cristal! ?Que locura!, penso Ziyam-, apenas se intuian sus ojos.

? Ves bien la cicatriz, cabron? Ya te hare pagar por ella. Pero se callo aquel pensamiento y, en su lugar, exclamo:

– ?La vista al frente, tah Derguin!

El Zemalnit enderezo el cuello para mirar por encima del cuerno dorado de su montura. Ziyam sonrio al notar que Derguin daba medio respingo sobre la silla del unicornio.

No era de extranar. Como todas las demas Atagairas, las Faretrias se habian despojado de sus capas. Pero ellas iban completamente desnudas y asi, en cueros, cargaron contra los Glabros y sus pajaros del terror, mientras se ponian de pie sobre los estribos y tensaban los arcos. Su desnudez era un gesto destinado a demostrar a aquellos salvajes cuanto los despreciaban las Atagairas y, de paso, a sembrar el desorden en sus filas. Aunque era una locura pensar algo asi cuando quedaban segundos para el choque, el acero y la sangre, para encontrarse con las garras y los picos de aquellos monstruos emplumados, Ziyam se excito y en cierto modo envidio a las Faretrias.

El Zemalnit le dijo algo a su montura. El unicornio levanto la cabeza, emitio un desafio que parecia mas el toque de una trompeta que un relincho, y acelero su galope cual si en lugar de cascos tuviera alas. Aunque Ziyam volvio a talonear a Cellisca, no pudo evitar quedarse tan rezagada como Baoyim, su madre y las guardias que la rodeaban.

No sabes lo que haces, Derguin, penso Ziyam. Si pretendia unirse al ataque de las mujeres desnudas, no lo iba a conseguir. En ese momento las Faretrias, que se hallaban a unos cincuenta metros de los enemigos, se dividieron en dos formaciones, a derecha e izquierda, y empezaron a disparar andanadas de flechas contra los Glabros. Se decia que las mujeres de esa marca eran las mejores arqueras de Atagaira. Ahora lo demostraron con creces, pues la mitad de ellas se vieron obligadas a disparar por el flanco derecho de sus caballos como si fueran zurdas, y aun asi abatieron a muchos adversarios.

Derguin se quedo solo, convertido en el ariete de aquella carga. Ziyam esperaba que refrenara a su montura para esperar a la reina y sus Teburashi, pero el joven desenvaino la Espada de Fuego y la levanto sobre su cabeza.

– ?Bravo por ti, Zemalnit! -se le escapo a Ziyam, y de nuevo sintio que se le ponia la piel de gallina. Aunque Derguin fuese un varon, un ser inferior a cualquier Atagaira, habia que reconocerle el valor.

Derguin, su unicornio y su arma flamigera penetraron en la primera linea enemiga como un cuchillo caliente en la mantequilla. Segundos despues, las cabezas de dos pajaros del terror volaron por los aires, y un ensordecedor grito de victoria recorrio las filas de las Atagairas.

– ?Seguid al Zemalnit! -rugio la reina, con voz tan potente que no hizo falta que Visunam amplificara su orden.

Ziyam rechino los dientes, embrazo con fuerza el escudo y levanto la lanza sobre su cabeza. Ya habia elegido a su propio enemigo, un Glabro que, tras la embestida de Derguin, trataba de hacerse con el control de su siniestra montura.

– ?Animo, Cellisca! -grito Ziyam-. ?No es mas que un pollo mas cebado de la cuenta!

Y un segundo despues se desato la locura.

LAGO DE BORAX

Apenas un par de dias despues, bardos y juglares cantarian como el Zemalnit se abrio paso hasta el centro del campamento de los Aifolu, y como con la hoja ignea de Zemal hizo trizas a Gankru, el demonio alado de fuego y metal que habia sembrado la destruccion en las murallas de Malib y de la desdichada Ilfatar.

En aquella lucha lo acompanaron varios escuadrones de Atagairas. Pero el grueso de sus fuerzas, mandado por la reina, se enzarzo en un sanudo combate contra los Glabros y sus pajaros del terror.

Durante la batalla, Ziyam comprobo que los Glabros eran contrincantes tan peligrosos como se esperaba de ellos. Con sus dientes negros y afilados y los colores casi fosforescentes con que se pintaban el craneo, parecian serpientes venenosas, impresion reforzada por los insultos que proferian en su salivoso y silbante lenguaje.

