– En verdad te digo que eres un alma generosa, Derguin Gorion. Por desgracia, eso no te garantiza que alcances el exito.

Sin anadir una palabra mas, la enorme estatua giro el cuerpo hacia el mar como un solo bloque y empezo a caminar. Sus pesados pies levantaron cortinas de espuma al hundirse en el agua, que pronto le cubrio por la cintura y unos segundos despues tapo su cabeza. Cuando ya habia desaparecido por completo, su martillo surgio sobre las olas durante un instante, en un ultimo saludo destinado a darles animos o quiza a burlarse de ellos.

– He entendido muy poco de lo que he oido -gruno El Mazo-. Pero ese poco no me ha gustado nada.

Derguin palmeo el hombro de su amigo, para lo cual tuvo que levantar la mano por encima de su propia cabeza.

– Hasta ayer mismo pense que estabas muerto. Tal vez lo mejor sea que nos convenzamos de que ahora mismo los dos estamos muertos, de que todo el mundo esta muerto, y de que todo el tiempo que vivamos a partir de ahora es un regalo.

– Pero no de los dioses…

– No, precisamente de los dioses no. Volvamos a la aldea. Nos espera un largo viaje.

Derguin sabia que este seria el mas largo de todos. Un cansancio infinito se apodero de el. El unico y magro consuelo era que probablemente se ahorrarian el camino de regreso.

NIKASTU, PASONORTE

Aun quedaban varias horas de luz cuando la expedicion partio de la explanada al sur de Nikastu. Setecientos hombres y mas de dos mil caballos.

Kratos se encontraba tan cansado que temia caerse de la silla en cualquier momento. No habia dormido nada, pero sabia que no era el unico. Tan solo la certeza de que todos los ojos estaban puestos en el lo mantenia despierto y con gesto aparentemente sereno.

Por dentro, se sentia roto. No era solo el terrible viaje que les aguardaba, prolegomeno de pruebas que sin duda serian mas duras. Le dolia abandonar aquella comarca y aquella ciudad de las que habia creido, aunque fuera tan solo un par de dias, que se convertirian en su hogar.

Por encima de todo, le partia el corazon pensar que tal vez no volveria a ver a Aide. Todas las historias de amor se acaban, todos los matrimonios, hasta los felices, llegan a su final. Eso lo sabia de sobra, no era ningun adolescente.

Pero cuando uno se despide quiza para siempre no deberia hacerlo con un beso en la mejilla mientras mira hacia otra parte para dejar bien claro que enfoca los ojos en la lejania. Asi habia hecho Aide, que se habia negado a salir del torreon y acudir a despedir a la comitiva a la puerta sur.

Debes olvidarte de ella o no actuaras como un general, se dijo, mientras ocupaba su lugar a la cabeza de la columna. En el centro llevaban los caballos de relevo, guiados por los jinetes mas expertos en conducir manadas. Kratos esperaba que no dieran muchos problemas.

– ?Te encuentras bien, tah Kratos? -le pregunto Baoyim, que montaba una menuda yegua blanca-. ?Que tal va tu hombro?

– Mejorando. Cuando llegue el momento, podre empunar la espada. Aun aguardo la respuesta de tus compatriotas. Espero que entren en razon y nos dejen pasar por los tuneles.

– Tengo el palpito de que lo haran. Todo va a salir bien.

De pronto, la sonrisa de la Atagaira se le antojo mas encantadora que nunca. Daba la impresion de ser una mujer razonable; mas que Aide, seguro.

Al pensar en su joven amante y el hijo que esperaban, volvio a sentir una punzada en el estomago. Ahora mismo, y hasta que acabe esta campana, eres viudo a todos los efectos, se dijo.

Ahri se acerco montado sobre un caballo pinto que, rodeado por aquellas piernas tan largas y huesudas, parecia mas bien un burro. El ex Numerista, que no era un jinete consumado, no habia insistido demasiado en acompanar a Kratos. Pero este no se podia permitir el lujo de prescindir de su memoria, su capacidad de calculo ni su inteligencia.

Tal vez el unico miembro de la expedicion menos entusiasta que Ahri era Urusamsha. Kratos habia dudado hasta el ultimo minuto si llevarlo o no, pero preferia tener al intrigante Bazu cerca de el que de Aide, y su conocimiento de los caminos podria resultarles util.

– ?Animo, Ahri! Tengo la impresion de que vamos a contemplar maravillas que ni siquiera tu filosofia ha llegado a sonar.

– Preferiria quedarme aqui y contemplar un buen lechon espetandose en una hoguera y un barril de cerveza, pero ya que no hay mas remedio…

– No lo hay. Y lo sabes.

– Tah Kratos, hay algo que dijo el Gran Barantan cuando utilizo a tu hijo de medium. No he dejado de darle vueltas desde esta manana.

– ?A que te refieres?

Como siempre, Ahri cito de memoria.

– «Cuando entres en Urtahitei y descubras que tu rival de tres metros, huesos indestructibles y piel que repara por si sola sus heridas se mueve ademas mucho mas rapido que tu, probablemente echaras de menos conocer mas aceleraciones.»

– Si, recuerdo que dijo eso. Yo le pregunte si habia mas aceleraciones y el me respondio con evasivas.

– ?Crees que puede haber mas Tahiteis?

– No lo se. Siempre he creido que se limitaban a tres. De hecho, a la mayoria de los Tahedoranes se les ensenan solo dos. O asi deberia ser.

– ?Y si hubiera mas?

– ?Que mas da? Aunque existieran, ?quien me ensenaria la formula? El unico que tal vez podria conocerla es el Gran Maestre de Uhdanfiun. Pero esta muy lejos, y aunque le mandaramos un cayan me temo que se negaria a revelarme el secreto.

– Tengo entendido que pronunciais mentalmente una serie de numeros – dijo Ahri, bajando la voz y acercando su montura a la de Kratos tanto que las pantorrillas de ambos se rozaron.

– Asi es.

– ?Son formulas al azar?

– ?Y yo que se? Son series de nueve numeros…

– ?Las tres que conoces tienen nueve numeros?

– Si.

– ?Puedes decirme cuales son? -pregunto Ahri, abriendo exageradamente sus ojos de buho y bajando aun mas la voz.

– ?Estas loco? Es un secreto reservado a los Tahedoranes. Revelar esa informacion se castiga con la muerte.

– Sinceramente, tah Kratos, ?crees que a estas alturas importa? ?Quien va a ejecutar la sentencia contra ti? Ademas, te juro por el teorema del triangulo rectangulo que esos numeros no saldran de mi boca a no ser que tu me autorices.

– Tu boca no es precisamente una tumba, amigo mio.

– Para cuestiones matematicas si, tah Kratos.

– ?Por que ese empeno? ?Para que quieres saberlo?

– Porque si encuentro alguna relacion entre esas tres series de numeros, tal vez pueda deducir una cuarta… y una quinta… Y quien sabe si mas.

Kratos se quedo pensativo, imaginando las posibilidades de una cuarta aceleracion. ?En que grado acrecentaria su velocidad y su fuerza? ?Su cuerpo seria capaz de resistirlo?

Merecia la pena intentarlo.

– Te dire los numeros una sola vez, Ahri. Y si se te escapa uno solo…

– Descuida, tah Kratos. Dimelos.

Kratos trago saliva y susurro:

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