despues de haber devorado las pinturas a su paso.

Mas alla, en un rincon oscuro, rozada por un haz tenue de luz amarilla, esta la pila bautismal. Elena se acerca e introduce un dedo en el hueco de marmol, pero encuentra polvo en lugar del agua bendita. 'Quien sabe cuanto hace que no se usa', piensa. Cuando nacieron Ana y Luis, ni siquiera se habia cuestionado el bautizarlos o no. Fue una decision tomada a solas; Daniel jamas se intereso por esas cosas, mas bien le inspiraban un cierto desprecio, como casi todo lo que amenazara con sacarlo de su pragmatismo. Para el todo era entonces, y aun es, una cuestion de palabras. Lo que no puede decirse de algun modo, no existe y ni siquiera gasta energia en discutirlo. Alla ellos los que eligen creer en lo que no pueden ver ni explicar. Por eso, cuando Elena le dijo lo del bautismo de sus hijos, levanto los hombros, puso cara de 'como quieras' y se limito a asistir a las ceremonias sin la menor emocion.

Siempre le gusto la paz de las iglesias vacias; esa media luz complice que invita a no tener verguenza, como cuando le pedia a Daniel que apagara la lampara para desnudarse. El silencio tambien ayuda a buscar en los recovecos mas profundos donde se han guardado secretos, miedos y mentiras. Elena se sienta en uno de los largos bancos cerca de la puerta y se queda sin mover un musculo, sin abrir la boca, respirando suavemente para no alterar la quietud del lugar. No esta segura de estar alli solo para hacer tiempo o porque le agrade. Tampoco se explica por que decidio entrar despues de tantos anos, que fue lo que la atrajo. Siente que esta tan a gusto que se quedaria para siempre asi, petrificada sobre el banco de madera, oliendo la frescura mezclada con humedad, disfrutando de ese raro lugar en el que no penetran los ruidos de la calle.

?Por que no puede rezar? ?Que facil seria si pudiera creer, encomendarse! Pero hace tiempo que no puede, y no es que no lo haya intentado, es que ya no se cree el asunto de la fe, asi de sencillo y tragico. Si tan solo pudiera murmurar 'Padre nuestro que estas…', pero no, no siente que este hablandole, no cree que El la quiera y la cuide, que ella sea su hija. ?Por que no le da una mano? ?Por que no la ayuda si ella ya casi no tiene fuerzas? No, es imposible; quisiera de alma, pero no le sale, '…como tambien nosotros perdonamos…', tampoco, menos aun, ella no puede perdonar todo, no puede perdonar a Juan, no puede perdonar…

El aleteo de unas palomas la sobresalta. Han cruzado la nave central para posarse sobre el crucifijo del altar mayor. No hay en esto irreverencia; las palomas no saben de respeto o de fe. Para ellas, esa cruz puede ser una viga, una rama, cualquier cosa y, sin embargo, es La Cruz frente a la que tantos se arrodillan.

* * *

En su casa se hablaba poco de religion. Su madre habia sido educada en un colegio de monjas, pero las detestaba. Elena nunca se habia creido esta generalizacion. Preferia pensar que, como en todo, las habria buenas y malas y que en esto no existiria mayor diferencia con abogados, medicos, albaniles o trapecistas. Pero la religiosidad de su madre se manifestaba en otros aspectos. Asistia a misa los domingos, se confesaba una vez cada tanto, rezaba por las noches, prendia velas a una pequena virgen que tenia sobre su mesa de luz, hacia promesas, y todo estaba fundamentado mas en un miedo al castigo que en la supuesta serenidad de espiritu inspirada en el amor.

El padre de Elena, en cambio, negaba la existencia de Dios pero jamas discutia al respecto. Si se lo preguntaban, se limitaba a comentar su postura, pero no se dejaba atrapar por discusiones retoricas que para el no conducian a nada, pues, segun decia, nadie lo iba a convencer de otra cosa y el no tenia el menor interes en matarle la ilusion a otros.

Asi crecio Elena, viviendo una fe bastante inmadura, sin asidero a la vida real, una fe de estampitas y oraciones repetidas con el mismo interes con que batia claras para el merengue. Tambien era una fe basada en el miedo; miedo al castigo de Dios, miedo al infierno, miedo a Satanas, miedo, miedo, miedo como una forma de control. Era tan pecaminoso robar, matar o mentir, como comer caramelos antes de la comida, fingir dolor de barriga para faltar a la escuela, orinarse en la cama y, mas adelante, tener pensamientos impuros o mirarse desnuda al espejo. Quiza fuera por eso que nunca tuvo claro de que se trataba el pecado. Tampoco hoy lo tiene.

