Christian las cogio incredulo. Oia las palabras y resultaba agradable dejarse envolver por los elogios pero, sinceramente, no entendia de que hablaban. Lo unico que el habia hecho era escribir sobre ella, contar su historia. Saco a la luz las palabras y lo que ella era en una operacion de descarga que, en ocasiones, lo dejaba totalmente vacio. El no queria decir nada de la sociedad. Queria hablar de ella.

Pero las protestas no pasaron de la garganta. Nadie mas lo comprenderia y tal vez debiera ser asi. El no podria explicarlo jamas.

– Estupendo -dijo al fin, consciente de lo vacias que habian sonado sus palabras.

Siguieron mas preguntas, mas elogios e ideas sobre su libro. Y el tenia la sensacion de que no podia responder con sensatez a una sola pregunta. ?Como describir aquello que lo ha colmado a uno hasta el mas minimo resquicio? ?Que no solo era un relato, sino que era una cuestion de supervivencia? De dolor. Hacia lo que podia. Intento responder con claridad y sesudamente. Y era obvio que lo consiguio, porque Gaby asentia de vez en cuando con una expresion aprobatoria.

Una vez concluida la entrevista, Christian solo pensaba en volver a casa. Se sentia totalmente vacio. Sin embargo, tuvo que quedarse en el hermoso comedor del Hotel Stora, y respiro hondo y se preparo para recibir a los invitados que ya empezaban a llegar. Sonreia, pero con una sonrisa que le costaba mucho mas de lo que nadie podia sospechar.

– ?Podras mantenerte sobria esta noche? -le espeto Erik Lind a su esposa, tan alto que todos los que hacian cola para entrar en la fiesta pudieran oirlo.

– ?Podras tu controlar las manos esta noche? -replico Louise sin molestarse en bajar la voz.

– No se de que hablas -dijo Erik-. Y haz el favor de bajar el volumen, anda.

Louise observo a su marido con frialdad. Era atractivo, eso era innegable. Y hubo un tiempo en que a ella le gustaba. Se habian conocido en la universidad y muchas chicas la miraban con envidia porque habia cazado a Erik Lind. Desde entonces, se dedico a destruir su amor, su respeto y su confianza, lento pero seguro, a base de follar. No con ella, no, por Dios. Sin embargo, no parecia tener absolutamente ningun problema en hacerlo fuera del lecho matrimonial.

– ?Hola! ?Habeis venido! ?Que bien! -Cecilia Jansdotter se abrio paso hasta ellos y los beso en la mejilla. Era la peluquera de Louise y tambien la amante de Erik del ultimo ano. Claro que ellos creian que Louise no lo sabia.

– Hola, Cecilia -la saludo Louise con una sonrisa. Era una chica encantadora; si hubiese estado resentida contra todas las mujeres con las que se habia acostado su marido, no habria podido seguir viviendo en Fjallbacka. Por lo demas, hacia muchos anos que aquello habia dejado de importarle. Tenia a las ninas. Y aquel invento maravilloso del vino en cartones de varios litros con espita. ?Para que necesitaba a Erik?

– ?No es emocionante que tengamos a otro escritor en Fjallbacka? Primero Erica Falck y ahora Christian. - Cecilia hablaba casi dando saltos-. ?Habeis leido el libro?

– Yo solo leo periodicos de economia -respondio Erik.

Louise puso los ojos en blanco. Muy propio de Erik hacerse el interesante diciendo que el nunca leia libros.

– Confio en que podamos hacernos con un ejemplar -continuo Cecilia, cerrandose bien el abrigo. A ver si la cola empezaba a moverse un poco mas y entraban pronto en calor.

– Si, Louise es la lectora de la familia. Por otro lado, no hay mucho mas que hacer cuando uno no trabaja. ?A que no, querida?

Louise se encogio de hombros y dejo que tan vitriolico comentario le resbalara. De nada servia senalar que fue Erik quien insistio en que ella se quedara en casa mientras las ninas eran pequenas. O que era ella quien trabajaba desde la manana hasta la noche para que funcionase la maquinaria de aquella existencia tan ordenada que el daba por hecha.

Continuaron con la charla mientras seguian avanzando. Finalmente, llegaron a la recepcion y pudieron quitarse los abrigos para luego subir los escasos peldanos que conducian al salon del restaurante.

Con la mirada de Erik ardiendole en la espalda, Louise puso rumbo al bar.

– Procura no hacer esfuerzos -dijo Patrik besando a Erica en la boca antes de que ella cruzara el umbral para salir precedida por aquella barriga enorme.

