. Bien es verdad que habrian oido a Villamagna en la television, pero sabia que mi companero habia recurrido a un lenguaje tan tecnico y eufemistico para referirse a las partes mas escabrosas de la historia, que sin duda la comprension de los chavales seria limitada. Pero se lo debia; tantas veces los habia emplazado a cuando las investigaciones estuvieran definitivamente cerradas, que ahora no tenia mas remedio que cumplir. ?Y como se les habla a tres ninos, sobre todo a la pequena Marina, de abortos clandestinos, fetos ocultos, hombres inadaptados y monjas falsarias? Los componentes de la historia no eran precisamente de horario infantil. Si recurria al descarnamiento, podia provocar alguna reaccion a la que no estaba dispuesta a enfrentarme, al fin y al cabo los ninos no eran mios. Y si dulcificaba los hechos… ?aunque como se podian dulcificar unos hechos semejantes? Finalmente decidi librarme a la improvisacion y pedi ayuda espiritual al jodido beato.

Al encontrarme con ellos tuve la impresion de que habian sido mas o menos aleccionados por su padre para la ocasion, ya que muy formales se acercaron a mi y despues de besarme me dijeron: «Felicidades, Petra, por haber solucionado el caso».

– ?Lo habeis visto en la television?

– Si, lo explico aquel policia que habla siempre.

Valiente, deje un momento en blanco, sin precipitarme a charlar de otra cosa. Nadie dijo nada. Bueno, el encomendarme al beato habia funcionado o quiza yo habia exagerado en cuanto a los peligros de la situacion. Les propuse tomar un aperitivo mientras llegaba su padre y parecieron muy satisfechos con la opcion, de modo que entre todos sacamos aceitunas, patatas fritas, tortitas de maiz, refrescos y una cerveza fria para mi y nos sentamos alegremente en la cocina. Al principio los gemelos me pusieron al corriente de la marcha de los campeonatos de motociclismo. Siempre lo hacian y nunca he sabido muy bien por que, quiza la primera vez mostre un interes desmedido ante alguna de sus cronicas. Les escuche con atencion. Fue al cabo de unos veinte minutos, cuando yo ya creia alejado el peligro, cuando, naturalmente Teo, pregunto en tono normal:

– Petra, hay algo del caso que no entendemos. Bueno, o que por lo menos creemos que no lo han aclarado bien.

Me aferre a mi servilleta de papel intentando que funcionara como quitamiedos, y entonces oi la pregunta.

– ?La monja mala y la novicia estaban liadas?

Una oleada de sangre caliente me sofoco y mire a Marina, que imperturbable mordia una patata frita. Pero el siguio matizando la pregunta como si no la hubiera planteado con la suficiente claridad.

– Es que eso de que era su tutora y creia que llegaria muy lejos en el estudio de la historia es raro. ?Por eso la hizo abortar? Seguro que estarian liadas, ?no?

Cualquier precision dirigida a quitarle hierro al asunto me hubiera llevado cierta extension llena de palabras y conceptos que no me veia con animos de pronunciar.

– No lo se -fue lo que dije.

– ?Como que no? ?Pero si habeis dado por terminado el caso!

– Si, pero ese detalle no hubiera variado las conclusiones. Tuviera los motivos que tuviera, lo que hizo esa monja es lo que cuenta para la ley.

– ?Pues vaya! -respondio Hugo en plan de protesta-. A mi no me parece bien que se haga asi, porque si la monja tenia la intencion de…

Lo corte con firmeza.

– Si no os parece bien, teneis que esperar a los dieciocho anos y plantearselo a un juez.

– Yo lo haria ahora mismo -dijo Teo.

– No tengo la menor duda. Solo que no te prestarian la menor atencion.

– Me lo imagino.

Intervino Marina.

– Yo tambien tengo una pregunta.

Tal como iba la conversacion, la curiosidad de la nina podia depararme cualquier novedad. Le sonrei, tensa.

– ?Como le pegaran a la momia las manos y los pies que le cortaron? Una nina de mi clase dice que con alambres por dentro, pero yo creo que se notaria.

La adore. Esa si era una pregunta que podia ser contestada sin bochorno.

– Otro de los monjes de Poblet, que tambien sabe mucho de momias, aunque no tanto como el hermano Cristobal, ira al convento de las corazonianas y reparara la del beato. No se como lo hara, pero si quieres podemos preguntarselo.

– ?A ver si se lo cargan a este tambien! -solto Hugo, y todos nos echamos a reir sin poder evitarlo.

De esa guisa nos encontro Marcos quien, arrobado, debio de pensar que eramos una familiastra feliz tratando sobre temas cotidianos.

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