tierra se agarraron el uno al otro. Nada en el mundo podia resultar mas duro que aquello: despedirse de Sara.

Prefirieron estar solos. La ceremonia en la iglesia fue breve y sencilla. Asi lo quisieron. Tan solo ellos y el pastor. Y ahora estaban solos tambien, junto a su tumba. El sacerdote pronuncio las palabras que exigia la ocasion y luego se alejo en silencio. Arrojaron sobre el ataud una simple rosa cuyo color intenso destacaba sobre el fondo blanco. El rosa era su color favorito, quiza justo porque desentonaba con el rojo de sus cabellos. Sara nunca eligio el camino facil.

El odio hacia Lilian seguia vivo y ardiente. Charlotte se avergonzaba de verse alli, en el respetuoso silencio del cementerio, rebosante de un odio tan grande y tan intenso. Tal vez el tiempo lo apaciguase, pero al ver de reojo el monton de tierra que cubria el cadaver de su padre, enterrado por segunda vez, se preguntaba si llegaria el dia en que pudiese sentir otra cosa que ira y dolor.

Lilian no solo le habia quitado a Sara, sino tambien a su padre. Y ella jamas se lo perdonaria. ?Como podria perdonarselo? El pastor hablo del perdon como un medio de aplacar el dolor, pero ?como perdonar a un monstruo? Ella ni siquiera comprendia por que su madre habia cometido aquellos actos abominables, y lo absurdo de los crimenes multiplicaba su ira y su dolor. ?Estaba loca o habia actuado segun su propia logica retorcida? La posibilidad de no llegar a saberlo nunca hacia que sus perdidas resultasen mucho mas dificiles de sobrellevar y su unico deseo era arrancarle a su madre unas palabras, una explicacion.

Ademas de todas las flores que la gente del pueblo mando a la iglesia para participarles sus condolencias, recibieron dos pequenas coronas. Una era de la abuela paterna de Sara. La colocaron junto al ataud durante la ceremonia y luego la llevaron al cementerio para depositarla al lado de la sencilla lapida. Asta los habia llamado para preguntarles si le permitian asistir al entierro. Ellos rehusaron amablemente, pues querian estar solos, pero le preguntaron si no le importaria cuidar de Albin entre tanto. Asta se sintio inmensamente feliz.

La otra corona era de la abuela materna de Charlotte. Sin poder explicar por que, ella no quiso colocarla junto al ataud y pidio que la arrojasen a la basura. Siempre penso que Lilian se parecia mucho a su madre. De algun modo, intuia que ella era la fuente de tanta maldad.

Permanecieron junto a la tumba un buen rato, abrazados. Despues se alejaron despacio. Charlotte se detuvo un momento junto a la tumba de su padre. Asintio a modo de despedida… por segunda vez en su vida.

Curiosamente en el angosto calabozo se sentia a buen recaudo; como no se sentia desde hacia muchos, muchos anos. Tumbada en la estrecha camilla, Lilian respiraba hondo y despacio. No comprendia la frustracion de la gente que le hacia todas aquellas preguntas. ?Que importaba el porque? Lo unico que contaba era las consecuencias, el resultado, ?no? Asi era siempre. Ahora, de repente, se interesaban por el camino que habia conducido a aquello, por los razonamientos, por la logica, las explicaciones, las verdades que creian poder hallar en todo ello.

Habria podido hablarles del sotano. Del olor denso y dulzon del perfume de su madre. De su voz tan seductora cuando la llamaba darling. Y habria podido hablarles del sabor reseco y amargo, del monstruo que se movia en su interior, siempre alerta, siempre presto a actuar. Y, sobre todo, habria podido describirles como temblaban sus manos de odio, no de miedo, cuando puso el veneno en el te de su padre con esmero y, muy despacio, lo removio para que se disolviera hasta desaparecer en la bebida caliente. Suerte que a el le gustaba el te muy dulce.

Aquella fue su primera leccion: no creer en las promesas. Su madre siempre le prometia que todo cambiaria. En cuanto su padre desapareciese, todo seria distinto. Ellas estarian juntas, unidas. Nunca mas el sotano, nunca mas el terror. Su madre la tocaria, la acariciaria, la llamaria darling y nada volveria a interponerse entre las dos. Pero las promesas se rompian con la misma facilidad con que se hacian. Era algo que habia aprendido y que nunca se permitio olvidar. En alguna ocasion dejo que su mente rozase la idea de que lo que su madre le habia dicho de su padre era falso. Pero ella siempre ahogaba esa posibilidad, asfixiandola en el fondo de su alma. Era una posibilidad que, simplemente, no podia contemplar.

Ademas, habia aprendido otra leccion importante. No dejarse abandonar nunca mas. Su padre la habia abandonado. Su madre la habia abandonado. Y la serie de familias por las que habia circulado como un paquete sin alma tambien la habian abandonado con su desinteres.

