el seria el responsable hasta que se fletase el material y, si algo iba mal, no le pagarian ni un centimo por el trabajo realizado.

Contaban la historia de un picapedrero al que le habian encargado la piedra para dos estatuas y, justo cuando estaba a punto de terminar el trabajo, se equivoco y las malogro las dos. Decian que fue tal su desesperacion que se quito la vida y dejo mujer y siete hijos. Pero esas eran las condiciones. El no podia hacer nada y era una ocasion demasiado buena como para rechazarla.

Anders se escupio en la mano y se la tendio al capataz, que lo imito y le dio un firme apreton. El acuerdo estaba cerrado. Anders dirigiria los trabajos con el bloque.

Le preocupaba ligeramente lo que dijesen los companeros de la cantera. Muchos llevaban mas anos que el en el oficio y, seguramente, alguno que otro protestaria a sus espaldas pensando que el trabajo deberia haberle tocado a cualquiera de ellos que, ademas y a diferencia de el, tenian familias a las que mantener y el dinero que les reportaria el encargo habria sido un buen extra de cara al invierno. Al mismo tiempo, todos sabian que Anders era el mejor picapedrero del grupo, pese a ser tan joven, lo que acallaria la mayor parte de las criticas. Ademas, Anders tendria que elegir a varios de sus companeros para que le ayudasen en el trabajo y ya habia demostrado en ocasiones anteriores que sabia sopesar quien era bueno y quien necesitaba mas el dinero.

– Baja manana a la oficina y concretaremos los detalles le dijo el capataz retorciendose el bigote. El arquitecto no vendra hasta que se acerque la primavera, pero ya tenemos los planos y podemos empezar los planes preliminares.

Anders hizo una mueca de disgusto. Seguramente les llevaria un par de horas revisar los planos, lo que significaba otra interrupcion en el trabajo que en aquel momento estaba realizando. Ahora necesitaba cada centimo, pues el trabajo con los bloques se cobraba despues, cuando todo estaba listo. Y ello implicaba que debia hacerse a la idea de prolongar sus jornadas laborales mas aun e intentar compaginar el trabajo habitual picando adoquines con el nuevo encargo. Sin embargo, la interrupcion involuntaria no era la unica razon por la que la visita a la oficina no despertaba en el el menor entusiasmo. Por alguna razon, siempre se sentia incomodo alli dentro Las personas que trabajaban alli eran delicadas, tenian las manos blancas y se movian con moderacion en sus elegantes trajes de oficina, mientras que el se sentia como una grotesca mole. Y pese a que cuidaba mucho la limpieza, la mugre se le habia incrustado en la piel sin remedio. En cualquier caso, tenia que hacerlo y lo haria. Tendria que bajar a la oficina y zanjar la cuestion antes de volver a la cantera, donde se sentia como en casa.

– Bien, nos vemos manana, pues le dijo el capataz balanceandose adelante y atras. Hacia las siete. No llegues tarde le advirtio el capataz.

Anders asintio sin mas. No habia riesgo alguno, pues una oportunidad como aquella no se presentaba a menudo.

Con paso ligero, volvio a la piedra que estaba trabajando en aquellos momentos. Estaba tan contento que la cortaba como si fuese mantequilla. La vida le sonreia.

* * *

Daba vueltas en el espacio. Caida libre entre planetas y cuerpos celestes que difundian un suave resplandor a su alrededor cuando ella pasaba a su lado. Escenas oniricas se mezclaban con leves destellos de realidad. En sus suenos veia a Sara. Sonrio. Su pequeno cuerpo de bebe era perfecto. Blanco como el alabastro, manitas de largos dedos. Ya durante sus primeros minutos de vida agarro el indice de Charlotte y lo retuvo como si fuese lo unico capaz de sujetarla a aquel nuevo mundo aterrador. Y quiza fuese asi, pues ella sintio que, al agarrarle el dedo con tanta energia, se aferraba a su corazon con una firmeza aun mayor que duraria toda la vida.

Ahora pasaba junto al sol, camino de la boveda celeste y su intenso resplandor le hizo pensar en el cabello de Sara. Rojo como el fuego. Rojo como el mismo diablo, como alguien dijo con una broma que, segun recordo en el sueno, ella no aprecio lo mas minimo. No habia nada de demoniaco en el bebe que ella sostenia en sus brazos Ni en el cabello rojizo que al principio tenia encrespado y tieso, como si fuese una pequena adepta a la moda punk, y que con los anos fue creciendo mas abundante y largo sobre sus hombros.

