aplasto la hierba y removio la tierra. La zona alrededor del cuello aparece desgarrada y llena de salpicaduras, lo cual indica que al autor le llevo su tiempo; tenia muy bien planeado como iba a hacerlo, pero carece de conocimientos profundos acerca de la anatomia de un caballo.

– Que bien, entonces podemos descartar a todos los veterinarios -rezongo Wittberg.

– Hay una cosa que no me cuadra -continuo Sohlman sin inmutarse-. Al cortar la arteria carotida, el caballo deberia haber perdido una enorme cantidad de sangre. Y, ciertamente, se puede observar que la sangre ha corrido por el cuello y el cuerpo del animal, pero en el suelo solo aparece un charquito insignificante. Casi nada. Y aunque la sangre se haya filtrado en la tierra, el charco deberia ser mayor.

Los demas miraron desconcertados al tecnico.

– ?Como se explica eso? -quiso saber Karin.

– Lo unico que se me ocurre es que el autor del crimen ha recogido la sangre.

– ?Por que iba a querer hacer una cosa asi? -replico Wittberg.

– No tengo ni la mas remota idea. -Sohlman, pensativo, se paso la mano por la barbilla-. El dueno del caballo lo vio por ultima vez ayer por la noche a eso de las once. El veterinario opina que llevaba por lo menos cinco o seis horas muerto cuando lo encontraron las ninas, por lo que la fechoria se produjo probablemente hacia la medianoche o en las horas siguientes. El prado y la zona colindante estan siendo rastreados con perros para tratar de localizar la cabeza; hasta el momento no ha dado ningun resultado. Hemos ampliado la zona de busqueda.

Karin hizo una mueca.

– Que repulsivo. Asi pues, el autor del crimen se ha llevado la cabeza y la sangre -afirmo-. ?Que sabemos del caballo?

Knutas miro sus papeles.

– Un poni de quince anos, castrado, asi pues, un capon. Un caballo manso y servicial del que la policia no tenia noticias hasta ahora.

Wittberg sonrio burlon. A Karin no le hizo tanta gracia.

– ?Y el dueno?

– Se llama Jorgen Larsson, casado y con tres hijos. Se hizo cargo de la granja hace diez anos y la lleva a medias con su hermano. Se trata de una explotacion familiar, los padres siguen viviendo en uno de los edificios aledanos. La granja es bastante grande, tienen cuarenta vacas y un monton de terneros. No parece que haya cosas raras en la familia, se han dedicado a las tareas agricolas tranquilamente durante mucho tiempo. Ni Jorgen Larsson ni ningun otro miembro de la familia aparecen en el registro de delincuentes.

– El veterinario cree que la persona que ha perpetrado el crimen ha crecido en una granja o ha tenido anteriormente contacto con el matadero o el sacrificio de animales -aclaro Sohlman-. Asegura que una cosa asi no la hace uno por las buenas. Requiere tanto una planificacion detallada como valor y resolucion, ademas de unos buenos musculos. Para dejar inconsciente a un caballo, hay que golpearlo con fuerza y, por supuesto, saber donde hay que propinarle el golpe. El cerebro esta alojado en la parte alta de la frente. En opinion de Ake Tornsjo, el autor debe de haber participado anteriormente en algo asi.

Todos los asistentes, sentados alrededor de la mesa, escuchaban con interes.

– ?Ha recibido anteriormente el granjero, o cualquier otro miembro de la familia, alguna amenaza? -pregunto Wittberg cuando Sohlman termino su explicacion.

– No, que nosotros sepamos, no.

– Cabe preguntarse si va dirigido contra el granjero directamente o si se trata de un loco al que le dio por emprenderla con un animal -apunto Karin.

– ?No puede tratarse de una gamberrada de crios?

Fue Wittberg quien lanzo la pregunta.

– ?Con un cuchillo de matarife, un hacha y un medio para transportar la cabeza? -replico Karin-. No me lo creo. En cambio, lo que me pregunto es que enfermos psiquiatricos conocidos andan sueltos.

– Ya lo hemos comprobado -contesto Knutas-. ?Os acordais de Gustav Persson? ?Aquel que iba merodeando por los prados y les ponia clavos en los cascos a los caballos? Les clavaba solo un trozo pequeno y luego, cuando el caballo apoyaba el casco en el suelo, el clavo se iba introduciendo cada vez mas. No se contentaba con uno, sino que le clavaba varios, de manera que el caballo al final no podia mantenerse en pie. El tipo tuvo en jaque a la policia durante varias semanas antes de que lo detuvieran. Para entonces ya habia conseguido lastimar a una decena de animales. Luego tenemos a Bingeby-Anna. Mataba a todos los gatos que veia y los colgaba en lo alto de la tapia.

