primeros besos con su forma languida de besar, pero apenas sintio que empezaba a perder control, aparto a Lucio con un movimiento brusco.

– ?Asi no!

– ?Que pasa?

– Que sabes que asi no me gusta.

– ?Asi como?

– Ya vengo -obtuvo por respuesta y la vio entrar en el bano acomodandose el camison.

Lucio habia perdido cualquier posibilidad de dormir. Nada parecia funcionar esa manana. El mal humor venia creciendo y le dibujaba un rictus de dureza en los labios. Se dijo que era un imbecil, que no terminaba de aprender, que ya estaba harto de aquella loca que necesitaba orden hasta para hacer el amor. Miro la habitacion y le repugno tanta perfeccion. Se pregunto para que tenian un despojador si nunca le colgaban ropa; para que la funda de la funda del colchon; para que una banera con hidromasaje, si ella decia que los banos de inmersion eran antihigienicos. Mercedes aparecio justo cuando la hiel llegaba al limite. Estaba desnuda, llevaba sus pantuflas chinas y olia a jabon.

– Ahora si -le dijo.

– Ahora no -contesto el con todo el orgullo que pudo juntar. Y entro en el bano para aliviarse con el calor de la ducha.

Mercedes penso que, de todos modos, no tenia ganas. Hacia tiempo que esto era asi. Un ritual cumplido con meticulosidad. El empezaba el juego y ella seguia, aunque parecia claro que no era su ser completo el que acompanaba los movimientos ajenos, sino una mujer a medias, un cuerpo sano respondiendo mecanicamente al estimulo de otro cuerpo. Nada que la quimica o la fisica no pudieran explicar. Regreso hasta los comienzos, cuando solo necesitaban mirarse para saber lo que querian los dos. Tenia claro que el desgaste comenzo con lo del hijo. La ilusion frustrada, al principio. Luego vino la agonia de una busqueda dolorosa que los unio en la esperanza y los separo en el fracaso. Lucio se dio por vencido antes, y ella tomo esa entrega como un indicio claro de que el proyecto comun habia terminado. Desde entonces, su marido se habia transformado en un instrumento para llegar al hijo, un instrumento inutil, por cierto.

Mercedes se puso una bata. Separo las cortinas. La luz blanca de la manana le hirio los ojos. “Otro dia”, penso y ordeno en su mente las actividades que le permitirian soportar las horas antes de volver a la cama, donde el sueno parecia ser el unico refugio.

– ?Que tal? -la sorprendio Lucio secandose una oreja y sonriendo como si aquel saludo fuera la primera interaccion del dia.

– ?Mucho trabajo hoy?

– Aja. Creo que no voy a venir a cenar. Llega mercaderia nueva, el inventario, lo de siempre -dijo mientras se ajustaba las medias y pensaba que aquella mentira valia la pena. Con frecuencia faltaba a cenar y ponia cualquier pretexto que ella jamas cuestionaba. Terminaba por ahi, solo, comiendo alguna fritanga que le sabia a gloria.

Mercedes agradecio en silencio por no tener que estropear la cocina para una cena que estaba volviendose la obligacion de cada noche.

– Yo tambien tengo un dia pesado en la oficina. Despues, me voy a tomar algo con Diana. Volvio Gabriela, ?sabias?

Lucio nego con algo de indiferencia. Gabriela siempre lo habia perturbado con sus curvas y esa insolencia provocadora con que lo trataba cuando se veian en alguna reunion de amigos. Habia llegado a pensar que detras de esas insinuaciones de adolescente calenturienta podia esconderse algun interes hacia el, pero no tuvo mas que prestar una minima atencion para ver que Gabriela les meneaba el culo a todos, incluyendo a su cunado en las narices de su propia hermana. Y esa comprobacion reforzo la idea de que era imposible que semejante hembra alimentara el menor deseo hacia un infeliz como el.

– No encontre mi camisa verde.

– ?Cual?

– La unica verde que tengo. La clarita.

– ?Te fijaste si esta para planchar?

– ?Donde?

– Donde se guarda la ropa para planchar -remato ella con fingida inocencia.

Lucio la miro fastidiado y salio de la habitacion sin saludar, mientras Mercedes disfrutaba de su pequena maldad. Se desplomo boca arriba, las piernas y los brazos abiertos, como crucificada al colchon. La cama devolvio un quejido metalico. Penso que ya era hora de ajustar los tornillos que unian el respaldo al somier. Pero lo haria mas tarde, manana, o la semana entrante.

De: Diana

Para: Granuja

Enviado: lunes, 14 de julio de 2003, 08:11

Asunto: Hoy me siento…

…rara. Es raro que me sienta rara porque soy una persona comun y nunca me pasan cosas maravillosas. Como a mi hermana. A ella, si. Pero, bueno, hoy me levante rara y chau. Usted, ?como anda? ?Se le arreglo aquel problema con la exportacion? Parecia preocupado. ?Sabe que cuando me contaba me daban ganas de abrazarlo? A mi me pasa que cada tanto necesito un abrazo. Pero no cualquiera, eh.

Un abrazo especial. Ahora, por ejemplo. Daria cualquier cosa por un abrazo.

Diana

De: Granuja

Para: Diana

Enviado: lunes, 14 de julio de 2003, 08:17

Asunto: ese abrazo

Pero si lo que yo quiero es abrazarte y vos no me dejas. Que esta pasando? Por que tan triste? No me contas nada. Nada, Diana. Aunque me atreveria a adivinar muchas cosas que estan siendo cada vez mas obvias. Pero lo unico que esta claro es que no sos feliz. Y tambien se que sos una buena persona. Tengo olfato para eso. Desde el principio me pareciste linda gente. Estoy seguro de que tenes miedo de lastimar a otros, me equivoco? Dejame ser tu amigo. Dejame ayudar. Dejame darte ese abrazo. Te estoy queriendo mucho.

G.

VI

Mercedes llego antes y pidio un coctel de frutas. Se entretuvo adivinando intimidades. En un rincon, a salvo de la escasa luz, una pareja de edades desparejas hablaba por encima de la mesa con las cabezas tan juntas que no dejaban lugar a dudas. Tenian las manos enlazadas y la mirada fija en los ojos del otro. Y sonreian, todo el tiempo sonreian con un dejo de idiotez.

– Estos son nuevitos -calculo y busco cualquier distraccion que la salvara de caer en el abismo de la envidia.

El mozo trajo el coctel. Mercedes agradecio sin mirarlo, pero apenas se retiro lo observo con atencion.

– Buen culo -penso. La divertia descubrirse calibrando las curvas masculinas.

Diana la sorprendio desde atras.

– ?Que mirabas?

Intercambiaron un beso de costado para no estropear el maquillaje. Se evaluaron con la velocidad que da el entrenamiento de la eterna competencia. En el fondo de aquella primera reaccion superficial, sin embargo, habia carino.

– Muy mona, Diana. Ese panuelo te queda… -junto los dedos de una mano y se beso las yemas como un

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