como si se tratase de un nino, limpiandole de vez en cuando las gotas de la boca.

– ?Ves? ?A que no esta nada mal? Yo se exactamente lo que necesitas, carino, y, si te alimentas bien, no tardaras en recuperarte.

Una vez mas, Stig respondio con la misma sonrisa indiferente. Lilian le ayudo a acostarse de nuevo y le tapo las piernas con la manta.

– ?Y el medico?

– Pero, querido, ?lo has olvidado? Ahora el medico es Niclas; tenemos al doctor en casa. Seguro que esta noche viene a verte. Ademas, me dijo que iba a revisar de nuevo tu diagnostico y a consultarlo con algun colega de Uddevalla, asi que pronto estara todo arreglado, ya veras.

Con un ultimo y expeditivo tiron de la manta, Lilian arropo a su paciente, tomo la bandeja con el plato vacio y se encamino a la escalera. Iba meneando la cabeza: ahora, ademas, se veia obligada a hacer de enfermera, encima de todo lo demas que ya tenia a su cargo.

Unos golpecitos en la puerta anunciaron una visita y se apresuro a bajar.

La mano cayo pesadamente sobre la puerta. A su alrededor, el viento arreciaba a velocidad sorprendente hasta cobrar la fuerza de un vendaval. Sobre ellos caian finas gotas como de lluvia, aunque no venian de arriba, sino por detras; era una delgada capa de agua que el viento racheado habia azotado a tierra desde el mar. Todo se habia vuelto gris a su alrededor. El cielo tenia un claro tono plomizo veteado de nubes mas oscuras, y el color parduzco del mar, que poco tenia que ver con el azul resplandeciente del verano, aparecia ahora salpicado aqui y alla de blancos rizos de espuma. «Ocas blancas nadando por el mar», solia decir la madre de Patrik.

Les abrieron la puerta y tanto Patrik como Martin respiraron hondo, intentando hallar la reserva de fuerzas que les quedase. La mujer que tenian ante si era un palmo mas baja que Patrik, muy, muy delgada, y llevaba el cabello corto y permanentado, tenido de un castano indefinible. Tenia las cejas demasiado depiladas y las habia sustituido por un par de trazos de lapiz de ojos, lo que le otorgaba un aspecto un tanto comico. Sin embargo, la situacion a la que se enfrentaban no tenia nada de comica.

– Hola, somos de la policia. Buscamos a Charlotte Klinga.

– Es mi hija. ?De que se trata?

Tenia la voz demasiado chillona para resultar agradable. Erica le habia hablado bastante a Patrik sobre la madre de Charlotte, de modo que comprendia lo estresante que debia de resultar estar oyendola todo el dia. Sin embargo, todas aquellas futilidades no tardarian en carecer de importancia.

– Quisieramos que fuese a buscarla.

– Si, claro, ?pero que ha pasado?

Patrik insistio.

– Queremos hablar con ella primero. ?Nos haria el favor de…?

Unos pasos en la escalera lo interrumpieron y, un segundo despues, vio asomar por la puerta el rostro familiar de Charlotte.

– ?Hombre, hola, Patrik! ?Que agradable sorpresa! ?Como tu por aqui? -El rostro de la mujer se ensombrecio de pronto-. ?Le ha ocurrido algo a Erica? Acabo de hablar con ella y me dio la impresion de que estaba bien…

Patrik alzo la mano para tranquilizarla. Martin aguardaba en silencio detras de el, con la vista fija en un agujero de la madera del suelo. Por lo general, amaba su profesion, pero en aquel momento maldecia el instante en que la habia elegido.

– ?Podemos pasar?

– Me estas preocupando, Patrik. ?Que ha pasado? -Una idea la asalto de pronto- ?Es Niclas? ?Ha tenido un accidente con el coche?

– Sera mejor que entremos primero.

Puesto que ni Charlotte ni su madre parecian capaces de moverse de donde estaban, Patrik tomo el mando y entro el primero en la cocina. De cerca lo seguia Martin que, distraido, noto que no se habian quitado los zapatos y seguramente iban dejando huellas de pisadas mojadas y sucias.

Pero tampoco la suciedad tendria ahora mayor importancia.