Ahora las pesadillas ahuyentaban tanto la sensacion de los dedos del bebe en torno a su corazon como la vision del rojo cabello en movimiento mientras la pequena corria llena de vida. Ahora lo veia oscurecido por el agua, flotando alrededor de la cabeza de Sara como un halo deforme. Lo veia ondeando sobre el agua de aqui para alla y, bajo la melena, largos brazos de algas que se extendian para alcanzarlo. Tambien al mar le complacia el cabello de su hija y lo reclamaba para si. En sus pesadillas veia el blanco de alabastro oscurecerse y convertirse en azul y morado, y los ojos cerrados y muertos. Muy despacio, su hija giraba en el agua con los pies apuntando al cielo y las manos cruzadas sobre el pecho. Luego, la velocidad iba en aumento, cada vez mas, y cuando ya giraba tan rapido que empezaban a formarse pequenas ondas en las grises aguas, los brazos verdes se apartaban de ella. La nina abria los ojos. Los tenia totalmente blancos.

El grito que la desperto parecia provenir de un profundo abismo. Cuando sintio las manos de Niclas sobre sus hombros zarandeandola energicamente, comprendio que lo que habia oido era su propio grito. Por un instante, sintio un alivio indecible. Aquella desgracia habia sido una pesadilla. Sara estaba sana y salva, sus suenos le habian jugado una mala pasada. Pero entonces miro a Niclas a los ojos y lo que vio en ellos le genero otro grito en el pecho. El se adelanto y la apreto contra si, de modo que el alarido se transformo en profundos lamentos y resuellos. El jersey de Niclas estaba mojado y Charlotte sintio el poco familiar olor de sus lagrimas.

– Sara, Sara -gimio Charlotte mientras el la mecia y le hablaba con la voz quebrada-. ?Donde has estado? - sollozo ella en voz baja.

Pero el seguia arrullandola y acariciandole el cabello con mano temblorosa.

– Shhh, ya estoy aqui. Duerme un poco mas.

– No puedo…

– Si, claro que puedes. Shhh…

Y siguio arrullandola ritmicamente hasta que la oscuridad y los suenos volvieron a aduenarse de ella.

La noticia se habia difundido por la comisaria mientras ellos estaban fuera. No era frecuente que tuviesen casos de ninos muertos, tan solo algun que otro accidente a intervalos de muchos anos, y nada era capaz de impregnar aquella casa de una tristeza tan profunda como ese tipo de tragicos sucesos.

Annika miro inquisitiva a Patrik cuando este paso con Martin ante la recepcion, pero el no tenia fuerzas para hablar con nadie, solo deseaba entrar en su despacho y cerrar la puerta. Se cruzaron por el pasillo con Ernst Lundgren, que tampoco dijo nada, de modo que Patrik se escurrio al interior de su pequeno refugio y Martin hizo lo propio. No existia una sola asignatura en la formacion policial que los preparase para este tipo de situaciones. Dar la noticia de una muerte se contaba entre las misiones mas repugnantes de la profesion, y dar la noticia de la muerte de un nino a sus padres era lo peor del mundo. Iba contra toda logica y toda decencia.

Nadie deberia verse obligado a transmitir un mensaje de esa naturaleza.

Patrik se sento ante el escritorio, apoyo la cabeza entre las manos y cerro los ojos. Enseguida volvio a abrirlos, pues lo unico que veia tras sus parpados cerrados era la piel livida de Sara y sus ojos sin vida clavados en el cielo. Tomo el portarretratos que tenia a su lado y lo apreto contra su mejilla. La primera fotografia de Maja. En el hospital, reposando en brazos de Erica, cansada y amoratada. Fea, pero hermosa al mismo tiempo, con esa belleza que solo comprenden quienes ven a su hijo por primera vez. Y Erica, agotada y exhausta, sonriente pero con la espalda erguida con una nueva altivez y el orgullo de haber realizado una hazana que solo podia describirse como un milagro.

Patrik era consciente de que se estaba comportando de un modo sentimental y patetico, pero a aquella hora del medio dia empezaba a comprender el alcance de la responsabilidad que habia asumido al nacer su hija y el alcance del amor y del miedo que implicaba. Cuando vio a la nina ahogada tendida como una estatua sobre la cubierta, deseo por un instante que Maja no hubiese nacido, pues ?como vivir con el riesgo de perderla un dia?

Dejo la fotografia en su sitio sobre la mesa y se retrepo en la silla con las manos cruzadas en la nuca. Continuar con las tareas que estaba realizando antes de la llamada de Fjallbacka de pronto se le antojaba totalmente absurdo. En realidad, queria irse a casa, meterse en la cama, taparse hasta la cabeza y quedarse alli el resto del dia. Unos golpecitos en la puerta lo sacaron de su lugubre cavilar. Respondio «?Entra!» y aparecio Annika empujando timidamente la puerta.

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