Ella abrio los ojos.

– ?Cenar con usted? ?Me encantaria!

Por su expresion, me parecio que era la primera invitacion a cenar que recibia desde su llegada a aquella ciudad tan olvidada de la mano de Dios.

– Debe de haber algun lugar donde podamos hacer una buena comida. Luigi no me parecio de lo mejor. ? Adonde podemos ir…? No se preocupe por el precio.

Ella aplaudio.

– ?Lo dice en serio? ?El precio no importa?

– Asi es. No he gastado nada desde que estoy aqui. Y estoy bien provisto.

– Entonces… el Plaza. Esta a unos diez kilometros de la ciudad. No he ido nunca, pero me han hablado de ese sitio. -Agito las manos. Parecia tan excitada como una chiquilla.

– Muy bien. Yo lo arreglo.

Ella miro la hora y se puso de pie de un salto.

– Tengo que irme. Tengo una cita dentro de cinco minutos.

– Entonces, nos vemos esta noche. Venga al hotel a las ocho. Tengo coche. ?De acuerdo?

Ella asintio, sonrio y salio.

Permaneci pensativo durante algunos instantes, luego tome el telefono, llame al departamento de policia y pregunte por el sargento de guardia. Despues de un rato, me respondio una voz ronca.

– Habla Carr… ?Me recuerda? -pregunte.

Oi su pesada respiracion.

– ?Carr? ?El de los mil quinientos dolares, eh?

– Asi es. ?Podria decirme donde vive Spooky Jinx?

Hizo una larga pausa. Luego, pregunto:

– ?Cual es la idea?

– Quiero ponerme en contacto con el. Tenemos una conversacion pendiente.

– ?Se esta buscando problemas, amigo?

– Soy asistente social, ?lo recuerda? -respondi-. Le estoy pidiendo informacion.

Una nueva pausa. Podia imaginarlo jugando con el lapiz y pensando.

Por fin, contesto:

– Muy bien… Asistente social, bien… -Otra pausa-. Vive en Lexington 245. El lugar de reunion de la banda es el Cafe de Sam, en la calle Decima. -Otra pausa y una respiracion mas pesada; luego, agrego-: No se busque problemas, amigo. Nosotros somos los que tenemos que solucionar los problemas de esta ciudad y no nos gusta trabajar de mas.

– Lo entiendo -dije, y colgue.

Busque el numero del Plaza en la guia y reserve una mesa para las nueve menos veinte. Pero todavia me quedaba por solucionar el asunto de Spooky.

Jenny llego al hotel a las ocho. Casi no la reconoci. Tenia el cabello tirante sobre la cabeza y recogido en una trenza. Llevaba un vestido blanco y negro que la convertia en una mujer deseable. Era obvio que estaba contenta y orgullosa de su apariencia y me sonrio, expectante.

– ?Estoy bien?

Yo me habia puesto uno de mis mejores trajes.

Era la primera mujer, desde que habia perdido a Judy, con quien salia.

– Estas muy hermosa -le dije, empezando a tutearla, y hablaba en serio.

Fuimos hasta donde habia aparcado el Buick.

Tenia todas las gomas desinfladas y el asiento del conductor rajado. Sobre el parabrisas, en letras blancas, habian escrito:

RATA, VETE A CASA.

La velada no fue precisamente un exito. ?Como iba a serlo? Jenny se desanimo por lo del coche, a pesar de que yo lo tome con indiferencia, disimulando mi odio hacia Spooky Jinx. La lleve de vuelta al hotel, la acompane hasta uno de los hundidos sillones de cana y llame a Hertz, la compania que me habia alquilado el automovil. En quince minutos me enviaron otro. Mientras aguardaba, intente calmar a Jenny.

– Mira, no te preocupes… Hare que arreglen el coche… No hay ningun problema. Olvidalo como he hecho yo.

– Pero Larry, ?no te das cuenta de que ese maldito no te dejara en paz hasta que te vayas? ?Debes irte!, ? podria herirte! Por favor… Lo conozco. ?Es un malvado! No se detiene ante nada. El…

– ?Jenny! -El tono de mi voz la detuvo en seco-. Tu y yo saldremos a cenar juntos. Dejemos de lado a Spooky. Hablemos de nosotros. Hoy estas maravillosa. ?Por que usas siempre ese horrible vestido?

Ella me miro y se encogio de hombros.

– ?Ese? Bueno, mira a la gente de esta ciudad. Es mi disfraz. Por eso te pedi que llevaras tejanos y camiseta. Aqui hay que disfrazarse para nuestro trabajo.

– Si. -Comprendi lo que queria decirme; luego, dije-: Solo he estado aqui ocho dias pero empiezo a entender la situacion. ?De veras crees que puedes ayudar a estas personas? No, espera un momento… te dije que empezaba a entender la situacion. Esa gente es mentirosa. Todo el tiempo trata de enganar. ?Te parece bueno trabajar bajo esa presion? ?No estas subiendo la escalera equivocada?

Ella lo penso un momento y luego respondio, con tranquilidad:

– Alguien tiene que hacerlo. Uno de cada cincuenta necesita ayuda de verdad. Si puedo ayudar a ese, entonces estoy haciendo algo util.

Llego el automovil de Hertz. Firme los papeles y partimos.

El Plaza, situado sobre una colina desde donde se divisaban las luces de la ciudad, era lujoso y caro. La comida era buena y una orquesta tocaba musica suave. Estaba lleno de hombres mayores y mujeres entradas en carnes: todos hablaban en voz alta; el escenario en el que Paradise City es especialista.

Cenamos, charlamos, pero la velada no fue un exito porque ambos pensabamos en el coche, estropeado, en Spooky y en la vida sordida que rodeaba la ciudad de Luceville; pero ninguno de los dos dijo nada.

Lleve a Jenny a su apartamento. Ya eran las once de la noche.

Ella me agradecio la velada y, por la expresion de su rostro, pude ver lo preocupada que estaba.

– Larry… Por favor, se sensato. Regresa a tu casa.

– Lo pensare. Repitamos esto. -Toque su mano-. La proxima vez nos divertiremos de verdad. -La deje y volvi al hotel.

Me cambie de ropa. Me puse los tejanos y la camiseta de algodon, despues baje a la recepcion y pregunte al muchacho negro de cara triste donde quedaba la calle Decima. Me miro como si estuviera demente. Cuando volvi a preguntarselo, me respondio que quedaba a una media hora a pie de alli. Comenzo a darme interminables explicaciones, pero hice que las obviara.

Sali a la calurosa y polvorienta noche y tome un taxi. Llegue al principio de la calle Decima a las once y treinta y cinco. Pague el taxi y empece a caminar por la calle apenas iluminada, llena de cubos de basura que despedian un olor tan fuerte como si cada uno contuviera un cadaver.

Habia mucha gente dando vueltas, la mayoria viejos borrachos, mujeres viejas… Personas sin techo. Mas adelante, la escena cambio. Las luces de neon creaban piscinas de luz sobre el sucio pavimento. Estaban los habituales burdeles, los clubes de strip-tease, los cines porno, los bares y cafes. Esa parte de la calle estaba ocupada por los jovenes. Chicos con el pelo largo, chicas con ropa apretada y provocativa que daban vueltas sin rumbo y creaban ruido. La mayoria llevaba radios encendidas a todo volumen con musica pop. Mas adelante, vi el cartel luminoso:

CAFE DE SAM.

Manteniendome siempre en las sombras, pase frente al cafe.

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