Patrik les indico a Charlotte y Lilian que se sentasen frente a ellos a la mesa de la cocina, y ellas obedecieron sin rechistar.

– Lo siento, Charlotte, pero tengo… -Patrik dudaba-. Tengo una noticia terrible que darte.

A duras penas podia hablar y sentia que se habia equivocado en la forma de expresarse nada mas empezar, aunque ?habia alguna manera adecuada para decir lo que tenia que decir?

– Hace una hora, un pescador de langostas encontro a una pequena ahogada. Lo siento tanto, Charlotte, lo siento tanto…

A partir de ahi no fue capaz de continuar. Pese a que las palabras estaban en su cerebro, eran tan horrendas que se negaban a salir de su boca. Sin embargo, no fue preciso decir mas.

Charlotte inspiro angustiada, emitiendo un silbido gutural. Se agarro al tablero de la mesa con ambas manos, como para mantenerse derecha, y se quedo con la mirada perdida y los ojos desorbitados, fijos en Patrik. En el silencio reinante en la cocina, aquella respiracion resono con mas intensidad que un grito y Patrik trago saliva para contener el llanto y hacer que su voz sonase firme.

– Debe de tratarse de un error. No puede ser Sara…

Lilian posaba la mirada atonita ya en Patrik, ya en Martin, pero Patrik meneo la cabeza levemente, sin decir nada.

– Lo siento -repitio-. Acabo de ver a la pequena y no hay duda de que es Sara.

– Pero si iba a jugar a casa de Frida -dijo Lilian-. La vi dirigirse hacia alli. Tiene que ser un error. Seguro que esta jugando.

Como una sonambula, Lilian se levanto y se acerco al telefono que habia fijado a la pared.

Comprobo un numero en la agenda que colgaba al lado y lo marco decidida.

– Hola, Veronika, soy Lilian. Oye, ?esta Sara ahi?

Tras escuchar un segundo, solto el auricular, que quedo suspendido del cable, balanceandose de un lado a otro.

– Sara no ha estado alli -anuncio.

Se dejo caer otra vez en la silla, mirando desesperada a los policias que tenia enfrente.

El grito resono como nacido de la nada y tanto Patrik como Martin se sobresaltaron. Charlotte grito sin mas, sin moverse y con los ojos como ciegos. Un alarido primitivo, alto y estridente, que hacia erizarse la piel por el dolor implacable del que nacia.

Lilian se abalanzo hacia su hija intentando abrazarla, pero Charlotte la aparto bruscamente.

Patrik quiso neutralizar el grito.

– Hemos intentado localizar a Niclas en el centro medico, pero no estaba alli, asi que le dejamos un mensaje diciendole que volviese a casa lo antes posible. Y el pastor esta en camino.

Hablaba dirigiendose mas a Lilian que a Charlotte, que estaba fuera de todo posible contacto.

Patrik comprendio que no lo habian hecho bien; deberia haber pensado en ir acompanado de un medico que le administrase algun tranquilizante, pero el problema era que la nina era hija del medico de Fjallbacka y que no habian logrado dar con el. Se volvio hacia Martin.

– Llama al centro medico a ver si pueden enviar a una enfermera inmediatamente. Y que traiga tranquilizantes.

Martin hizo lo que le pedia, aliviado ante la posibilidad de salir de aquella cocina un instante. Diez minutos despues entraba sin llamar Aina Lundby. Le dio a Charlotte un tranquilizante y, con ayuda de Patrik, la condujo a la sala de estar donde la tumbo en el sofa.

– ?Y yo? ?No me va a dar algun tranquilizante a mi tambien? -rogo Lilian-. Siempre he estado fatal de los nervios y algo asi…

La enfermera, que parecia tener la misma edad que Lilian, resoplo despectiva y se dedico a abrigar a Charlotte con solicitud maternal, pues la mujer tiritaba destrozada en el sofa.

– Usted se las arreglara sin tranquilizantes -le espeto mientras recogia sus cosas.

Patrik le pregunto a Lilian en voz baja:

– Tendriamos que hablar con la madre de la amiga con la que Sara iba a jugar. ?Cual es su casa?

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