La monja que estaba en el jardin ha entrado y la observa mientras repasa con una franela marron los pies de un santo, quita polvo de los reclinatorios y va encendiendo pequenas velas aqui y alla. Todo lo hace sin perder de vista a Elena que parece absorta en sus pensamientos, aunque su actitud no es de persona religiosa sino mas bien de alguien que ha entrado a descansar. Elena se siente observada pero finge no verla, esta tan a gusto alli y hace tanto que no entraba en una iglesia… Le ha venido bien un poco de paz. Respira hondo y otra vez huele la humedad curiosamente agradable. La luz va cambiando segun la posicion del sol. Ahora entra por el lado de los cristales amarillos y todo se tine de un dorado suave que acentua la sensacion de estar en un lugar divino, a salvo del mundo. Es una pena que la monja, con su habito oscuro y su desconfianza estropee este raro momento de silencio interior; pero alli esta como para recordarle que no se deje seducir. Y, sin embargo, como quisiera hablar con El, contarle lo preocupada que esta, el miedo que tiene a la muerte, las ganas que le han venido de recuperar cada segundo desaprovechado. Entonces observa al Cristo triste que apenas puede sostenerle la mirada desde la cruz y deja fluir el alma a traves de las palabras.

– No se si estoy hablando sola o si me escuchas. No creas que esto es una vuelta arrepentida de pecadora en apuros; ni siquiera estoy volviendo. Pensaras que lo mio es interes y no estaras equivocado; interes y miedo, sobre todo miedo. No se que voy a enfrentar dentro de poco. Es claro que uno sabe que ha de morir, pero no se esta preparado para la noticia inminente, el plazo prefijado. Si algo espanta la angustia ante la muerte es esa extrana fantasia en que vivimos y que nos permite ponerla siempre mas lejos, como si esto pudiera evitar que algun dia nos llegue. Cuando yo era parte de tu iglesia, tenia ese asunto bastante resuelto, repetia lo del Paraiso, el Cielo, que se yo, la cuestion es que me sacaba del lio y, como tantos, preferia atontarme con eso. Todavia creo que la vida continua despues de la muerte. No puedo decirte como, pero me resisto a pensar que terminamos con el ultimo suspiro. Hacia algun lado ira nuestra energia, al menos.

'Es curioso, cuando pienso en mi muerte no me atormenta el no ver mas a los seres queridos, como me sucedia cuando era chica. Entonces pensaba que no estaria mas junto a mis padres y la sola idea me torturaba hasta hacerme doler la cabeza. Despues recurria a las oraciones y ya me sentia mejor, como si hubiera tomado una aspirina o algo asi. Lo que me asusta a esta altura es morir sin haber vivido plenamente, eso me da terror.

'En fin, dentro de un rato lo sabre todo. Dame una senal, por favor, algo que mitigue la angustia de la espera. Todavia tengo la posibilidad de no ir a esa consulta, y entonces jamas sabre, me negare a atender las llamadas del medico, cerrare los ojos y seguire como si nada. Pero no creo que opte por esto, me mataria la ansiedad. Si al menos creyera en tu poder divino, tendria el alivio de pedir salud, pero no tengo la fe necesaria asi que, si el diagnostico es el peor, estare frita y a otra cosa, el mundo no se detendra por mi.

'Espero que no te ofendas por mi falta de fe. Me sentiria hipocrita haciendome la devota solo por conveniencia. Ademas, si es que estas en alguna parte, no mereces una actuacion. La monjita esta mirandome como si yo fuera a salir corriendo con un santo bajo el brazo. Mejor me voy, no quisiera estropear este buen rato que he pasado en tu casa.'

Se pone de pie bajo la atenta mirada de la monja que no le pierde ni un movimiento mientras finge ordenar el altar mayor. Elena atraviesa el jardin y vuelve a la calle, que la recibe con algo menos de calor.

* * *

La clinica queda a unas once cuadras. Caminara hasta alli, pero todavia tiene tiempo. Tener tiempo a una hora en la que deberia estar trabajando le produce una sensacion rara, y no sabe como disfrutarlo sin sentirse que lo esta perdiendo. Desde pequena le inculcaron que el tiempo es para aprovechar, cuanto mas se haga en menos, mejor. Ahora esta descubriendo esa sensacion de transcurrir, y lo hace con una cierta torpeza. Tambien descubre que, de vez en cuando, es bueno dejarse ir, sin planes, a lo que venga, abierta a las infinitas posibilidades de la vida. Entonces piensa que no existe el tiempo perdido, solo existe el tiempo vivido. Por esa senda ya no volvera a transitar, no importa cuanto se afane en regresar sobre sus pasos, ya no sera la misma mujer.

Hace mucho que Elena anda cansada, no de cuerpo sino de espiritu, un cansancio demoledor. Y anda cansada porque perdio el don de la sorpresa, que es como tener baja tension en el alma. Hoy, sin embargo, esta conmovida hasta lo mas intimo, hasta sitios interiores que ni ella misma conocia, y esta es la gran sorpresa, como

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