– Pero esa mujer es pequenisima y muy delgada -intervino Karin-. No habria sido capaz de hacer algo asi, al menos ella sola. Yo soy un elefante a su lado, no pesara mas de cuarenta kilos.

Knutas enarco las cejas ante semejante exageracion. La propia Karin era delgada y solo media alrededor de un metro sesenta.

– Yo no creo en absoluto que se trate del acto impulsivo de un enfermo psiquico -protesto Wittberg-. El golpe estaba demasiado bien planeado. Llevar a cabo semejante fechoria, en una noche clara de verano, con gente y casas cerca, como dice Sohlman, exige una planificacion previa muy precisa. A mi no me cabe en la cabeza como fue capaz, el riesgo de que alguien lo viera era muy grande. El camino que va hasta el prado pasa justo por delante de las granjas, es casi como conducir directamente a traves de sus patios. Cualquier persona que se hubiera despertado, habria podido ver y oir el coche.

– Si, claro, pero hemos descubierto que se puede acceder al prado desde el otro lado -dijo Sohlman, y proyecto en la pantalla un mapa de la zona-. Aqui termina la carretera y se divide en dos ramales al llegar a Petesviken. En lugar de tomar la pista de la derecha y conducir por delante de las casas, se puede coger la de la izquierda. Un trecho mas alla hay un camino rural que cruza los campos rodeando toda la zona y pasa, por el otro lado, junto al prado. Si el agresor eligio esta ruta, de lo cual estoy convencido, evito que lo vieran desde las viviendas y pudo llegar y salir tranquilamente del prado sin arriesgarse a que lo descubrieran, porque desde las granjas de Petesviken no se ven los coches que transitan por ese camino. Hemos echado un vistazo y ahora vamos a analizar las roderas de los vehiculos, pero sera complicado porque el terreno esta muy seco.

– Bien -afirmo Knutas-. Nosotros estamos interrogando a los vecinos y al resto de la gente que se mueve por esa zona, asi que vamos a ver si conseguimos averiguar algo. El autor del delito debia tener un coche. Llevaba hacha y cuchillo, quiza otras herramientas y una cabeza de caballo con la que cargar.

– Y probablemente estaba cubierto de sangre -agrego Sohlman.

– Quiza se dio un bano para lavarse, el mar esta justo al lado -aventuro Karin.

– ?No seria un poco temerario? -intervino Wittberg mirandola esceptico-. ?Iba a darse un bano con el riesgo evidente de que alguien lo descubriera? Aunque el crimen se llevara a cabo despues de las once. En estas noches claras de verano la gente se bana a cualquier hora. Especialmente ahora que ha hecho tanto calor.

– Por otro lado, esa zona esta relativamente aislada -intervino Knutas-. Por alli solo se moveran las tres o cuatro familias que viven en las granjas y, quiza, alguna que otra persona de las casas que hay al final de la carretera. No es precisamente un lugar por el que uno va a darse una vuelta. Bueno, tendremos que investigar mas el pasado de la familia que vive en la granja. El caso, o guarda relacion con el hecho de que el animal al que han matado sea efectivamente de Larsson, o eso ha sido una casualidad. Sea como fuere, tenemos que examinar todas las posibilidades.

– ?Crees que el culpable es algun miembro de la familia? -pregunto Karin-. ?La mujer que se venga del marido o viceversa?

– Parece algo rebuscado -convino Knutas-. Hay que estar muy mal de la cabeza para cometer un crimen de este tipo. Pero no podemos descartarlo, ya nos hemos quedado estupefactos otras veces. Tenemos que volver a hablar con el granjero. Habla hasta por los codos, pero solo hemos estado alli un momento. Creo que alguien deberia volver alli. Hay que interrogar lo antes posible a las ninas que encontraron el caballo.

– Yo puedo ir ahora mismo. -Wittberg ya estaba a punto de levantarse.

– Te acompano -dijo Karin-. Si no mandas otra cosa.

– Podeis ir los dos -respondio Knutas-. Yo me quedo aqui para atender a la prensa.

Martina Flochten paso por la reducida habitacion y cogio a toda prisa la bolsa de aseo y la toalla. Iba a darse una ducha rapida y a cambiarse de ropa. Los alumnos que participaban en el curso tenian la tarde libre porque un profesor de arqueologia americano iba a dar una conferencia en la Universidad de Visby. La prisa de Martina

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