Afuera habia ocho motos Honda aparcadas en fila: brillantes, poderosas, con los cascos colgados de los manillares. El cafe estaba repleto. Pude ver a los jovenes con el uniforme habitual y oir un ruido ensordecedor procedente del cafe.

Anduve hasta el final de la calle, di la vuelta. Encontre una entrada oscura y olorosa donde podia esconderme y divisar el cafe. Me apoye contra la pared y aguarde. Mi rabia contra Spooky era como un fuego que me consumia por dentro. Pense en todas las fichas cubiertas de alquitran y en mi coche.

A la medianoche, hubo un exodo en el cafe. Salieron unos chicos corriendo, gritando y dispersandose por la calle. Luego, aparecieron ocho jovenes y, al frente de ellos Spooky. Todos llevaban el mismo uniforme: camisas amarillas, pantalones de piel de gato y un cinturon ancho cubierto de tachuelas. Subieron a sus Hondas, se pusieron los cascos y el ruido estremecedor de los poderosos motores inundo el aire. Despues, partieron. Por el ruido que hicieron parecia que se hubiese desatado la Tercera Guerra Mundial.

Memorice la matricula de la moto de Spooky, luego camine hasta el extremo de la calle, tome un taxi despues de aguardar un rato y regrese al hotel. Me estire en la cama dura y aguarde. Mientras esperaba, fume innumerables cigarrillos y deje que ardiera el fuego de mi odio. Alrededor de las tres de la manana, me levante y baje al vestibulo del hotel.

El sereno estaba dormido. Sali a la calle polvorienta en busca de un taxi. Por fin, pude encontrar uno en la calle principal, con el taxista dormitando dentro.

Le pedi que me llevara a Lexington. Era un viaje de diez minutos. Luceville dormia. No habia ningun automovil que pudiera entorpecer la marcha.

El taxista se detuvo al final de la calle.

– Espere -le dije-. Regreso en seguida.

Debia de ser el tipo de calle donde se crian gusanos. Habia casas viejas con escaleras de incendio oxidadas a ambos lados de la calle. Cubos de basura malolientes, papeles de periodicos tirados por todas partes, condones usados y toallas sanitarias sucias acumuladas en las zanjas.

Camine por la calle desierta y silenciosa hasta llegar a la casa con el numero 245, la casa de Spooky. Me detuve y vi su brillante moto Honda aparcada. Verifique la matricula de la placa. Alli estaba todo el orgullo de Spooky.

Mire a uno y otro lado de la desierta calle para asegurarme de que no habria ningun testigo. El unico fue un gato flacucho que salio de las sombras y se interno en un callejon.

Recoste la Honda en el suelo y le vacie el tanque de gasolina. Cuando vi que el charco de combustible rodeaba la moto, encendi un fosforo, retrocedi y arroje el fosforo encendido al charco de combustible.

CAPITULO TRES

A la manana siguiente, de camino a la oficina, pase por una ferreteria y compre una piqueta. La lleve al despacho y la coloque junto al escritorio, fuera del alcance de la vista, pero a mano para poder cogerla con un movimiento rapido. Pense que la necesitaria.

Jenny llego a las diez, con los formularios amarillos de siempre en la mano y el gastado vestido gris. Me resultaba dificil reconocer en ella a la mujer con quien habia cenado la noche anterior.

Me agradecio la cena una vez mas y me pregunto si habia dormido bien, a lo que respondi que si: una mentira, claro, ya que casi no habia podido pegar ojo. Miro de reojo lo que estaba haciendo y por la expresion de su rostro observe que se sorprendia al ver que todavia iba por la letra C. No podia saber que Spooky habia arruinado todo mi trabajo y yo no pensaba decirselo. Despues, se fue.

Empece a escribir a maquina y a esperar, con los oidos bien alerta.

Alrededor de las once, aparecio Spooky con siete de sus amigos y, a pesar de que estaba alerta y le esperaba, me cogio por sorpresa.

Si no hubiera sido un sadico, me habria dejado frio alli mismo. Tal vez se sentia muy seguro con sus musculosos amigotes a su lado.

