– Si.

Se apoyo en el respaldo y echo la gorra hacia atras. Despues de observarme durante un largo momento, con los ojos bizcos, me pregunto:

– ?Quiere presentar la denuncia?

– ?Deberia?

Nos miramos a los ojos. Casi podia oir como trabajaba su cerebro mientras pensaba.

– ?Spooky le dijo que el le habia robado la pitillera?

– No.

Se limpio el polvo del orificio izquierdo de la nariz con el menique, despues miro lo que habia sacado y se limpio en la camisa.

– ?Habia testigos en el momento en que se la devolvio?

– No.

Entrecruzo las manos, se echo hacia delante y me miro, casi con desprecio.

– Escuche, amigo mio, si piensa quedarse en esta maldita ciudad, no haga la denuncia.

– Gracias por el consejo… Entonces, no la hare. -Cogi lo que quedaba de la pitillera, la guarde en el bolsillo trasero del pantalon y agregue-: Pense que tenia que avisar de que ya la habia recuperado.

Intercambiamos otra mirada y despues susurro:

– Voy a darle un consejo, amigo, Si yo fuera usted, desapareceria de esta ciudad cuanto antes. Los estupidos que intentan ayudar a la senorita Baxter no duran mucho tiempo y no se puede hacer nada respecto a ello. ?Me entiende?

– ?Ese chico es de la banda de Jinx? -le pregunte, mientras me volvia a mirar al chico del banco, que no me sacaba los ojos de encima.

– Asi es.

– Esta sangrando.

– Si…

– ?Que le ha ocurrido?

Me miro con sus ojillos de cerdo. Sabia que estaba cansandole.

– ?Y a usted que le importa, amigo? Si es todo lo que tiene que decir, sera mejor que se marche ya -y empezo a jugar otra vez con el lapiz.

Me acerque al muchacho.

– Trabajo para la senorita Baxter, la asistenta social -le dije-. ?Puedo hacer algo por ti…?

No pude continuar, pues el chico me escupio en la cara.

Durante los seis dias siguientes no sucedio nada interesante, Jenny entraba y salia trayendo mas formularios y preguntandome, preocupada, si habia ocurrido algo mas. Me desconcertaba que ella pudiera seguir asi indefinidamente. Tambien me molestaba que llevara siempre el mismo vestido sin forma y que no hiciera ningun esfuerzo por arreglarse.

Yo copiaba sus informes, los rompia, los pasaba a las fichas y seguia poniendole el fichero al dia.

Seguramente, empezo a correrse la voz de que yo era entonces su ayudante oficial y los ancianos y desvalidos empezaron a acudir a mi con sus problemas. La mayoria de ellos intentaba embaucarme, pero yo anotaba sus nombres y direcciones, hacia un resumen de sus problemas y les decia que lo consultaria con Jenny. Cuando comprendieron que no podian enganarme, se volvieron amigables y durante los cuatro dias siguientes mantuve buenas relaciones con ellos, hasta que comprendi que toda aquella verborrea no conducia a nada util y lo interrumpi bruscamente.

Para mis sorpresa, descubri que disfrutaba de aquel extrano contacto con un mundo que ni siquiera habia sonado que existiera. Me quede perplejo cuando recibi una carta de Sydney Fremlin, escrita con tinta de color purpura, preguntandome como estaba y cuando regresaria a Paradise City.

Al leer la carta descubri que habia olvidado por completo Paradise City, Sydney y la lujosa joyeria con sus ricos y sobrealimentados clientes. Me parecio inutil contarle a Sydney el tipo de trabajo que hacia en Luceville. Si lo hubiera hecho, le habria dado un colapso, asi que le escribi que pensaba en el (un exito seguro), que todavia seguia nervioso, que Luceville me proporcionaba ciertamente un cambio de escenario y que volveria a escribirle pronto. Pense que aquello lo mantendria tranquilo una semana, mas o menos.

Al sexto dia, hubo un cambio de escena.

Llegue a la oficina, como siempre, alrededor de las nueve. Encontre la puerta abierta. Con una mirada comprobe que habian forzado la cerradura. Mi cuidadoso trabajo de los ultimos seis dias, todas las fichas mecanografiadas con tanto cuidado, todos mis informes, yacian en el suelo cubiertos de una capa de alquitran. Imposible salvarlos; no se puede hacer nada contra el alquitran.

Sobre mi escritorio, escrito con marcador rojo, se leia:

RATA, VETE A CASA.

Mi reaccion me sorprendio. Cualquier otro se habria enfurecido, desesperado y, tal vez, sentido vencido, pero yo no reaccione asi. Me envolvio una extrana frialdad y de mi fluyo una malicia que nunca habia sentido antes. Mire mi trabajo, arruinado por un adolescente estupido y malvado, y acepte su desafio adoptando una nueva actitud: «Asi que tu me haces esto; bien, yo te hare lo mismo».

Estuve toda la manana limpiando los destrozos. No queria que Jenny se enterara de lo ocurrido. Por suerte, era su dia de visita a la carcel y no volveria antes de las cinco de la tarde. Consegui disolvente, limpie el alquitran del suelo y tire los informes y las fichas estropeadas a la basura.

De vez en cuando, entraban algunas ancianas a conversar conmigo, pero les dije que estaba demasiado ocupado para atenderlas. Observaban el caos que intentaba reorganizar y se iban. Una de ellas, una mujer obesa de unos setenta anos, permanecio junto a la puerta mirandome mientras limpiaba el suelo.

– Ya lo hare yo, senor Larry -me dijo-. Estoy mas acostumbrada que usted.

Tal vez la asusto la maldad que vio en mis ojos porque se fue sin decir nada.

A las cuatro, habia terminado. No respondi ni una vez al telefono. Luego, me sente en mi escritorio y recomence a trabajar en el fichero.

Jenny entro como una tromba a las cinco y cuarto. Parecia cansada cuando se dejo caer en la silla, ante mi mesa.

– ?Todo bajo control? -Percibio el olor-. ?Disolvente? ?Ha pasado algo?

– No, un pequeno accidente… nada importante -conteste-. ?Como le ha ido?

– Bien… como siempre. La gente empieza a hablar sobre usted, Larry. Empieza a gustarle a las ancianas.

– Es un adelanto. -Me recline en la silla-. Hableme de Spooky. ?Tenemos ficha de el?

Jenny se puso tensa y me miro.

– No. ?Por que lo pregunta?

– ?Tiene algo sobre el? ?Su direccion?

Ella siguio mirandome.

– ?Por que quiere saber donde vive?

Force una sonrisa indiferente.

– He estado pensando en el. Me pregunte si no seria conveniente que me pusiera en contacto con el… hacerme amigo suyo. ?Que le parece?

Jenny meneo la cabeza.

– ?No, absolutamente no! Nadie puede ser amigo de Spooky. Larry, se equivoca. -Hizo una pausa y luego me escruto-. ?Ha sucedido algo?

– ?Sucedido? -Sonrei-. Me preguntaba si podria recuperarle de algun modo… quiero decir, hablando con el… Pero hare lo que usted dice… Usted sabe mas que yo…

– ?Ha ocurrido algo! ?Conozco a Spooky! ?Por favor, digamelo!

– No ha pasado nada. Su problema, Jenny, es que a veces dramatiza las cosas. -Volvi a sonreirle. Despues, tuve una repentina inspiracion-. Si no tiene otra cosa mejor que hacer, ?quiere cenar conmigo esta noche?

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