Sus gigantescas aves poseian cierta belleza siniestra, pero de cerca olian mucho peor que los caballos y los urimelos: su aliento hedia a sangre corrompida y a matadero. Y mordian a la minima oportunidad, de modo que las Atagairas no solo debian protegerse de las lanzas y los machetes de los Glabros, sino tambien de los aguzados picos de sus monturas. Uno de esos picos precisamente le habia arrancado la cabeza a Visunam, jefa de las Teburashi, tan cerca de Ziyam que a esta le habia salpicado la sangre. Por suerte, los corceles de las Atagairas estaban protegidos con bardas y testeras de metal o de cuero acolchado. Incluso a traves de la armadura, un picotazo de un pajaro del terror resultaba tan doloroso como el tajo de una espada, pero los caballos los resistian con tanta bravura como sus amazonas.

La batalla se prolongo durante horas. Las Atagairas lograron apartar a los Glabros del resto del Martal y los llevaron hasta las orillas de un lago cercano. Taniar se acerco al horizonte oeste y lo tino de sangre, y su luz roja parecio fundirse con los numerosos fuegos que empezaban a levantarse en el campamento enemigo. En aquel momento, los Invictos acababan de romper las filas de los Aifolu, pero las Atagairas todavia no lo sabian.

Rimom pintaba de azul las aguas del lago a cuyo borde luchaban los Glabros, muchos de ellos ya descabalgados. Se decia que cuando un jinete perdia a su ave, los demas lo descuartizaban y se lo daban como alimento a los demas pajaros. Pero eso debia ocurrir lejos del combate. Ahora, con monturas o sin ellas, los Glabros se resistian literalmente con unas y, sobre todo, con sus aguzados dientes.

Poco a poco, los enemigos quedaron cercados entre las aguas del lago y unas escarpas cardenas que se levantaban del suelo como las crestas que los inhumanos desplegaban en sus espaldas. Antea, segunda capitana de la guardia personal y ahora convertida en su jefa por la muerte de Visunam, rugia:

– ?Haced todos los prisioneros que podais! ?La reina pagara una moneda de oro por cada Glabro que captureis con vida!

Las Atagairas no necesitaban el acicate del oro para esforzarse por apresar cautivos. Durante dias, sus conversaciones se habian centrado en

imaginar rebuscados tormentos para vengar la violacion colectiva de la princesa Tildara y sus guerreras. Si en general consideraban a los varones de otras razas seres inferiores, y a los suyos poco mas que bestias de trabajo y crianza, a los Glabros los habian convertido en paradigma de todo mal y vileza. Aquellos criminales no se merecian una muerte honorable en combate, de modo que las Atagairas intentaban enganchar con lazos y cuerdas a todos los que podian para arrastrarlos fuera de sus lineas, con la intencion de torturarlos sin prisas despues de la batalla.

La refriega se habia estancado. Aunque los enemigos habian dejado miles de hombres y bestias sobre el terreno, los supervivientes se replegaron formando un frente de apenas veinte metros entre las rocas y el agua y, desmontados, levantaron una muralla de picas y machetes. Con tales angosturas, las Atagairas apenas podian aprovecharse de la superioridad numerica que habian ganado tras las dos primeras horas de batalla.

Cuando el ultimo resplandor rojo de Taniar se apago en el horizonte, los ojos de Ziyam, habituados a la oscuridad como los de todas las Atagairas, vieron como sobre las crestas de roca que dominaban el lago se recortaban centenares de siluetas.

– ?Ahora! -grito la reina, y Antea transmitio su orden, que se convirtio en un toque de trompeta.

No habria sido necesario. Los urimelos bajaron por aquellos penascos saltando como cabras montesas. Sobre sus lomos, las amazonas se sacudian y agitaban como si fueran a descoyuntarse, mas pese a los brincos de sus monturas conseguian disparar lanzas y flechas contra los Glabros. Aquella reserva de dos mil guerreras cayo sobre la retaguardia enemiga como un rayo de Manigulat, y los Glabros se vieron de repente encerrados entre dos frentes.

Era la primera batalla de Ziyam, que hasta entonces solo habia combatido en escaramuzas. Una veterana guerrera que habia sido amante suya le habia dicho:

– Al final del combate, cuando parece que ya todo esta resuelto, es cuando debes tener mas cuidado si quieres conservar la vida.

Sus palabras debian de ser profeticas: fue en ese momento cuando Ziyam se encontro ante las fauces de la

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