Maja protesto al ver que su madre se marchaba, pero se calmo en cuanto su padre la sento delante del televisor a ver Bolibompa, que precisamente empezaba con la aparicion del dragon verde que tanto le gustaba. Los ultimos meses se habia vuelto mas quejica y los arrebatos temperamentales que ahora solian suceder a cualquier negativa harian morirse de envidia a cualquier diva. Patrik la comprendia, en cierta medida. Maja tambien debia de notar la expectacion y la tension que, mezcladas con algo de angustia, provocaba la llegada de los hermanitos. Madre mia, ?gemelos! Pese a que se lo dijeron desde la primera ecografia, cuando estaba de dieciocho semanas, aun no habia logrado digerirlo. A veces se preguntaba como iban a resistir. Ya habia resultado bastante dificil con un solo bebe, ?como iban a hacerlo con dos? ?Como arreglarselas con las tomas y el sueno y todo eso? Y ademas, tendrian que comprarse un coche nuevo donde cupieran los tres ninos y otros tantos carritos. Solo eso…

Patrik se sento en el sofa al lado de Maja y se quedo mirando al vacio. Se encontraba tan cansado ultimamente. Era como si estuviese siempre a punto de agotarsele la energia y habia mananas en que apenas era capaz de levantarse de la cama. Claro que quiza no fuese tan raro. Aparte de todo lo que tenia en casa, con Erica siempre cansada y con Maja convertida en un monstruo rebelde, estaba abrumado con el trabajo. Desde que conocio a Erica, se habian enfrentado a varios casos de asesinato y, la lucha permanente con su jefe, Bertil Mellberg, tambien lo tenia muy cansado.

Y ahora, la desaparicion de Magnus Kjellner. Patrik no sabia si era experiencia o instinto, pero estaba convencido de que le habia pasado algo. Un accidente o un crimen, imposible saberlo, pero apostaba la placa de policia a que Magnus Kjellner no seguia con vida. Ver todos los miercoles a su mujer, que parecia mas menuda y mas consumida cada semana que pasaba, lo tenia absolutamente agobiado. Habian hecho todo lo que estaba en su mano, aun asi, no podia quitarse de la cabeza la expresion de Cia Kjellner.

– ?Papa! -Maja lo saco de sus cavilaciones con unos recursos vocales insospechados. Dirigia el indice diminuto hacia la pantalla del televisor y Patrik comprendio enseguida cual era el origen de la crisis. Seguramente habia pasado mas tiempo del que creia sumido en sus pensamientos porque Bolibompa se habia terminado y lo que ahora daban era un programa para adultos en el que Maja no tenia el menor interes.

– Papa lo arregla, ya veras -dijo con las manos en alto-. ?Que te parece Pippi?

Puesto que Pippi era, por el momento, el personaje favorito, Patrik sabia perfectamente cual seria la respuesta. Cuando la pelicula Pippi por los siete mares comenzo a verse en la pantalla, se sento al lado de su hija y le paso el brazo por los hombros. Maja se acomodo feliz en el hueco como un animalito calido de peluche. Cinco minutos despues, Patrik se habia dormido.

Christian habia empezado a sudar. Gaby acababa de comunicarle que pronto seria su turno de subir al estrado. La sala no estaba abarrotada, pero si habia alli unas sesenta personas expectantes, con su plato de comida y su copa de vino o de cerveza. Christian, por su parte, no habia sido capaz de tragar nada, salvo algo de vino tinto. En aquellos momentos, precisamente, estaba dando cuenta de la tercera copa, pese a que sabia que no deberia beber tanto. No seria del todo adecuado que se pusiera a tartamudear al microfono mientras lo entrevistaban. Pero, sin el vino, no lo conseguiria.

Estaba inspeccionando la sala con la mirada cuando noto una mano en el brazo.

– ?Hola! ?Que tal estas? Pareces un poco tenso. -Erica lo miraba un tanto preocupada.

– Estoy un poco nervioso -admitio el sintiendose aliviado de ver a alguien a quien poder confesarselo.

– Te entiendo perfectamente -aseguro Erica-. Mi primera presentacion fue en Estocolmo y creeme que, despues, tuvieron que despegarme del suelo con rascador. Y no recuerdo absolutamente nada de lo que dije en la tarima.

– Tengo la sensacion de que en mi caso tambien van a necesitar un rascador -dijo Christian pasandose la mano por el cuello. Por un instante, penso en las cartas y sintio el azote poderoso del mas puro panico. Se tambaleo y no se desplomo en el suelo gracias a Erica, que logro sujetarlo a tiempo.

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