Cuando fue a visitar a su madre en Hinseberg, ya lo tenia decidido: se forjaria una nueva vida, una vida en la que ella tendria el control. El primer paso consistia en cambiarse el nombre. No queria volver a oir jamas aquel nombre que los labios de su madre destilaban como un veneno: «Mary… Maaaaryyyy». Cuando la encerraba en el sotano, su nombre resonaba entre las paredes y en la oscuridad de su encierro, y se encogia con el deseo de hacerse tan pequena como fuera posible.

Eligio el nombre de Lilian porque sonaba totalmente distinto al de Mary. Y porque sonaba como una flor, delicada y eterea, pero fuerte y agil al mismo tiempo.

Asimismo trabajo duro por cambiar su aspecto fisico Con disciplina militar, se nego a probar nada de todo aquello con lo que tanto habia disfrutado antes y, con una rapidez sorprendente, desaparecieron los kilos hasta que de su obesidad no quedo mas que un vago recuerdo. Y jamas se permitio volver a estar gorda. Se esforzo siempre por no ganar un solo gramo y despreciaba a cuantos eran incapaces de mostrar la misma fortaleza, como su propia hija. El sobrepeso de Charlotte le resultaba repugnante y le recordaba en exceso a una epoca en la que ella no queria ni pensar. Aquella cosa temblona, colgante y flacida despertaba en Lilian un sentimiento de ira y hubo ocasiones en que tuvo que reprimir el impulso de arrancarle las carnes con sus propias manos a Charlotte.

Le preguntaron con sorna si estaba decepcionada al ver que Stig habia sobrevivido. Lilian no respondio. A decir verdad, ni ella misma lo sabia. En realidad, no lo habia planeado. En cierto modo, lo hizo como algo natural. Y todo empezo con Lennart, con su discurso de que seria mejor que se separasen; cuando dijo aquello de que cuando Charlotte se habia ido de casa, habia descubierto que no tenian mucho en comun. Lilian no sabia si ya entonces, la primera vez que lo dijo, decidio que debia morir. Era como si, simplemente, se aplicase a hacer aquello para lo que estaba destinada. Encontro el tarro con el raticida cuando compraron la casa. Ignoraba por que no lo habia desechado. Tal vez porque sabia que, un dia, le seria de utilidad.

Lennart jamas hizo nada precipitado en su vida, asi que ella sabia que le llevaria su tiempo tomar la decision de mudarse de alli. Empezo con dosis pequenas, lo suficiente para que no muriese enseguida, pero tambien para que cayese muy enfermo. El se fue debilitando poco a poco. Y a ella le gustaba cuidarlo. Ya no hablo mas de separacion. En cambio, la miraba agradecido cuando le daba de comer, cuando lo cambiaba de ropa y le enjugaba el sudor de la frente.

A veces sentia al monstruo moverse inquieto, impaciente.

Jamas se le habia ocurrido pensar que un dia la descubririan, por extrano que pudiera parecer. Todo se desarrollo de un modo tan natural: un suceso llevaba al siguiente. Cuando le dieron el diagnostico, Guillain-Barre, lo interpreto como una prueba de que todo iria bien. Ella solo hacia aquello para lo que estaba destinada.

Al final, el la dejo despues de todo. Pero fue Lilian quien impuso las condiciones. La promesa que se hizo a si misma, que nadie volveria a abandonarla nunca mas, se mantenia en pie.

Y luego conocio a Stig. El era tan fiel, tan confiado por naturaleza, que estaba segura de que jamas se le ocurriria la idea de abandonarla. Stig hacia todo lo que ella le pedia, lo aceptaba todo, incluso seguir viviendo en la misma casa en la que habia vivido con Lennart. Eso era importante para ella, le explico. Era su casa, la habia adquirido con el dinero que obtuvo de la venta del apartamento que su madre le lego. En aquel apartamento vivio hasta que se caso con Lennart. Entonces se vio obligada a venderlo muy a su pesar. Alli no habia espacio suficiente. Pero ella siempre lo lamento y la casa de Salvik le parecio un mal sustituto desde aquel dia. Sin embargo, al menos era suya. Y Stig lo comprendio.

Con el paso de los anos, no obstante, noto una incipiente insatisfaccion en su segundo esposo. Era como si ella nunca fuese suficiente para nadie. Ellos siempre buscaban algo distinto, algo mejor. Incluso Stig. De modo que, cuando tambien el empezo a hablar de que se habia abierto un abismo entre los dos y sentia la necesidad de recomenzar, cada uno por su lado, no tuvo que pensarselo dos veces. La accion siguio a sus palabras de un modo tan natural como el martes sucedia al lunes. Y, con la misma naturalidad e igual que Lennart, el se apoyo en ella, confiado al ver que lo cuidaba, lo atendia, lo amaba. Y le agradecia tanto todo lo que hacia… Lilian sabia que la despedida seria inevitable tambien en esta ocasion, pero ?que importaba eso si era ella quien definia el ritmo, el instante?

Lilian se dio la vuelta en la camilla y apoyo la cabeza sobre las manos, con la mirada fija en la pared, viendo

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