Permanecio de pie detras de mi escritorio observandome con maligno placer: tenia los ojos encendidos por el odio.

Lentamente, comenzo a desabrocharse el cinturon.

– Esto, Rata, es tu recompensa…

Pero para entonces ya habia superado la sorpresa y reaccione.

Si hubiese entrado con el cinturon en la mano habria podido golpearme, pero queria ver mi humillacion.

Me puse en pie de un salto, patee la silla hacia un costado, tome la piqueta y le golpee, todo en un solo movimiento. Mi ferocidad igualaba a la suya.

La piqueta lo alcanzo en un costado de la cara. Le saltaron dos dientes que cayeron sobre mi escritorio. Empezo a sangrar por la nariz. El maxilar inferior quedo desencajado. Cayo, desparramando su oloroso cuerpo en el suelo.

Ni siquiera me detuve a mirarlo. Sali de detras del escritorio como un toro embravecido, con la piqueta en la mano.

Sus siete amigos salieron corriendo al pasillo. Yo pegaba a diestra y siniestra. Estaba cegado por la rabia. Huyeron precipitadamente, cayendo unos sobre otros por la escalera. Los persegui hasta el segundo tramo golpeandoles en la espalda.

Luego, me detuve y me quede mirando como huian, como las ratas que eran.

Algunos rostros se asomaron. La gente me miraba mientras volvia a subir la escalera hacia la oficina.

Odiaba tener que tocarle, pero le queria fuera de alli. Le agarre por el pelo sucio y grasiento y le arrastre por el pasillo hasta la escalera. Alli le patee y cayo rodando hasta la planta baja. Quedo tirado, sangrando, tan dolorido como cualquier persona.

Regrese a la oficina, guarde la piqueta en el armario y llame a la policia.

Pregunte por el sargento de guardia.

– Habla Carr… ?Me recuerda? El de los mil quinientos dolares.

Oi su pesada respiracion mientras escuchaba mis palabras.

– ?Y ahora que le pasa? -me pregunto, por fin.

– Vino a verme Spooky -dije-. Queria deformarme la cara con un cinturon de clavos. He tenido que ser un poco rudo con el. Le sugiero que envie una ambulancia… Parece necesitarla con urgencia. -Y corte la comunicacion.

Durante unos momentos, me quede inmovil, recuperandome. Me mire las manos. Me temblaban. Me sentia completamente relajado, como despues de un buen partido de golf, y eso me sorprendia. Aquella violenta situacion no habia durado mas de dos minutos. Habia hecho algo que tres semanas antes, incluso menos, habria considerado imposible. Y, ahora, ya terminado, no me sentia conmocionado. Lo unico que deseaba era un cigarrillo y encendi uno. Despues, como sabia que Jenny apareceria mas o menos en una hora, saque unos trapos y me puse a limpiar la sangre de Spooky. Cuando me disponia a tirar los trapos ensangrentados, oi la sirena de una ambulancia.

No me moleste en salir al pasillo. Me sente tras mi maquina de escribir y segui trabajando.

Al cabo de un rato, aparecieron dos policias.

– ?Que esta pasando por aqui? ?De que trata todo esto?

Ambos sonreian y parecian contentos.

– Spooky vino a verme, se violento y, entonces, yo tambien me violente -les explique.

– Si… lo hemos visto. Venga con nosotros, amigo, el sargento quiere hablar con usted.

Mientras me llevaban hasta el destacamento, me informaron sobre los ultimos resultados de los partidos que habia anunciado la radio. Para ser policias, eran mas que amistosos.

Me acerque al sargento, que estaba jugando con su lapiz, aunque esta vez no parecia concentrado en la tarea.

Me miro de reojo con sus ojos de porcino, aspiro, se rasco la axila derecha y luego dijo:

– Bueno, largue todo, ?que ha pasado?

– Se lo dije por telefono, sargento -respondi-. Spooky vino a verme con siete de sus amigos. Me amenazo; yo

Вы читаете Cambio de escena
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

3

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×